La verdadera cara de la industria nuclear.
Ecología / Greenpeace.- El 26 de abril de 1986, el término "seguridad nuclear" desapareció tras la columna de humo negro que salía del cuarto reactor de la central de Chernóbil. Hoy, 20 años después, el mundo sigue padeciendo las consecuencias de la radiactividad desprendida en aquella catástrofe. "La radiactividad es el asesino perfecto, no huele, no tiene color, no se ve. Mata casi sin dejar huella".
Los efectos de la nube radiactiva han sido devastadores: 200.000 víctimas en las tres república ex-soviéticas (según informa la Academia Rusa de Ciencias), se prevén otros 270.000 casos de cáncer en el mundo de los cuales 93.000 mortales, disminución de la capacidad de defensa del sistema inmunitario de los afectados, envejecimiento prematuro de unos 7-9 años, malformaciones, mutaciones genéticas, 350.000 personas realojadas, más de 5 millones de personas aún viven en las zonas contaminadas, pérdida de las tierras agrícolas por contaminación, crisis económica y los consecuentes trastornos socio-psicológicos.
Estas son algunas de las personas que han pagado el coste real de la industria nuclear
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