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Lazos Rotos

Viva la República. ¡A por la tercera!

Memoria histórica / La Haine.- La tercera República. Los contenidos de la tercera República no son deducibles ni predicables respecto a un vago contexto temporal: “el siglo XXI”. Deben extraerse de su proceso histórico y del contexto político actual, en particular, en lo relativo a la calidad de las convicciones democráticas de la población y a la fuerza política, ideológica y organizativa de la izquierda anticapitalista.

Identificar República con Democracia no es un acto gratuito porque obliga a rechazar cualquier contenido incompatible entre ambas. Una república democrática sería incompatible, no solo con la actual monarquía, sino también con el fraude de ley generalizado en los contratos temporales, la maraña de contratas y subcontratas que hacen imposible el ejercicio de la libertad sindical y del derecho a la negociación colectiva, con la dictadura de la competitividad, que sitúa en el derecho a un empleo digno, a una vivienda, a cuidar y a ser cuidados, o el derecho a la vida de 3.500 trabajadores muertos al año por accidentes y enfermedades laborales en España el plano de piadosas intenciones.

Tampoco podemos imaginar una república democrática en la que la vivienda, los empleos, la educación, la jubilación y la salud, estén, cada vez más, en manos de empresas privadas cuya única finalidad es el lucro o en la que la Iglesia conserve sus privilegios para manipular y condicionar la educación de lxs niñxs y las conciencias de toda la población. Menos comprensible aún sería una República que mantuviera las bases norteamericanas que trajo Franco en 1953 y que hoy constituyen una pieza logística fundamental para las agresiones neocoloniales de los países ricos en Oriente Próximo y Asia Central. Tampoco sería aceptable mantener la pertenencia a organizaciones militares internacionales como la OTAN, mero apéndice del Ejército de EEUU para garantizar la represión global contra cualquier movimiento social o estado desobediente.

La reivindicación de una 3ª República no es una cosigna revolucionaria sino, simplemente, una aspiración democrática. Pero eso, en el Estado Español, parece mucho porque la monarquía parlamentaria esta viciada de origen tanto por la exclusión de valores democráticos: (movilización, participación, autodeterminación), como por la imposición de principios heredados de la dictadura franquista: (monarquía; capitalismo global generador de precariedad, desarraigo, exclusión y muerte; dependencia de potencias y ejércitos extranjeros; complicidad en crímenes de guerra al margen de la legalidad internacional; represión de cualquier movimiento popular que exprese el descontento desde abajo y tenga vocación constituyente).

La lucha por la República exige la unidad de todos los demócratas frente a los enemigos de la democracia. Pero, paradójicamente, los partidos de izquierda y sindicatos que se disputan con la derecha los votos de las amplias clases medias beneficiarias de la globalización capitalista, se autodenominan “los demócratas”. Las repúblicas de mercado constitucionalizan el capitalismo de manera que lo que no está en la Constitución, no es democrático y al no serlo, cualquier propuesta disidente es tratada como enemiga de la democracia. El caso del Estado Español, con una arquitectura política y una constitución impuestas por el franquismo y aceptadas por una izquierda claudicante ante la amenaza de golpe militar, es paradigmático. El “consenso” tan celebrado de la Transición Política Española, encubre una amenaza mortal en caso de desobediencia.

La similitud entre el PP, como derecha tradicional y el PSOE, como derecha sobrevenida, explica, a pesar de los desmanes del PP, la inseguridad electoral del PSOE. En particular, su urgente necesidad actual de tomar distancias, sobre todo, en lo tocante al “españolismo constitucional” anticatalán y antivasco. El bloqueo y el peligro de caer en la marginalidad electoral en las nacionalidades históricas, compromete la propia integridad del PSOE que no puede soslayar por más tiempo el distanciamiento, por parte del PSE y del PSC, respecto a la “Indisoluble Unidad de España” del Artículo 2 y a la amenaza de intervención militar del Artículo 8 de la C.E.

La actual iniciativa política del gobierno del PSOE intenta la cuadratura del círculo: canalizar la identidad “nacional” de algunos sectores de la opinión pública en Cataluña y en Euskadi hacia cambios cosméticos y aplazados de la Constitución que le atraigan votos de clases medias y aíslen al movimiento popular que en Euskadi defiende la autodeterminación y el socialismo. Los pactos cruzados y transversales para bloquear y neutralizar al PP, poniendo hoy una vela al diablo (ERC; Batasuna) y mañana una vela a Dios (CiU ; PNV) son un juego de prestidigitación del PSOE en el interior del aparato del Estado. Este funambulismo político cuenta, a su favor, con la voluntad de paz de la mayoría de la población española y en su contra, con el fascismo españolista y antidemocrático que el PP y el PSOE han inoculado conjuntamente, desde el inicio del régimen monárquico. La gente quiere la paz pero esa misma gente conserva el imaginario social de la sumisión, el anticomunismo - hoy antiterrorismo - y el miedo a un baño de sangre, a cuya memoria remite el artículo 2 de la C.E. invocada recientemente por el Jefe del Estado con uniforme de Capitán General, en la Academia Militar de Zaragoza.

La Tercera República debe colocar el derecho de autodeterminación en primera línea. Pero, la autodeterminación para el pueblo vasco será muy dificil sin activar, autónoma y solidariamente, la autodeterminación del resto de los pueblos de España, dinamizada a su vez, por la autodeterminación de lxs trabajadorxs contra el nuevo fascismo que, en nombre de la libertad de mercado global, disuelve los derechos humanos y la soberanía de las instituciones democráticas. La globalización económica y el “libre comercio” son incompatibles con cualquier sujeto que no se doblegue a la rentabilidad y la libertad de movimientos del capital. Un estado vasco neoliberal puede ser tan odioso y dañino para las clases populares como el Estado Español.

1 comentario

miguel -

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