Solicitud para que se entregue el premio nacional de medio ambiente a Telesforo Bravo. Nota de prensa de la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza.
La Junta Directiva de la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza, en reunión celebrada el martes día 19 de abril, acordó sumarse a la petición del Patronato del Parque nacional del Teide solicitando la concesión del Premio Nacional de Medio Ambiente a título póstumo para don Telesforo Bravo. Este eminente científico y naturalista contribuyó de manera decisiva la conservación de la naturaleza canaria y, en su larga pertenencia al patronato jugó un papel fundamental en la conservación del P. N. del Teide
En santa Cruz de Tenerife a 4 de mayo del 2005
Aprovechamos esta petición de la Directiva de ATAN para incluir en nuestra WEB el siguiente artículo sobre Telesforo Bravo, redactado por uno de sus muchos alumnos, Eustaquio Villalba.
El olor a tabaco de pipa precedía a su llegada, entraba en clase con un paso que parecía más propio de un montañero que de un profesor universitario. Como cada día, había expectación entre los alumnos de Geografía de Canarias, nos acomodábamos en los pupitres y nos preparamos para oír a don Telesforo. La mayoría, ni tan siquiera cogíamos apuntes, en realidad nos quedamos "lelos" ante tanta sabiduría, nos parecía imposible que alguien pudiera conocer con tanto detalle cada rincón de las islas, las plantas, los pájaros o las rocas parecían no tener secretos para él.
Sus explicaciones del paisaje insular deslumbraban y no sólo por su apabullante erudición, sino porque eran, evidentemente, el resultado de sus muchas horas de trabajo de campo. Recuerdo que en nuestra osadía juvenil tratamos, durante sus primeras clases, de poner a prueba sus conocimientos "don Telesforo, qué especie de árbol es la que se encuentra en barrio de Agulo de Las Rosas, al borde de la carretera y antes de entrar en la cuenca del barranco de Simancas en el municipio de Vallehermoso". Él, sin inmutarse por la evidente pedantería de la pregunta, la contestaba, sin alterar su tono afable y añadiendo tanta cantidad de información que hacía más patente nuestra presuntuosidad.
Era doctor en geología pero él siempre resaltaba que era maestro y licenciado en Ciencias Naturales y pronto nos dimos cuenta de el porqué, eran los que mejor expresaban su saber enciclopédico y su amor por la enseñanza. Cuando se creó la Sección de Historia como una especialidad dentro de la Facultad de Filosofía y Letras a mediados de los años sesenta, don Telesforo, catedrático de Petrología de la Universidad de La Laguna desde 1966, se hizo cargo de la asignatura de Geografía de Canarias; no fue un hecho circunstancial y ajeno a su trayectoria, en 1954 había aparecido el primer tomo de su Geografía de Canarias. En el prólogo, el doctor Hernández Pacheco resaltaba la dificultad de escribir un estudio sistemático y total de las Islas Canarias: "Tal propósito no ha sido fácil, pues pese a la uniformidad que, aparentemente y en un principio pudiera creerse que ha de ofrecer el Archipiélago Canario, su diversidad es inmensa, ya que tal conjunto de islas es un verdadero mundo por su complejidad. Con él hay que estar compenetrado, en él hay que haber vivido mucho tiempo y pensar seguir viviendo para así poder conocerlo y sentir; un apasionado de las Ciencias Naturales para gozar al recorrer cantiles colgados y playas solitarias, al escalar picachos y descender bajo tierra y seguir los singulares 'tubos' formados en las coladas volcánicas, para adentrarse en las soledades grandiosas de Las Cañadas o recorres los ubérrimos y poblados campos de platanares y tabaco. Tal labor la tenía que hacerla un canario que fuera naturalista; un hombre; en fin, enamorado de su tierra y de su profesión, circunstancias que felizmente concurren en Telesforo."
Eso lo percibimos pronto sus alumnos y, así comprendimos que la geografía se tiene que hacer con la cabeza, pero que es imprescindible utilizar los pies; que no había otra manera de elaborar explicaciones geográficas sensatas y científicamente aceptables. Nos decía, con su ejemplo, que para hacer geografía se requería algo más que elaborar ingeniosas hipótesis desligadas de la realidad territorial, que era un mal camino ocultar la carencia de datos con el empleo de un lenguaje incomprensible, pseudos científico y lleno de galimatías. Él era todo los contrario, su Geografía de Canarias y sus clases eran todo un ejemplo de prosa clara, sencilla y rigurosa, la propia de un maestro.
Telesforo fue un sabio cuyos conocimientos transcendía de su propia especialidad, pero también fue un eminente investigador que aportó importantes novedades para la ciencia. Sus descubrimientos paleontológicos, especialmente las referidos a las ratas, tortugas y lagartos gigantes de la paleofauna, han sido fundamentales para la historia de la ciencia en Canarias, pero será en su faceta de vulcanólogo en la que aportaría un nueva teoría que ha revolucionado la vulcanología.
Su profundo conocimiento del subsuelo de las islas le permitió sentar las bases para una nueva explicación de la formación de valles y calderas acorde con los nuevos datos aportados por sus estudios de las galerías de Tenerife. Demostró que los valles de La Orotava y Güímar se habían formado a partir del deslizamiento catastrófico de las laderas de la Isla y que Las Cañadas era un depresión abierta hacia el mar a través del valle de Icod lo que descartaba que su formación se debiera a un hundimiento de la parte central de Tenerife. Durante muchos años otros investigadores negaron validez a su teoría, incluso sus aportaciones desaparecieron de los libros de geografía y geología de Canarias, pero como escribió uno de sus más brillantes continuadores, José Manuel Navarro, don Telesforo tenía razón.
En la década de los noventa los estudios de los fondos marinos confirmaron su hipótesis, en el fondo del océano estaba las parte deslizadas de los territorios insulares. Estos deslizamientos gigantescos no eran una singularidad canaria, fenómenos similares se habían producido en otros territorios volcánicos. Con la teoría de don Telesforo se podían explicar satisfactoriamente el origen de muchos valles y calderas volcánicas, la ciencia había dado un gran salto.
La escasez de agua ha sido una constante en la historia del archipiélago, su captación, almacenamiento y distribución ha sido y es una prioridad para los canarios, pero va a ser don Telesforo quién hace posible desplazar búsqueda azarosa por la derivada del conocimiento del funcionamiento de los acuíferos insulares. Pasó mucho tiempo en el interior de los túneles excavados para encontrar el agua, él siempre tan metódico llevaba la contabilidad y presumía de sus años de topo, de las dificultades que tenía que sortear para acceder a las zonas donde se emboquillaban las galerías.
A pesar de que su fama en el mundo del agua fue extraordinario, él siempre hizo prevalecer su condición de científico y naturalista. Si nunca se jubiló como científico, tampoco lo hizo como experto en aguas. Hace tres años explicaba en La Palma las ventajas que supondría para la Isla la construcción de la macro galería en Garafía que no era únicamente asegurar el aprovisionamiento por muchos años, también supondría un enorme beneficio ambiental al descartar la construcción del embalse de La Viña, dejar de explotar los pozos contaminados por la instrucción marina y recuperar los caudales de los nacientes de La caldera, eso para él era, y así lo dijo a la audiencia de la Casa de La Cultura de los Llanos: "una cuestión ética."
Don Telesforo fue una gran persona, su humanidad era el rasgo característico de su carácter. Estaba por encima de los halagos y, también, de las maledicencias. Hasta su muerte siguió siendo un ejemplo de curiosidad intelectual, capacidad científica y, sobre todo, de calidad humana. Muchos premios, reconocimientos y homenajes jalonan su larga trayectoria de estudioso de la geología y de la naturaleza canaria. Su personalidad científica y humana está directamente entroncada con los grandes naturalistas del XIX, tiene esa dimensión que separa al experto del científico, era la antítesis del hombre unidimensional, sus trabajos de geología, volcanismo, paleontología, botánica o geografía así lo acreditan.
Entre las muchas facetas que adornan la personalidad de D. Telesforo hay una que ha brillado siempre con luz propia: la de divulgador de sus amplísimos conocimientos. Destaca como un conferenciante brillante y ameno, pero donde su saber deslumbra y su humanidad despierta la admiración más sincera, es en las salidas de campo. Somos muchos los profesores que gracias a su magisterio desinteresado hemos recorridos las islas canarias y los archipiélagos macaronésicos disfrutando de su presencia, de su amabilidad, de su buen humor y, sobre todo, de su magisterio. Gracias D. Telesforo.
Eustaquio Villalba Moreno
Portavoz de ATAN y aniguo alumno de Telesforo Bravo
Fuente: Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN)
Enlace: Leer la nota de prensa en su fuente original
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