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Lazos Rotos

Ante la condena internacional del franquismo, ahora acabar con sus vestigios.

Manuel de la Rosa Hernández / Artículos de opinión.- La comisión permanente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ha condenado recientemente las "múltiples y graves violaciones" de los derechos humanos cometidas en el Estado español durante el régimen franquista, entre 1939 y 1975.

En una resolución adoptada por unanimidad, la comisión -que actúa en nombre de la asamblea entre las sesiones plenarias- pidió al Comité de Ministros del Consejo de Europa que adopte una condena similar a nivel internacional y que declare el 18 de julio del 2006 (70° aniversario del inicio de la sublevación militar) como jornada oficial de condena del régimen de Franco.

Esta condena es un hecho importante, aunque con muchos años de retraso. En todo caso es oportuno en un Estado como éste donde aún hoy es un tema tabú en muchos lugares todo lo relacionado con la represión franquista y sus responsables.
Tampoco podemos olvidar que la Europa “democrática” mantuvo una neutralidad activa frente al golpe de estado y en la guerra, posición que favoreció a los sublevados fascistas, lo que les permitió establecer una férrea dictadura durante años y bajo la que fueron presos, torturados, asesinados, exiliados,... cientos de miles de personas.

Esta es la primera condena al franquismo expresada en un foro internacional, el ponente de la moción, el socialista maltés Leo Brincat, enumera en su informe las ejecuciones, las torturas y los encarcelamientos de los opositores políticos. Para el promotor de la propuesta, lo importante es que se reconozca "la injusticia del franquismo" y que "no se vuelva a repetir”.

En todo caso el contenido de la resolución no aborda en profundidad lo que supuso la dictadura ni toma medidas contundentes a favor de la desaparición de todo vestigio del franquismo de la vida pública, empezando por la denominación de muchas calles.

El Comité de Ministros del Consejo de Europa está integrada por 45 países. La moción va acompañada de cuatro peticiones a las autoridades del Estado español:

1.- Les invita a crear una comisión de investigación sobre las violaciones de los derechos humanos cometidas por el régimen franquista y a que presenten un informe de conclusiones al Consejo de Europa.

2.- Anima también a las autoridades españolas a seguir poniendo a disposición de los historiadores todos los archivos civiles y militares que permitan establecer la verdad sobre la represión, como el archivo de la Fundación Francisco Franco y otros archivos fascistas aún inaccesibles al público.

3.- Se emplaza a organizar una exposición permanente en la basílica subterránea del Valle de los Caídos, para explicar en qué "terribles" condiciones fue construida por prisioneros republicanos.

4.- Anima a las autoridades a erigir monumentos en memoria de las víctimas en Madrid y en otras grandes ciudades del país.

Estas con ser importantes, tendrían que ir acompañadas entre otras:

• Medidas que contemplen a las víctimas, con la restitución de sus derechos, la dignidad y el establecimiento de indemnizaciones.

• La enseñanza de la historia relativa a este periodo debe contar con un espacio amplio en la educación secundaria y en el Bachillerato.

• Las denominaciones de las calles con nombres de personajes de aquel régimen sanguinario deben ser borradas de nuestras ciudades.

Estos últimos meses hay un resurgimiento de la recuperación de la memoria histórica, (colectivos especializados, documentales, bibliografía, aniversarios) a pesar de los pactos de silencio, olvido y perdón de la transición. Es importante la recuperación de la misma. Las jóvenes generaciones tienen el derecho a conocer la historia.

El actual régimen dominante en el Estado español se levantó sobre el borrón y cuenta nueva de todo este pasado, pero preservando muchas de las instituciones fundamentales del Régimen Franquista. La memoria la necesitan los pueblos para liberarse de las cadenas que los atan al pasado y para construir un porvenir de libertad, justicia social y solidaridad.

Manuel de la Rosa Hernández

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