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Lazos Rotos

Habla un maestro. El escritor inglés Harold Pinter, denuncia los crímenes de EEUU al aceptar el premio Nóbel.

Harold Pinter

Medios alternativos / inSurGente.- Ausente por prescripción médica, debido al tratamiento contra un cáncer al que está siendo sometido, Pinter recurrió, como estaba previsto, a una grabación en vídeo, pero no por eso su voz sonó menos contundente en la sede de la Real Academia Sueca, e hizo honor a su conocida fama de escritor comprometido. 'Arte, verdad y política', como tituló su discurso, empezó hablando sobre la verdad en el drama y la vida real: en el primer caso, lo que importa es su búsqueda y da igual falso y verdadero, irreal y real; en el otro, sí, y es preciso distinguirlos. Su compromiso político y social condujeron al discurso a un alegato contra el imperialismo.

Pinter confesó que sus obras nacían de 'una línea, una palabra, una imagen' y que entendía el proceso de creación de personajes literarios como 'incierto, incluso alucinatorio, aunque a veces pueda ser una avalancha imparable'.

El considerado miembro destacado de la generación de Jóvenes Airados británicos expresó también sus ideas sobre el teatro político, que debe huir de sermones y miradas unidireccionales.

Tras un par de alusiones a dos de sus últimas obras, 'Mountain Language' (titulada en su versión en español 'El lenguaje de la montaña') y 'Ashes to Ashes' ('Polvo eres'), Pinter introdujo una reflexión sobre el lenguaje político y la mentira, a partir de la que desarrolló el resto del discurso.

La mayoría de los políticos, según él, no están interesados en la verdad, sino en el poder y en su mantenimiento, 'para lo que es esencial que la gente permanezca en la ignorancia', incluso sobre sus vidas; 'por eso lo que nos rodea es un vasto tapiz de mentiras del que nos alimentamos'.

Pinter negó por falsos los motivos que originaron la guerra de Irak para luego hacer un repaso descarnado de la política exterior estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial, cuyos 'crímenes', a diferencia de las 'atrocidades' de la URSS, no sólo no han sido documentados, sino que 'de ningún modo se les considera como tales'.

Buena parte de este repaso histórico se centró en la 'tragedia' de Nicaragua en la época de la Revolución sandinista, que el dramaturgo considera un caso significativo de la política de EEUU.

Aunque criticó la arrogancia y las contradicciones de los sandinistas, Pinter defendió sus logros en la reforma agraria y la gratuidad de la educación y la sanidad, y cómo su condición de 'ejemplo peligroso' justificó los esfuerzos estadounidenses.

Como muestra de 'tapiz de mentiras', citó la acusación del ex presidente Ronald Reagan a Nicaragua de ser una 'mazmorra totalitaria', cuando no había escuadrones de la muerte ni tortura, y la contrapuso al asesinato en El Salvador de monseñor Oscar Romero a manos de un grupo militar entrenado por Estados Unidos.

Pinter citó otros ejemplos de esa 'política que se extendió por todo el mundo', como el caso de Grecia, Uruguay o Chile.

'Nunca ocurrió, nada ocurrió, incluso cuando estaba pasando, no estaba pasando, no importaba, no era de interés. Los crímenes de los Estados Unidos han sido sistemáticos, constantes, despiadados, sin remordimientos, pero muy pocos hablaron de ellos', lamentó el Nobel.

Harold Pinter se preguntó si realmente existían la sensibilidad moral y la conciencia, a la vista de casos como el de los presuntos terroristas detenidos en la base de Guantánamo o la invasión de Irak, 'un acto de terrorismo de Estado'.

De Estados Unidos dijo también que 'le importan un bledo' la ONU, la legalidad internacional o las voces críticas, y que contaba con un 'corderito patético y sumiso' llamado Gran Bretaña, e invitó con sorna a la Corte Penal Internacional (CPI) a procesar a Tony Blair, ya que George Bush fue 'más listo' al no reconocer la autoridad de ese tribunal.

Entonces recitó unos versos de 'Explico algunas cosas', de Neruda, sobre la Guerra Civil española, porque 'en la poesía contemporánea no he leído otra descripción tan poderosa y visceral del bombardeo de civiles'.

Pinter incluso se ofreció para escribirle los discursos a Bush y leyó uno preparado para él en el que se burlaba de una sociedad 'compasiva que proporciona electrocución compasiva e inyección letal compasiva'.

Pinter cerró su discurso con una llamada al deber ciudadano de 'definir la auténtica verdad de nuestras vidas y nuestras sociedades', 'una obligación crucial que nos concierne a todos'.

Si esto no entra a formar parte de nuestra visión política, 'no habrá esperanza de restaurar lo que casi hemos perdido, la dignidad del hombre'.

  • Discurso íntegro (en inglés)
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