El Sáhara o la vergüenza española.
Los imperios una vez que han sometido al expolio a sus colonias aunque, como el caso español la llamen "provincia del Sahara español" y haya sentado a sus representantes en las Cortes franquistas de la época, salen corriendo y dejan atrás una mala huella donde crece la confrontación y donde se enraiza la desvergüenza colonial.
El 14 de noviembre de 1975 se firma en Madrid el Acuerdo Tripartito entre España, Marruecos y Mauritania en virtud del cual se ponía fin a casi 100 años de presencia colonial española en el Sáhara. Este acuerdo es uno de los asuntos mas turbios y oscuros de la política exterior española. Con él se permitió la entrega y el reparto del territorio, se agredió y expulsó de su tierra al pueblo saharaui condenándolo al exilio, a la invasión y a la ocupación militar extranjera en un verdadero intento de genocidio. El gobierno español olvidando sus obligaciones como potencia colonizadora y sus promesas a la población autóctona potenció el reparto y venta del territorio entre dos países que nunca tuvieron el menor derecho sobre el.
Y así las cosas, España entrega la administración del territorio a Marruecos y a Mauritania (que más tarde ésta cede totalmente al rey alaui); propicia la venta del 75% del capital de Fos-Bucraa, SA, a la compañía estatal de fosfatos marroquí mas la serie de ventajas para Marruecos en lo referente a la pesca, que acabó de hundir a la flota canaria que faenaba en el banco canario-sahariano, ademas de las garantías que Marruecos le dio a España para que tuviera cierta "tranquilidad" sobre Ceuta y Melilla. Con todo esto la resolución del Tribunal de Justicia de La Haya del 16 de octubre de 1975 en que se reconocía, como conclusión final, que no habían encontrado vínculos legales entre el territorio de el Sahara con Marruecos que pudiese afectar el derecho a ejercer el derecho de autodeterminación de ese territorio que es lo que proclaman los saharauis.
Más tarde, ya se sabe, la guerra entre Marruecos y el Frente Polisario, las fintas españolas de los diferentes gobiernos; antes el PP que no quiso saber nada del asunto, aunque apoyó el plan Baker, que se molestó, por la visita que en su día Zapatero efectuó al rey de Marruecos y ahora el malestar del gobierno socialista porque Aznar visitó en su día los campamentos de refugiados de Tinduf. En fin un perfecto galimatías entre unos y otros que lo que hacen es contribuir a que el pueblo saharaui siga preso de las indecisiones de una política colonial española nefasta que continua dando palos de ciego y que está totalmente subsumida por la política exterior marroquí. Parece como si se temiese no se sabe que, mientras un pueblo vaga errante por el desierto sin encontrar su territorio.
El Sáhara, sus arenas, están mas calientes que nunca, la represión marroquí no cesa y envía a mazmorras medievales a aquellos que gritan por la libertad; gobiernos del mundo, incluido el español, que hacen oídos sordos a esos gritos y que adormecen una diplomacia nefasta, como si fuera la de Franco moribundo, y que lo único que les queda es contemplar como se consuma el exterminio de un pueblo donde la máxima responsabilidad por más vueltas y vueltas que se le quiera dar es la política exterior española. Y en estos momentos quien ostenta esa máxima responsabilidad, sin lugar a dudas, es el Gobierno del PSOE.
España cuando abandonó el Sáhara se dijo que su defensa no merecía una sola gota de sangre, y en eso quizás si tuvo razón, pero la historia traicionó las voluntades y ya se ve, la guerra entre el Polisario y Marruecos ha costado miles de vidas. Pero la resistencia de un pueblo está ahí, sabemos que los guerrilleros de entonces están viejecitos pero hay sangre joven que solo quieren una cosa , y que tendrán que dársela, que no es otra que poder regresar a su tierra, a la tierra que les vio nacer, a ellos, a sus padres, y a los padres de sus padres.
La Historia no perdona porque tiene memoria y aunque sea mal contada, la crudeza de los hechos hace resaltar la verdad, y la verdad de un pueblo por mucha represión que se ponga enfrente no abortará el deseo de pertenencia a un territorio. La tierra termina mandando más que las bombas y las bayonetas. Aunque sea tarde.
Juan Jesús Ayala
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