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Lazos Rotos

Evo Morales y la deuda india.

Agapito de Cruz Franco / Artículos de opinión.- A Teté, la eterna mujer india que aún conserva en los profundos olvidos de la selva todo el saber y el sabor y toda la cultura de los pueblos tanto tiempo masacrados.

Evo Morales no es Fidel Castro. Ni tampoco Chávez. Ni, aunque sindicalista como él, Lula. Bolivia con el 85% de indígenas no es Venezuela. Ni Cuba, en donde con una población básicamente hispano-africana no queda ni uno de aquellos indios taino originarios. Y aunque comparte con Brasil parte del mundo aborigen, de igual modo y aún más lo hace con la geografía maya de Guatemala y Méjico, con la kuna de Panamá, o con la inca o mapuche, entre otros muchos, del continente sur. El MAS –Movimiento al Socialismo- en que se apoya Evo, apenas un instrumento del Indianismo, verdadero cuerpo ideológico y respuesta política, ante la opresión occidental –bien se haya producido ésta en esa tierra en versión capitalista, marxista o cristiana-.

Satanizado por los del Eje del Mal y sacralizado por los del Eje del Bien, Evo, no pertenece ni a unos ni a otros, y tiene ante sí la grave responsabilidad de devolver al indio al lugar que le corresponde en la naturaleza, en la política y en la historia actuales. Evo Morales es el primer Presidente indio de Abya Yala –la mal llamada América- y en el país más pobre y, paradójicamente, más rico en recursos naturales, Kollasuyo –mal llamado Bolivia-. Pero en realidad su país al completo está compuesto por 250 millones de indios, los cuales se reconocen en la bandera conformada por múltiples cuadros de colores y que representa a todos los pueblos indios de esa “Madre Tierra en permanente juventud” que es lo que significa Abya Yala. Bandera que le ha jaleado hasta la cúspide del poder en su campaña electoral y perfectamente diferenciada de los proyectos del Tío Sam, de la Venezuela Bolivariana, de la Cuba castrista o de la Santa Madre Iglesia católica opustólica y romana. Porque es posible que, la falta de respeto con que le recibieron las ondas de la radio de los Obispos españoles tenga más que ver con el rechazo al Indianismo de estos salvajes que se autodenominan cristianos, que con la política española actual. Aunque, menos mal que aquí, en la América Latina, no tuvo lugar la limpieza étnica de las sectas protestantes y capitalistas del Norte, que en su creencia de que el Atlántico era el Mar Rojo y los indios el pueblo filisteo, no dejaron pluma con cabeza esgrimiendo la Biblia del pueblo judeocristiano como arma arrojadiza.

Es verdad que hay una diferencia abismal entre el Imperialismo de los EEUU y los pueblos hermanos del Sur y hacia los que tantas simpatías despierta Evo Morales. Pero, hasta la izquierda más pura se ha hecho más maravillosa a medida que se indianizaba, es decir, civilizaba y en donde es posible que el Anarquismo y el Movimiento Verde sean las culturas occidentales más cercanas a estos pueblos. Ahí está el ejemplo de Marcos y el zapatismo que impulsó el corazón de Ramona, la india tzotzil recientemente fallecida en las montañas de Chiapas y en el marco de las comunidades liberadas y autogestionadas. Cada pueblo tiene su camino. Lo ha expresado excelentemente Evo al hablar de sus hermanos quechuas y aymaras en su visita pre-presidencial por el mundo. El indianismo es poseedor de unos valores culturales contrapuestos a los transmitidos por la invasión occidental. La población india reivindica el derecho a regirse por sus propias pautas sociales, religiosas, políticas y culturales. Las democracias “hechas en occidente”, la cultura cristiana, el capitalismo, el comunismo, los sistemas en general de organización europeos nada tienen que ver con una población nada homogénea en la que se entremezclan pueblos y culturas: “Respetamos y aprendemos de las culturas occidentales, y por lo mismo pedimos que se respete y aprenda de las nuestras” suelen decir los teóricos del Indianismo. Y añade certeramente Raimiro Rainaga, escritor kollasuyo: “Somos 50.000 años de cultura cósmica, natural, 500 de cultura impuesta por el invasor, de cristianismo, y 50 de marxismo”…

Los indios quieren desandar el camino que Occidente les impuso desde 1.492 y éste, debe dejarse ya de exportar “ideologías salvadoras”, que, lo único que hacen es condenar a la extinción a unas culturas como las indígenas que tienen todo el derecho a prevalecer, y en las que las ONGs, como una nueva forma de colonialismo, no hacen muchas veces sino paralizar las luchas de tantos pueblos. La deuda india significa devolver al indio lo que le pertenece: la tenencia de la tierra, la utilización de sus propios recursos naturales, de sus derechos territoriales, de su autonomía política, de su desarrollo material, social y espiritual indio. Ellos que nos siguen recordando que lo que existe no es la naturaleza sino la relación de equilibrio que tiene un pueblo con ella, que cualquier cosa que les pase a los animales le pasará también al hombre, y que lo que le acontezca a la Tierra le acontecerá también a los seres humanos.

Todo nuestro apoyo a este hombre que vestido con un suéter multicolor, ha paseado la bandera del indianismo entre las monarquías capitalistas y socialistas de occidente. Todo el apoyo, porque, aún hoy, y bien sea en la derecha más reaccionaria, en la izquierda más liberadora, en el Norte Imperial o en el castigado Sur, existen todavía muchos personajes con el interminable complejo de Cristóbal Colón. Y en este mundo tan convulso, a Evo le ha tocado la difícil tarea de actualizar al indio y a la vez indianizar las selvas del FMI, de las multinacionales de la energía, y de tantos otros lugares inhóspitos del Planeta.

Agapito de Cruz Franco

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