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Lazos Rotos

Cobertura desde 'El Quinto Infierno' de las movilizaciones estudiantiles más grandes en la historia reciente de Chile.

Bitácoras alternativas / El quinto infierno..- Declaración Pública. Quinto Infierno frente a las movilizaciones de los estudiantes secundarios. Como a tod@s, nos tomó por sorpresa y falta de preparación la gigantesca movilización impulsada por los estudiantes secundarios desde hace unas tres semanas atrás, y apoyada a estas alturas por las grandes mayorías nacionales, por universitarios, profesores, apoderados, y la totalidad de los movimientos sociales, y que ya alcanzó ribetes de hito histórico con la jornada de movilización nacional de ayer martes 30 de mayo del 2006, una fecha que quedará para la historia, en la que nuestro país parecía haberse transformado repentinamente con 600 mil jóvenes expresando su descontento contra el sistema educacional, muestra significativa de su falta de adhesión al tipo de sociedad en la que viven recién sus primeros años.

Los últimos días nos han pillado justamente en eso: pasar de la sorpresa inicial ante la rápida extensión de las movilizaciones, ante el triunfo político y comunicacional del movimiento secundario en cuanto a la legitimidad de su organización y protesta, a la participación activa en las movilizaciones desde los espacios donde nos hemos venido moviendo los quintoinfernistas, principalmente universitarios. Estuvimos ayer en un Chile donde se respiraba un aire de democracia como nunca. Y a diferencia del 5 de octubre de 1988, donde la derrota de la peor época que recuerde la humanidad sobre estas tierras fue mediante las reglas que imponía ella misma (el plebiscito "amarrado" a que nada se iba a modificar), ayer las multitudes chilenas, principalmente de las nuevas generaciones, nos tomamos las calles y establecimientos educacionales de todo el país, reclamando por la herencia más palpable que nos han legado las elites economicas y políticas de los últimos treinta y tantos años.

Así como el cuestionamiento a la educación por parte de la juventud y la niñez de nuestro país va más allá de las demandas puntuales planteadas por los estudiantes secundarios y los universitarios desde hace bastante tiempo, la multitudinaria demanda por una nueva educación tiene implicancias más allá de sí misma: es un reclamo ante el tipo de sociedad en que hemos crecido.

Partiendo por lo más evidente y crudo del modelo de "gobernabilidad" que ha gobernado las tres últimas décadas: la feroz represión ante el disenso, el terrorismo de estado aplicado brutalmente a todo aquello que parezca desordenar el tranquilo "clima favorable a la inversión", sean "upelientos", inadaptados, mapuches, "terroristas", pobladores "maleducados", delincuentes, o simplemente jóvenes carreteando en alguna esquina o plaza, en un estadio, en una tocata de música... o en una marcha estudantil. Con respecto a eso, solo algo más: si construir la democracia significaba tener el derecho a reunirse y manifestarse libremente, si implicaba tener medios de comunicación e información medianamente imparciales e independientes frente a los grandes poderes, si tenía que ver con el reencantamiento con la política como acción colectiva y social con miras a un país mejor, fue ayer, y no hace 16 años, el comienzo de una nueva etapa democrática en Chile.

Y los gobiernos de la Concertación están recibiendo, de parte de las generaciones que han nacido y crecido bajo sus mandatos, la más grande movilización social que se recuerde desde las de '82-'83, cuando el pueblo chileno arrinconó a la dictadura con 22 protestas nacionales tras una crisis económica que parecía hacer tambalear el hasta entonces reciente y flamante modelo económico neoliberal. Después de eso, lo que vino fue la transacción que llevó a cabo la Concertación de Partidos por la Democracia con la dictadura, y que despejaría el camino para el cambio gubernamental, para pasar de manos militares a civiles.

Pero no cambió mucho el modelo de sociedad en que vivimos cotidianamente, salvo que desde el terror sistemático de la dictadura se pasó a uno más tenue y desapercibido: la represión focalizada en los pocos sectores sociales organizados y críticos, el arbitrario manejo comunicacional a todo conflicto político y social, y el cerrazón institucional que ordena que "a la política" sólo acceden un puñado de elegidos, sólo aquellos que pactaron un día un supuesto "regreso a la democracia" a fines de los ochenta.

Pero así como hoy los personajes de la dictadura militar se retiran por la puerta chica de la historia, en medio del repudio más general por parte de las mayorías chilenas (la derrota histórica del pinochetismo, a pesar de su "triunfo" militar y macroeconomico), la Concertación está recibiendo el juicio histórico de las nuevas generaciones, a pesar de sus "éxitos" democráticos y electorales, su "flamante" economía insertada en los mercados globales, y la "aparente" tranquilidad social que promueve en el exterior. Ponemos entre comillas todo eso, porque en un país donde la contradicción aflora por todas partes y a cada rato, nos hemos acostumbrado a escuchar y leer las cosas al revés, sobre todo cuando quienes pronuncian o escriben esas palabras son los mismos de siempre: las elites de poderosos que han gobernado excluyentemente durante las últimas décadas, más allá de trapasos cívico-militares.

Políticamente, la Concertación es la coalición política con más triunfos electorales en el mundo, y ha obtenido una adhesión que supera la mayor de las veces el 50 por ciento de los votos validos. Pero eso es sólo parte de la verdad. El resto de la verdad es que la participación ciudadana en las elecciones ha ido a la baja desde que las multitudes chilenas se incribieron en los resigtros electorales de la dictadura de Pinochet para derribarla, y que los nuevos jóvenes chilenos han tenido un bajísimo interés en participar en, lo que se supone, es el pilar de la democracia "a la chilena": elecciones democráticas realizadas bajo estabilidad institucional. Más aún, la participación política en general, ha sido puesta en segundo plano tras los arreglos cupulares de la "gran política", esa que está protegida de cuestionamientos al modelo, y que se dedica a administrar su desigualdad, a entregar el país, sus recursos y fuerza de trabajo, a los grandes capitales, y a contener la crisis social que ha producido la cada vez más evidente irracionalidad de la realidad social chilena.

La extraordinaria organización estudiantil que ha salido a la luz en estas movilizaciones es la expresión más acabada de la búsqueda que muchos actores políticos y sociales han desarrollado los últimos años en la difícil y compleja tarea de refundar la politica y la república chilena. La masiva participación "de base", la democracia interna del movimiento, la certeza en la legitimidad de sus demandas, la preparación y convicción de sus dirigentes, hacen del actual movimiento de estudiantes secundarios un invaluable aporte a la construcción de ese nuevo Chile que se va abriendo paso poco a poco, pujando por actualizar las correlaciones de poder, remover el autoritarismo y la apatía política que predominaron durante los noventa, y poniendo a prueba, en estos últimos meses, la real inteneción y voluntad política que anima al llamado "progresismo" dentro de la Concertación, supuestamente, el sector que asume la conducción de la coalición gobernante con la llegada de Bachelet a la presidencia hace dos meses. Podrán pasar muchas cosas con respecto al desenlace de estas movilizaciones, pero el avance y aprendizaje de los jóvenes chilenos, de sus organizaciones estudiantiles secundarias universitarias, de los múltiples colectivos y movimientos que han impulsado una nueva politización entre las nuevas generaciones, y del conjunto del movimiento social chileno, debe ser la huella más profunda que dejarán estas semanas hacia un futuro próximo marcado por la emergencia de un sujeto político y social que, como comienza a predominar en nuestro continente, camina hacia la refundación nacional, un nuevo modelo de desarrollo, y una sociedad más libre e igualitaria.

Quinto Infierno... en movilizaciones!!!

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