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Lazos Rotos

Fraga, sobre la adopción gay: "No sabemos cómo van a vivir esos chicos con padres que tienen afecciones extrañas".

El fundador del PP disparó contra las leyes de casamiento gay y divorcio rápido. Candidato por quinta vez al gobierno de Galicia, fue a Argentina a hacer campaña. Lleva más de medio siglo en la política, y no parece dispuesto a abandonarla. A los 82 años, Manuel Fraga Iribarne, figura clave del sector más conservador de España, no ahorra críticas al gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. De visita en Buenos Aires, aseguró a Clarín que el Ejecutivo "no está atendiendo a las necesidades" de su país y que las leyes que impulsa conducen a "la destrucción de la familia".

Fue ministro de la dictadura de Francisco Franco y, en la transición democrática, fundador y presidente del Partido Popular. Ahora, más cansado pero sin darse por vencido, aspira a ganar en junio su quinto mandato consecutivo como presidente de la Xunta de Galicia, el cargo que ocupa desde 1990. Su noveno viaje a la Argentina es parte de su campaña electoral.

Entre las actividades agendadas figura un gran almuerzo, mañana en la Rural, para parte de los casi 120.000 gallegos y descendientes que viven en este país. El objetivo: convencerlos de que el 19 de junio voten desde aquí en las elecciones autonómicas de Galicia.

Ayer, poco después de ser declarado "visitante ilustre" de la Capital, en un acto con el jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, y antes de una reunión con el vicepresidente Daniel Scioli, Fraga recibió a Clarín en el hotel donde se hospeda, a una cuadra de la Plaza de Mayo. Pese al cansancio por el largo vuelo y al apuro por todo lo que le quedaba por hacer, ofreció café y posó, amable, para las fotos.

—Después de haber ganado cuatro elecciones en Galicia con mayoría absoluta, algunos sondeos señalan que esta vez no le alcanzará.

—Puede ser. Otras encuestas dicen lo contrario. Veremos la verdad el 19 de junio. Yo soy opti mista. Confío mucho en el sentido común de los gallegos.

—¿Por qué cree que ganará?

—Los ocho años de gobierno del Partido Popular han sido los mejores desde la transición. Pero dio la casualidad de que, cuando José María Aznar se retiraba voluntariamente, sucedió el atentado en Atocha, que dio lugar al cambio de gobierno. Pero el socialismo no está atendiendo a las verdaderas necesidades del país.

—¿Cuáles son, a su criterio?

—Vivimos en la época del terrorismo. Tuvimos los atentados en Atocha. El 11 de septiembre hubo uno en Estados Unidos. El miércoles evacuaron la Casa Blanca y el Capitolio. Esta es una cuestión fundamental. Pero hay un pacto antiterrorista que no se está cumpliendo bien. Y tampoco está clara la política exterior.

—¿Por qué?

—A España le es esencial una política europea, pero no le basta. Es necesaria una política americana. Y nos hemos peleado con EE.UU. cuando los españoles éramos sus principales aliados.

—Usted también criticó duramente la ley que autoriza el matrimonio de homosexuales.

—Eso es una parte de la política general de destrucción de la familia como base de una sociedad organizada. Ya sabemos que las parejas homosexuales no producen hijos, y la adopción por parte de parejas homosexuales está llena de riesgos.

—¿Cuáles?

—Pues no sabemos cómo van a vivir esos chicos con padres que tienen afecciones extrañas. Y no es sólo eso. También está la nueva ley de divorcio, que permite a los seis meses, sin obligación de causa, sin mutuo consenso, disolver un matrimonio. Es una de las leyes más avanzadas del mundo. Y destruye la familia.

—Usted señaló además que el gobierno del PSOE amenaza la unidad de España.

—Sí, por su alianza con grupos independentistas en Cataluña y en el País Vasco. Hay grupos que son inconstitucionales, como Esquerra Republicana (el partido nacionalista independentista de Cataluña), que buscan destruir la unidad de la patria de todos los españoles, como la define la Constitución.

—¿Qué piensa del plan de regularización de inmigrantes que terminó hace pocos días en España?

—Se hizo en forma algo precipitada, sin discutirlo a fondo. Hay un límite a la cantidad que podemos recibir. Es cierto que, al disminuir la natalidad y dado que hay trabajos que los españoles no quieren hacer, hay sitio para algunos. Pero una apertura total de las fronteras, sin control, no resuelve el problema. Han crecido en ciertos barrios los conflictos xenófobos. Y sobre todo, habrá problemas de desempleo. Debería haber un control serio.

Fuente: Rebelion.org
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