Educación infantil: La asignatura pendiente.
Milagros Expósito González / Artículos de opinión.- Ahora mismo, en pleno siglo XXI, cuando la clase política se llena la boca diciendo que han incorporado a la escuela a la totalidad de niñ@s de 3 años, yo me pregunto si se han parado a mirar en los Centros Educativos cómo está esa incorporación.
Si echamos una mirada podemos observar que la cosa no es tan bonita como nos la pintan. La educación en la etapa de Infantil es en muchos casos penosa. Bueno digo Educación Infantil pues con tanto cambio de leyes, espero que no se cometa el error de volver como se dice, a la Educación Preescolar, antes de la escuela. Ya que en la desarrollo infantil no hay un antes y un después sino que se trata de un proceso evolutivo progresivo e integral, es decir en todas los aspectos de la vida.
Detengámonos en el primer ciclo, el que va de 0 a 3 años. Como sabemos este período transcurre entre el seno familiar y/o los centros infantiles mal llamados guarderías, ya que nuestros pequeñ@s no son paquetes a guardar. Centros, por otro lado, que dependen de la Consejería de Servicios Sociales, de los Ayuntamientos o de la iniciativa privada.
El cambio en la estructura familiar, la incorporación al trabajo de los dos miembros de esta unidad, el abismo y desajuste existente entre la familia y la vida laboral, el corto permiso de maternidad (4 meses), el cambio producido en la figura de los abuel@s ahora mismo inmersos también en el mundo laboral o en la lejanía, hace que los centros infantiles sean una necesidad prioritaria en muchos de nuestros barrios y ciudades.
Las infraestructuras de este tipo son muy escasas. Las de carácter público son casi inexistentes, y, donde las hay, están completas y con largas listas de espera para obtener una plaza, quedando sólo la posibilidad para los bolsillos más pudientes que recurren a los centros privados, cosa imposible para las familias económicamente menos favorecidas.
Si nos detenemos en la segunda etapa de Educación Infantil (3 a 6 años), están incorporados casi exclusivamente a los centros de Primaria actualmente llamados de Educación Infantil y Primaria -CEIPs-, ya que, debido a la política economicista de la Consejería de Educación, van quedando muy pocos de aquellos específicos de Infantil. Así, y después del tiempo transcurrido, la situación para este ciclo sigue siendo la de convidados de piedra. Las infraestructuras no se han adaptado para los más pequeños y atienden en muchos casos a una demanda superior a su capacidad. Así nos encontramos colegios donde las aulas de infantil son las más húmedas; otras se reparten por el centro dependiendo de la ratio de cada curso, y rompiendo así la unidad del ciclo; otras lejanas al baño, incluso para el alumnado de 3 años; algunas cercanas a la puertas de salida a escaleras o diversos peligros que hacen de la educación un salto de obstáculos; otras que están en un edificio aislado, a veces lejanos al centro base, y es el profesorado quien debe atender por si solo al grupo clase y los incidentes del ciclo, además de estar lejos de las infraestructuras mínimas, incluso hasta el propio derecho al comedor.
Ni que decir tiene que son pocos los centros por muy grandes que sean que dispongan de un aula de psicomotricidad propia, tan necesaria en estas edades por eso de la evolución de la psiquis a través del desarrollo motriz, del movimiento. Así esta actividad queda pendiente al uso del gimnasio, uso exclusivo para la Educación Física de Primaria y que Infantil solo puede aspirar a este espacio si queda alguna hora libre, cosa casi imposible por lo apretado del horario.
En cuanto al patio de recreo, el abanico es muy pintoresco: centros donde no hay patio para infantil y el recreo se realiza en canchas inhóspitas, de piche, con gradas peligrosas, escalones, verjas rotas, a una hora que por no hacerla coincidir con el recreo de Primaria, se realiza en otra franja horaria, que a veces coincide con la clase de Educación Física, en patios donde el baño está en otro edificio lejano
Patios desprovistos de juegos, sin parque, sin posibilidad de usar los triciclos, las carretillas, los cubos, las palas que envía la Consejería de Educación y que quedan guardadas en las cajas en las que fueron enviadas, esperando no se sabe hasta cuando.
Con este panorama las maestras y maestros de Educación Infantil representan el eslabón perdido en un sistema educativo que se ha olvidado de la etapa. Se encuentran con grupos de 20 alumn@s de 3 años, algunos llegan con 2 añitos, sin auxiliar, sin apoyo real establecido, dependiendo sólo de la voluntad de los equipos directivos y/o los compañero@s de Primaria que accedan a bajar a Infantil. Lo habitual es la soledad, entre los llantos, las patadas, las rabietas, los vómitos, las pipís, las cacas y los mocos de los pequeños que afrontan a veces un duro período de adaptación. Est@s profesionales tienen que estar pendientes de la seguridad y al mismo tiempo de la educación integral de los alumn@s en condiciones como puede verse bastante problemáticas.
No tienen posibilidades de realizar turnos de recreo, sino que son los responsables absolutos todos los días del año, frente a unos compañer@s con sus turnos semanales.
Tampoco se beneficia el alumnado del reparto de los apoyos del centro. No se da importancia a la intervención directa en el aula, pues no es lo mismo la atención individualizada en un grupo de 20 o 25 niñ@s con una persona, que si lo hacen dos.
Los especialistas no actúan en la mayoría de los Centros en este ciclo, como son los casos de psicomotricidad, música, etc. Sólo lo hacen los que imparten religión, por eso del adoctrinamiento, y que, en esta etapa, suena a discriminación ya que con estas edades los alumn@s no entienden por qué unos se van y otros se quedan. Con el idioma inglés se obliga a la tutora/o a estar en el aula, lo que a veces supone un problema ya que el alumnado no ve al especialista como su profesor/a sino que recurren en todo momento a la tutora.
El olvido de esta etapa hace que la Administración aún no haya adaptado el programa Pincel a las características de globalización en Infantil. Así los horarios dependen de la Inspección y/o del Equipo Directivo de turno, que obligan a preparar un horario que nada tiene que ver con la metodología ni la realidad de estas aulas, optándose en algunos casos por elaborar, en realidad, dos horarios: uno para la Administración y otro para la actividad real.
Con todo lo expuesto, la realidad en esta etapa es que a pesar de la vitalidad e innovación que caracteriza a l@s profesionales de la Educación Infantil hay un cansancio y desilusión, que se transforma al cabo de los años en una huida del problema, concursando hacia Primaria, en lugar de enfrentarse a la situación y tratar de cambiarla.
¿Para cuándo una Educación Infantil en condiciones, con los mismos derechos que la Educación reglada? ¿para cuándo el desarrollo de las infraestructuras adecuadas a la edad, a sus necesidades lúdicas, educativas, de seguridad ? ¿para cuándo la presencia en nuestras aulas de infantil de auxiliares, educador@s o cuidador@s? ¿para cuándo la no diferenciación a todos los niveles, entre los profesionales de la educación? ¿para cuándo la compatibilidad entre la vida laboral y la familiar? ¿para cuándo la creación de Escuelas Infantiles cercanas o dentro de los centros de trabajo? ¿para cuándo una Escuela Pública y Digna?
Milagros Expósito González | Maestra de Educación Infantil
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