Detenido en Miami el terrorista que causó la muerte de 73 civiles en atentado.
Según la versión de la televisora CNN, Luis Posada Carriles está en manos de las autoridades federales estadounidenses. Se le vió abordando un helicóptero del Departamento de Seguridad Interna.
Venezuela espera al criminal. Mientras el teléfono de la revista Patria Grande colapsa con las llamadas de amigos y colegas venezolanos, interesados en confirmar la noticia del arresto de Luis Posada Carriles, no puedo evitar un remolino de recuerdos: desde los años de espera de Carlos Alberto Cremata, y de todas las víctimas del crimen de Barbados, hasta la mirada triste de Giustino Di Celmo, quien perdió a su hijo Fabio en uno de los actos terroristas organizados por un criminal, al que cierta prensa norteamericana ha llamado "disidente" o "miliciano".
El 17 de mayo del 2005 ya es historia por muchos motivos: primero, porque arrestar, resguardar, detener, proteger o deportar a Posada Carriles significa el reconocimiento público de que este terrorista, criminal confeso, mercenario de alma y ser humano despreciable, se encontraba, como habían denunciado el Gobierno y el pueblo cubanos, en territorio del país que ha desatado una guerra feroz contra el terrorismo, y ahora debería explicar a las víctimas de los atentados del 11 de septiembre, cómo la mafia de Miami le abrió a Posada las puertas de casa.
En segundo lugar, la historia ha vuelto a darse de frente con la dignidad y la entereza del pueblo cubano, con la visionaria conducción del Comandante en Jefe Fidel Castro, quien acorraló con sus ideas y sus denuncias no solo a Posada Carriles, sino a los responsables de que el terrorista hubiese entrado impunemente a Estados Unidos. Muchos amigos venezolanos me advierten que la Marcha de este martes en La Habana, y las palabras de Fidel, fueron como la estocada final que obligó al "arresto" del prófugo de la justicia venezolana.
Pero los cubanos, acostumbrados a lidiar con el imperio, sabemos que lo que acaba de ocurrir no es más que el inicio de una nueva batalla: ahora comenzarán las maniobras para dilatar el proceso legal y la respuesta a la solicitud de extradición hacia Venezuela.
En Caracas, donde el Gobierno solicitó con determinación la extradición del criminal y prófugo Posada Carriles, donde los medios han seguido de cerca las noticias de los últimos días, donde el pueblo no olvida que la Patria venezolana fue utilizada como base de operaciones para cometer actos terroristas, donde se siente y conmueve el dolor de miles de familias cubanas, la batalla por la extradición encontrará un digno e innegociable bastión, porque en Venezuela hay una prisión en la que Posada Carriles dejó una sentencia inconclusa.
Hay muchas huellas suyas y de Orlando Bosch en esta ciudad. Vivo, por ejemplo, en el mismo edificio (Anauco Hilton) donde se planeó la voladura del avión de Cubana en Barbados. Hay un aula de la Misión Robinson en la misma prisión adonde fueron llevados los autores materiales e intelectuales del criminal acto terrorista, y allí, los reclusos hablan con rabia de los que alguna vez ocuparon el galpón conocido como "El avión", y se conocen al dedillo la historia del crimen.
Este martes, para orgullo de todos los cubanos, ha sido un día inolvidable. Es imposible olvidar el silencio con que el pueblo cubano despidió a las víctimas del crimen de Barbados en la Plaza de la Revolución, allá en La Habana; el reclamo de justicia de aquellos hijos pequeños que se hicieron hombres y mujeres sin ver tras las rejas al asesino de sus seres queridos; la perseverancia de Fidel, quien nos ha enseñado a pelear hasta el final por la victoria, y el ejemplo de ese pueblo que acaba de añadir un nuevo símbolo a la inolvidable frase de aquel 15 de octubre: cuando un pueblo enérgico y viril marcha, la injusticia tiembla.
Fuente: Diario Granma
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