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Lazos Rotos

Estados Unidos: siempre al lado de Israel.

Medios alternativos / Prensa Latina.- Enrique Torres. La negativa de Estados Unidos a promover el cese al fuego en la agresión israelí contra Líbano y la entrega de bombas de alta precisión a Tel Aviv corroboran la complicidad de Washington en la embestida bélica.

  • Acusa ONU a Israel por muerte de observadores
  • Primer ministro británico discutirá en EE.UU. crisis libanesa
  • Agresión israelí mantiene desesperado al pueblo libanés
  • Abogan por fuerza internacional de la ONU para el Líbano
  • Se repite el espaldarazo ofrecido por la Casa Blanca al Estado hebreo en 1967, durante la guerra de los Seis Días, y en 1973, a raíz de la contienda del Yom Kippour.

    "Oficiales de alto rango creen que Israel tiene la aprobación de Estados Unidos para continuar las operaciones contra Hizbolá al menos hasta el próximo domingo", destacó este sábado el diario hebreo Haaretz en su sitio de Internet.

    Hasta ahora Washington hizo oídos sordos a las voces que en diferentes partes del mundo condenan la agresión armada de Tel Aviv y exigen el cese inmediato de los bombardeos, que hasta la fecha ocasionaron la muerte de casi 400 personas y heridas a más de mil.

    Empero, en su matrimonio incondicional con Israel, el gobierno del presidente George W. Bush parece no estar consciente de lo contraproducente que puede resultar para Estados Unidos que su gran aliado en el Oriente Medio hiciese despegar los bombarderos.

    Todo indica que la Oficina Oval olvidó que, precisamente, el nacimiento de Hizbolá fue consecuencia directa de la agresión israelí contra el país árabe hace más de 20 años. La milicia, devenida también partido político, surgió como expresión de la resistencia popular contra los ocupantes.

    Para una buena parte de los estadounidenses, influidos por sus medios de comunicación, Hizbolá fue el responsable del atentado de 1983 contra el cuartel general de la Infantería de Marina en Beirut, acción que desató la estampida norteamericana de Líbano.

    Parecería que llegó para la Casa Blanca la hora del desquite, por intermedio de su ahijado, y nada ha hecho para ocultarlo el presidente Bush, quien en cada discurso insiste en etiquetar de terrorista a la milicia libanesa.

    En su alocución radial del sábado, el gobernante arremetió contra Hizbolá, Siria e Irán, tres de sus grandes dolores de cabeza en la zona. Según Bush, sólo se pondrá fin al conflicto "haciendo frente a Hizbolá", así como a Damasco y Teherán. Y ese es el mensaje que la secretaria norteamericana de Estado, Condoleezza Rice, presentará a los líderes de la región en la gira que inicia hoy por varias naciones del Medio Oriente.

    Este fin de semana, trascendió que Estados Unidos acelera la entrega a Israel de bombas GRU-28 de alta precisión, destinadas a perforar los búnker bajo tierra.

    Fuentes gubernamentales citadas por el diario The New York Times dijeron que el armamento fue despachado por mar, como parte de un negocio multimillonario entre Washington y Tel Aviv.

    Según los funcionarios, la venta había sido pactada desde hace un año, pero las autoridades israelíes exigieron de manera apresurada en días recientes que se consumara el envío de las bombas, las cuales pueden ser guiadas por satélites y sistemas láser.

    Rice, admitió la víspera que el gobierno de Bush rechaza un cese al fuego inmediato en el conflicto, pese al llamado de la comunidad internacional a que finalice la agresión. "Un alto al fuego evitaría eliminar la amenaza que representan los militantes de Hizbolá para Israel y dejaría abierta la posibilidad de más violencia en el futuro", alegó la diplomática, al intentar justificar la controversial postura de Washington.

    Expertos aseguran que la negativa de la administración Bush a promover el fin de los bombardeos contra el pueblo libanés responde al interés de que Tel Aviv disponga de mayor tiempo y finalice con éxito su ofensiva. Sin embargo, en opinión de algunos analistas, la agresión contra Líbano si a algo contribuye es a desestabilizar mucho más el ya convulso Oriente Medio.

    Es como intentar apagar con gasolina un incendio que desde hace tiempo ocasiona pesadillas en Washington, y que tiende a intensificar los sentimientos antiisraelíes y antinorteamericanos en una región, que no olvida heridas como las del Sinaí egipcio y los Altos del Golán sirios.

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