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Lazos Rotos

Tensión vecinal en La Orotava . "Esto no pasaba ni con Franco".

Los vecinos alzados contra la demolición del Atlante tildan la actitud de la Alcaldía de "cacicada". Cada día que pasa crece la indignación de los vecinos de La Orotava alzados contra la demolición del teatro Atlante ante la actitud de la Alcaldía. "Pero, ¿a quién defiende el alcalde, a los vecinos o a un constructor?", se preguntan los acampados, que prometen llegar hasta el final.

La acción ciudadana concentrada en la intersección de las calles Juan Padrón y San Sebastián, para detener la demolición del teatro Atlante y otras cinco viviendas, se ha convertido en un hito en las movilizaciones sociales de La Orotava. La crispación por la actitud de la Alcaldía se palpa entre las seis casetas de campaña y la jaima que albergan a los vecinos acampados, que piden la marcha del alcalde "si tiene dignidad". El jornalero Manuel Marrero, que vino de Villa Arriba para sumarse a la protesta, no recuerda algo así: "Esto es propio de la época de Franco, de los caciques".

Esther Pérez es una de las vecinas afectadas. Vive en la calle Nicandro González y teme, como otros orotavenses de la zona, que la demolición afecte a su casa. "¿A quién representa el alcalde, al pueblo o a un constructor? ¿Dónde está la justicia?", se pregunta, para explicar que la actitud de los responsables del Ayuntamiento está siendo "indignante": "Han llegado a mandar a conocidos nuestros de la Policía contra nosotros". Solicita la dimisión "inmediata" del alcalde, Isaac Valencia (CC), al que acusa de "no dar la cara", de ordenar la carga y de velar sólo por intereses "muy particulares".

El colectivo de afectados ya tiene nombre: Movimiento Vecinal Atlante. Llevan acampados desde el jueves y hasta ayer mantenían suspendida la maniobra de la pala mecánica, que descansa justo detrás de las casetas. Sus demandas son claras: se niegan a la eliminación de una zona con historia del casco de La Orotava y a que sea sustituida por un bloque de viviendas privado que choca con la arquitectura del entorno, así como denuncian los daños que la demolición y posterior construcción de los bloques y aparcamientos puede causar en las casas de los alrededores.

El hotel Alhambra.
Justo detrás de los restos del Atlante está el negocio de Jorge Fernández, el hotel Alhambra. "Me costó mucho levantarlo. ¿Quién me ayudará si el hotel sale perjudicado por esta demolición? Si ni siquiera hay estudios que concreten qué tipo de afección puede causar esta obra que nos quieren imponer", se queja, mientras señala los planos colgados en un panel puesto por los vecinos y "las barbaridades" que a su juicio conllevará la demolición. La resistencia ha encontrado rápido apoyo en asociaciones de toda la Isla. Ya los grupos orotavense del PSC, IU e IPO-Los Verdes habían venido denunciando este proyecto en los últimos años, y algunos de sus dirigentes estuvieron en la acción de la Policía Local del pasado viernes que no logró el desalojo. Montserrat Ramos, que fue arrastrada por el suelo, recuerda que "la reciente declaración del casco como Bien de Interés Cultural obliga al Ayuntamiento a una revisión de todos los proyectos. Además, tenemos permisos para la concentración y hay una sentencia que obliga a la empresa [Pejomar Orotava SL] a retirar la pala de la zona".

El conflicto viene de atrás. El 20 de febrero de 2002 IpO-Los Verdes presentó en el Ayuntamiento una propuesta para que éste iniciara el expediente de protección del teatro Atlante y para que lo comprara y lo destinara a uso social. El pleno aprobó seis días después enviar la propuesta a los redactores del Plan Especial de Casco. Estos grupos denuncian que en mayo de 2003, "sin pasar por ninguna comisión informativa, ni pleno, muy poco después de las elecciones y sin notificación, se firmó el decreto por parte de la Alcaldía en el que se concedía permiso a una empresa para tirar el Atlante y otras cinco viviendas y levantar un bloque de pisos".

A la espera de una salida judicial, una treintena de vecinos seguía ayer entre las casetas. Cerca, un corrillo de vecinos hablaba del tema. "El alcalde tiene que defender a los vecinos. Es una vergüenza que no lo haga. Esto no pasaba ni con Franco", apunta indignada Zenolia Morales.

Fuente: La Opinión de Tenerife

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