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Lazos Rotos

Una generación de usar y tirar.

Medios alternativos / Sin Permiso.- *Antonio Sciotto. CPE, el contrato para menores de 26 años con dos interpretaciones. La del gobierno Villepin, que lo traduce por "contrat premiere embauche" ("de primer empleo"): dos años, durante los cuales la empresa puede despedir sin causa justificada. Y otra, desde luego más simpática, de los estudiantes y los jóvenes precarios: "contrat poubelle ebauche", es decir, "contrato de empleo basura". Un trabajo estafa, precarizado, expuesto a continuo chantaje. El bautismo del basurero se oficializó en la gran manifestación que ayer atravesó París. Muchísimos estudiantes de enseñanza media y universitarios menores de 26 años, pero también adultos que se solidarizaban con ellos: "Porque la precariedad es un problema que afecta a todos"; "son nuestros hijos"; "quieren destruir las garantías de los trabajadores, y empiezan por ellos". "Solidarité" es la palabra más recurrente en las consignas que pueden leerse en las pancartas: "Juntos a la calle, que solos somos frágiles". Con Baptiste, Sabine y Julianne hemos ido hasta la sede de la Coordinadora de temporales y precarios, en la Plaza de Italia, punto de encuentro de los manifestantes: en marcha octavillas, banderas, pegatinas. Y una torta de chocolate, debidamente cortada: Baptiste cumple 31 años, y es un montador de video. En plena generación "jetable", o de usar y tirar como dicen en París: un contrato de tres meses, otro de dos, luego algunos meses de vacío. Por fortuna, existe el subsidio de desempleo. "Pero hasta eso quieren recortar –explican los jóvenes, mientras se mueven lentamente en el tráfico urbano—. En 2003 reformaron los subsidios, haciéndolos proporcionales con el trabajo realizado en el año anterior: así, se llevaban mucho quienes habían ganado mucho, mientras que desaparecían los precarios de serie B, reducidos al mínimo legal". "Desaparición" e "invisibilidad" son precisamente palabras que se repiten en el cortejo. Mascarillas blancas cubren el rostro de los meritorios, muchachos y muchachas de más de 20 años, aún más precarizados e inexistentes que los temporeros intermitentes: éstos, al menos, entran en la "rueda", son llamados cada vez que hay trabajo. Valerie, 22 años, explica, el mecanismo que, en cambio, opera más cruelmente en el caso de los meritorios: trabajo gratis en una transnacional, que acaba en el olvido; nadie vuelve a llamarte. Vas a parar al basurero de los invisibles

"Con el CPE nos pueden chantajear, para que obedezcamos cualquier orden: ¿quién tendrá el valor de decir no al patrón, sabiendo que puede ser despedido?—se queja Baptiste— No sólo quitan las garantías del trabajo temporal, sino que ahora van también por el trabajo a tiempo indefinido, porque el principio del despido injustificado te hace vivir en la angustia permanente". "Para mí es precario también quien trabaja a tiempo indefinido –añade Sabine—. Pienso en amigos míos que trabajan en la restauración, en cadenas como McDonald's: un trabajo con contrato indefinido a tiempo parcial de pocas horas a la semana, pero la empresa cambia los turnos a su buen placer, disponiendo de los tiempos a su antojo". Me parece estar oyendo a italianos víctimas del paquete Treu y de la Ley 30: "¿Cómo lo haremos para construirnos un futuro?"; los bancos, con este contrato, no nos darán créditos». Por lo menos en Francia han introducido el «seguro de precariedad": pagan el 10% más los empresarios que hacen contratos temporales, con lo que se monetiza de algún modo la flexibilidad. Un dosificador importante (basta pensar que en Italia precarios como los cococò salen, encima, a mitad de precio que los trabajadores dependientes), pero no resuelve el problema.

Pero lo que sobre todo han comprendido los chicos es que el gobierno quiere dar una nueva vuelta de tuerca a la desestructuración del trabajo, tras el CNE ("contrat nouvelles embauches", contrato de nuevos empleos) aprobado el pasado año en pleno verano para evitar protestas: también prevé dos años de libre despido para las empresas con menos de 20 trabajadores. Daniel Duclos, profesor en un instituto de enseñanza media parisino, tiene 50 años y está afiliado a la CGT [Central General de Trabajadores, la principal organización sindical francesa]: explica que el gobierno y los industriales se proponen llegar a un "contrato único", que contemple la posibilidad de despido para todas las categorías de trabajadores, sin distinciones de edad de los trabajadores o a de dimensión de la sempresas. "Por otra parte –prosigue—, los contratos temporales llegan ya al 16% en el sector público y al 12% en el privado: yo estuve 13 años de interino en un colegio, y recuerdo que entonces la temporalidad podía aguantarse. Yo querría al menos lo mismo para los precarios de hoy: tienen que sentir que estamos con ellos".

*Antonio Sciotto es el enviado especial del cotidiano comunista italiano Il Manifesto para cubrir la incipiente rebelión de los trabajadores y los estudiantes franceses contra la reaccionaria reforma neoliberal del mercado de trabajo impulsada por el gobierno Villepin.

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