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Lazos Rotos

Radio Club Tenerife y el Alzamiento del 18 de julio de 1936.

Opinión alternativa / Blog de Pedro Medina Sanabria.- El Centro de la Cultura Popular Canaria, conjuntamente con Radio Club Tenerife, con la coordinación de Juan Carlos Mateu Barroso, acaba de publicar el libro ’Aquí Radio Club Tenerife EAJ 43, Cadena Ser’ 20 años de los premios ’Teide de Oro’. ISBN: 84-7926-518-3.

En su página 19 figura este párrafo:

    Radio Club Tenerife no fue ajena a la utilización ideológica y militar que sufrieron los medios de comunicación al estallar la guerra civil. Los sublevados obligaron a emitir el bando de declaración de guerra firmado por Franco en Las Palmas de Gran Canaria: “Aquí, la estación EAJ-43, Radio Club Tenerife, al servicio de España y la causa que acaudilla el general Franco. Vamos a dar lectura al bando de proclamación del Esta­do de Guerra, que rige para las Islas Canarias desde las 5 horas de la mañana de hoy 18 de julio de 1936”. La lectura del comunicado, que fue escrito por el teniente coronel jurídico, Lorenzo Martínez Fusset, corrió a cargo del locutor Victoriano Francés Suárez. La alocución, que se repitió posteriormente por Radio Melilla y Radio Tetuán, se iniciaba con un “or­deno y mando” de Franco, estaba estructurada en once puntos y prohibía la circulación de grupos de tres o más personas, la aproximación a cual­quier edificio público, bancos o instalaciones militares, la tenencia de ar­mas cortas y largas de fuego, y el tráfico por carretera con vehículos de tracción mecánica o animal. El bando también establecía las destitucio­nes de gobernadores civiles, delegados del gobierno, ayuntamientos, ca­bildos, mancomunidades interinsulares y juntas, bajo amenaza de decla­rar en delito de rebelión a quienes contravinieran la orden.

He subrayado dos frases de este párrafo, porque sus contenidos faltan a la verdad histórica.

Lorenzo Martínez Fuset, - escrito así con una sola letra ese -, era Comandante del Cuerpo Jurídico, no teniente coronel, en la fecha del Alzamiento.

Radio Club Tenerife no fue obligada por los sublevados a emitir el bando de declaración de guerra. Sino muy al contrario lo hizo gustosamente, poniendo todos los elementos y servicios de la emisora al servicio de los sublevados.

Así queda acreditado en el libro: ’Los primeros días de la guerra’ ISBN: 84-89105-49-9 escrito por Gilberto Alemán, publicado hace ocho años, en diciembre de 1997, por Ediciones Idea.

El capítulo 5 de este libro se titula ’Radio Club y el 17 de julio’. De este capítulo entresacamos estos testimonios:

    Elías Ramos, presidente de Radio Club Tenerife, el 17 de julio de1936 cuenta cómo vivieron él y otros miembros de la emisora aquella jornada.

    Sentíamos en nuestros cuerpos y nuestras almas el cruel zarpazo del anár­quico ambiente en que vivíamos. En este estado de zozobra e incertidumbre, en esta congoja constan­te, llegamos a la noche del 17 de julio. Esa noche el Radio Club Tenerife celebró una emisión artística extraordinaria. Terminada la emisión, a las once y media de la noche, nos fuimos a la plaza de Weyler (lugar donde está emplazada esta Comandancia Genera!), acompañados de nuestro "speaker", te­niente José Luís Camps, y el director artístico, Ramos Vela. Compartíamos sobre los últimos aconteci­mientos, cuando a las doce de esa noche nos extra­ñó la presencia de una Compañía de Infantería que inmediatamente entró en el edificio de dicha Co­mandancia. En aquel momento, y a alguna distan­cia, estallaba un fuerte petardo. Los coches oficiales de la Comandancia entraban y salían repetidamente en los garages. Todo con sigilo, pero con mucha actividad. ¿Qué pasará?, nos preguntábamos con ansiedad. Nos despedimos. Hasta casa me acompa­ñó el teniente Camps. En el camino comentábamos, lamentándonos del estado deplorable de nuestra Patria, de la perversidad de los políticos y pasiones marxistas, de la continuidad en las huelgas que hundían nuestra economía, de la frecuencia de atracos y atentados, todos impunes, verdadera ver­güenza que azotaba al país, de los crímenes, fomen­tados y dirigidos exclusive desde el Poder, como el monstruoso realizado por los secuaces del fatídico Casares Quiroga en el ilustre hombre político, honra de España, don José Calvo Sotelo. Teníamos la intuición, la evidencia casi de que algo trágico, trascendental, había de ocurrir aquella madrugada. Sentía sensaciones imprecisas, pero reveladoras de un proceso histórico que iba a iniciarse en mi Patria.

    En efecto. Poco después de las tres de la madru­gada, violentos golpes en la puerta de mi casa y unas voces enérgicas en las calles nos despertaron con sobresalto. Me asomé al balcón. A la puerta, dos coches, uno con guardias de Asalto con fusiles, y otro con policías secretos. Al divisarme, me interro­garon enérgicamente: "¿Es usted el presidente de Radio Club?". "Sí, señores". "Pues salga usted inme­diatamente, tenemos órdenes de conducirle al Go­bierno Civil". Confieso que aquel alarde de fuerza para detener a un pacífico ciudadano en hora intem­pestiva, me impresionó. Hube de hacerles otra pregunta: "¿Qué motivos hay para que me deten­gan?". "Muy graves, además, es necesario que se dé usted prisa", fue la brusca respuesta.

    Al salir, me colocaron en el coche de los guardias de Asalto y aliado del chófer. Mi sorpresa fue grande al observar, en la oscuridad del auto, que en el asiento posterior, y entre otros dos guardias, se conducía también a mi compañero especialista en radio, Juan Vall.

    Llegamos al gobierno civil y a ambos nos condujeron a la presencia del gobernador del Frente Popular. Éste, muy nervioso, sin preámbulo alguno, dirigiéndose a mí, me dijo: "Tengo noticias que acaba de sublevarse el Tercio y otras fuerzas de Marruecos. La radio de Tetuán está llamando a Tenerife, al General Franco, para comunicárselo y para que éste se ponga al frente de la rebelión. Es absolutamente necesario que inmediatamente or­dene usted que se ponga en marcha la emisora de Radio Club para interferir esas llamadas y para que el pueblo, por medio de altavoces, esté prevenido".

    Yo creo en Dios y Dios seguramente me iluminó en aquel grave trance para exponer al gobernador una serie de inconvenientes y pretextos y eludir el cumplimiento de aquella orden. El gobernador, colérico, no me creía. Insistí y le rogué recabara la opinión de mi otro compañero, Vall, como técnico en radio. Éste corroboró cuanto yo había manifesta­do. Vista nuestra negativa, el gobernador nos dijo: "Piensen en la trascendencia y gravedad del mo­mento. De ustedes dependen muchas cosas. El General Franco está en las islas. Diez minutos les concedo para que busquen una solución e impedir, por todos los medios, esas llamadas a Franco y prevenir al pueblo".

    Nos dejó encerrados en una habitación. No hubo necesidad de ponernos de acuerdo. Compren­díamos que la Providencia había puesto en nuestras manos una poderosa palanca que tal vez decidiera los destinos de Tenerife y de nuestra Patria. Sabía­mos que de nuestra decisión dependía probable­mente el poder llamar por lo menos la atención de los elementos marxistas, provocando una dura resis­tencia, con su secuela de sangre y destrucción. No. Eso no. España volvía a renacer. El grito de libertad había ya brotado de pechos nobles en tierras de Africa. De nada valían las amenazas que nos hacían en aquel momento los elementos marxistas en el Gobierno Civil. No, pase lo que pase, nosotros mantendremos nuestra negativa. Nos miramos fija­mente e interpretamos sin palabras nuestros pensa­mientos. Eran comunes. Franco podría recibir las noticias de Marruecos y cursar sus órdenes, salvado­ras de la Patria, sin interferencias algunas.

    No habían transcurrido los diez minutos, cuando se abrió la puerta y apareció de nuevo el Goberna­dor: "¿Qué solución me proponen?", nos dijo.,"Nin­guna, señor, le contestamos. No hay posibilidad de cumplimentar sus órdenes". Esta contestación nuestra, contra la que suponíamos, aplanó completa­mente al gobernador. No obstante, aún tuvo un arranque de energía para ordenarme me presentara a las ocho de la mañana, con objeto de facilitarme una nota para ser leída por el Radio Club, dando instrucciones al pueblo. ¡Qué enorme ignorancia! Al llegar a la calle sentimos el placer de la libertad, de la bendita libertad. Respiramos a pleno pulmón. Volvíamos a la vida. Sentimos que nosotros, tan insignificantes, habíamos hecho una gran acción ante Dios y ante la Patria. ’El Radio Club Tenerife’ no mancharía su historial, sirviendo intereses mer­cenarios, a enemigos de nuestras creencias, a des­tructores del honor, de la familia, de la tradición. No. El Radio Club, una vez más había cumplido la sagrada misión que se le tiene reservada.

    Corrí a casa, donde había dejado a los míos, en la mayor intranquilidad y desesperación. Poco des­pués, estaba en el despacho de la Comandancia Militar, donde su coronel de Estado Mayor me hacía objeto, en relación con el ’Radio Club Tenerife’, de la mayor distinción y más absoluta confianza, en aquellas memorables horas.

    Seguidamente, ’Radio Club Tenerife’ empezaba a actuar espontáneamen­te, iniciando su trascendental e histórica labor, que tanta resonancia había de tener ante el mundo para orgullo de los españoles y como glorioso timbre y prestigio de Tenerife.

    A las siete de la mañana del día 18 de julio esta emisora EAJ 43 Y EA 8 AB, anunciaron al mundo que había llegado la hora histórica de la liberación nacional".

    "Aquí la estación EAJ-43, Radio Club Tenerife, al servicio de España y la causa que acaudilla el general Franco. Vamos a dar lectura al bando de proclamación del estado de guerra, que rige para las Islas Canarias desde las cinco horas de la mañana de hoy 18 de julio de 1936".

    […]

    Fue importante para el Movimiento Nacional contar desde el primer momento con una emisora de radio que el día 13 de mayo de 1938 inauguró un equipo en extra corta la 8 AB ampliada en su potencia de 60 vatios a 350 vatios.

Don Elías Ramos, presidente de la emisora decía en aquella ocasión:

    "Con ella podemos realizar una propaganda internacional importantísima de nuestro glorioso Movimiento; con ella la voz de Tenerife resonará diariamente en el mundo, saturando a los pueblos nacionales y extranjeros con la propaganda de las bellezas incomparables de sus paisajes, el encanto de sus valles, la majestuosidad de su Teide, la hospitalidad de sus habitantes, el privilegio de su clima sin igual. Diremos que desde Tenerife, acom­pañado del cariño y el fervor patriótico de sus habitantes el Caudillo Franco, partió el 16 de julio hacia la Gran Epopeya de rescatar a España, admi­rando al mundo y salvando la civilización occiden­tal"

.
Añade el señor Ramos:

    “Radio Club Tenerife, en esta fecha conmemorativa del cuarto aniversario de su emisora EAJ-43, y en la iniciación de sus trabajos en la 8 AB, se complace en expresar públicamente su más profundo agrade­cimiento a la colaboración entusiasta que en todo momento ha encontrado en nuestras dignas autori­dades, en las Estaciones de Falange en esta capital y en las de la Comandancia Militar, sus verdaderas fuentes de información...".

En el libro ’Personas en la vida de Canarias’, publicado en 1987 por Domingo de Laguna, seudónimo de Domingo García González, este autor dice lo siguiente:

    ’Radio Club’ fue y es la emisora decana de las Islas Canarias. Desde 1.936 y hasta los primeros años de 1.960, fue la voz de Canarias para España y América.

    En 1.936, en colaboración con el Jefe del Mando de Estado Mayor en la Capitanía General de Canarias, Sr. [Teódulo] González del Peral, y con don Demetrio Mestres, el alemán afincado y casado en Tenerife, señor [Juan] Meinke, y los locutores, don Victoriano Francés y don José Luís Camps Ibáñez, el señor [Manuel] Ramos Vela consiguió que Radio Club Tenerife con sus estaciones emisoras EAJ.43 y EA8 AB (onda corta), fuesen las emisoras nacionales de mayor audiencia, ya que desde el 19 de julio de 1936, se empezaban a recibir ”controles” de su información sobre el levantamiento militar… desde Taricas (Islas Filipinas), captados con perfección auditiva.
    […] durante la guerra civil, se consiguió un camión –emisora que fue donado al Ejército que luchaba en la famosa batalla del Ebro, y allí surgieron las voces de Camps Ibáñez, Arturo Navarro Grau (ambos q.e.p.d.) y de las no menos famosos, ’Los Huaracheros’ (Diego, Antonio, Santamaría y Mario).

Aunque no puedo garantizar el grado de fiabilidad como historiadores de Gilberto Alemán y Domingo de Laguna, estos testimonios ponen de manifiesto que Radio Club Tenerife se sumó de modo incondicional y fervorosamente al alzamiento del 18 de julio de 1936.

Afirmar lo contrario es tergiversar la verdadera historia.

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