Prohibido dar gracias.
Medios alternativos / Periódico Escambray.- Maitte Marrero. Cientos de miles de personas latinoamericanas y caribeñas tienen hoy una puerta por donde entra la luz: la Operación Milagro va abriendo ojos y esperanzas a los explotados de siempre y demuestra al mundo el poder de la solidaridad.
Cuba y Venezuela son los abanderados de este humanista programa que en apenas año y medio ha devuelto o mejorado la visión gratuitamente a más de 200 mil personas aquejadas de diversas afecciones oculares.
Son pacientes de escasos recursos que no pueden acceder a los altos precios de una cirugía de catarata, valorada en la región entre 400 y 500 dólares por las instituciones privadas, sin incluir la atención postoperatoria.
De acuerdo con estadísticas, a nivel mundial 180 millones de personas están privadas del sentido de la vista, y el 80 por ciento de los casos son curables y prevenibles.
En América Latina, los necesitados de operaciones oftalmológicas rondan los cinco millones, mientras en el Caribe más de medio millón pierde la visión cada año, muchas veces sin haber sido examinado nunca por un médico.
No es raro entonces que hoy se hable más de "milagros" -esta vez no divinos- en los intrincados parajes de la selva petenera guatemalteca, en los superpoblados cerros de Caracas o en las comarcas pobres panameñas de Juna Yala y Gnobe Buglé.
El nombre de 'Operación Milagro' fue sugerido por el presidente cubano, Fidel Castro, al calor de los planes educacionales en Venezuela cuando muchas personas, en particular niños, no podían leer o tenían dificultad para fijar la vista.
De esa forma echó a andar esta iniciativa que ya se extiende a 25 países y pone al hombre en primer plano sin importar condición social, edad ni raza. Su luz, la del ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), ilumina a todos los que comparten los ideales de integración y justicia social que propugnan y hacen realidad las patrias de Simón Bolívar y José Martí.
Especial admiración despierta en estadistas caribeños que han comprobado en La Habana el desarrollo de la cirugía oftalmológica cubana y la extensión a todo el país de las técnicas más modernas para operar cataratas.
En San Vicente y las Granadinas, le llaman Vision Now (Visión Ahora) en referencia al tratamiento expedito y ambulatorio que reciben en la mayor de las Antillas, con una estancia entre 10 y 15 días. El primer ministro de esa nación, Ralph Gonsalves, visitó en febrero último las instalaciones capitalinas, donde comprobó las bondades del programa que se extiende a Granada, San Cristóbal y Nevis, Dominica, Guyana y otros países de la Comunidad del Caribe.
Gonsalves calificó esta iniciativa de fantástica y aseguró que tanto éste como su anterior encuentro en el 2005 han sido muy emocionantes, en especial al conversar con pacientes operados de catarata después de muchos años de estar en las sombras.
Similar oportunidad tuvo el presidente guyanés, Bharrat Jagdeo, quien se mostró impresionado por el desarrollo de la medicina cubana al recorrer el Instituto Oftalmológico Ramón Pando Ferrer y compartir con sus coterráneos después de una sesión de operaciones.
Una acogida extraordinaria ha tenido el programa en Panamá, donde tanto su presidente, Martín Torrijos, como la Primera Dama, Vivian Fernández, impulsan un convenio que permitirá atender en la Isla a 48 mil necesitados en un período de cuatro años.
En la próxima década 'Operación Milagro' se propone devolver la visión a seis millones de latinoamericanos, un compromiso bautizado como 'Misión Sandino' (en homenaje a Augusto César Sandino) por los presidentes cubano, Fidel Castro, y venezolano, Hugo Chávez.
A un ritmo de 600 mil pacientes por año, atendidos en Cuba y Venezuela, podrá saldarse esa enorme deuda de salud que hasta ahora los condenaba de por vida al fatalismo de la ceguera.
La idea integracionista de los países del Sur, va dejando de ser quimera a pesar de campañas malintencionadas que intentan desvirtuar su esencia. 'Operación Milagro' demuestra cuánto es posible hacer si se aplican conceptos solidarios en lugar de modelos consumistas o estrechos intereses corporativos.
Brindar la mano es una tradición arraigada en el pueblo de la Mayor de las Antillas, que no lo hace esperando prebendas, publicidad, ni agradecimientos especiales. Por eso, cuando las mujeres, hombres y niños del "Milagro" no saben cómo retribuir tanto cariño y amor recibidos en Cuba, ésta responde: Prohibido dar las gracias.
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