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Lazos Rotos

La batalla de los 'catavientos' en la TF-1.

Foros ciudadanos / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Una de las imágenes de la Segunda Guerra Mundial, a la que más jugo patriótico han sacado los americanos, tiene que ver con la figura de un grupo de soldados intentando levantar la bandera yanqui en lo alto del monte Suribachi, durante la sangrienta batalla contra el ejército nipón que resistía en la isla Iwo Jima, en el Pacífico.

Esa imagen, que se supone captó la cámara a principios de 1945, se asemeja bastante -salvando las distancias- con el patético espectáculo que, muchos días del año, podemos contemplar a lo largo de la autopista TF-1, o del Sur, en la auténtica 'guerra' que se ven obligados a mantener los operarios de mantenimiento de carreteras, en la reposición de los catavientos de 'usar y tirar' que el Cabildo ha puesto, hace unos años, en esa autopista.

Avisar a los conductores del viento en este tipo de vías es importante, sin duda, aunque estas señalizaciones -o indicaciones- se suelen usar en puntos concretos, donde el viento transversal pueda sorprender a los conductores. Para ello existen señales verticales, de las que no hay ninguna a lo largo de la autopistas, siendo recomendable también utilizar complementariamente grímpolas o catavientos en zonas donde es habitual la brusca aparición o desaparición de este viento transversal, como al final de un tramo en desmonte o sobre puentes, etc.

El alisio, sin embargo, ataca a la TF-1 longitudinalmente, de tal forma que si vas hacia el Sur te empuja por detrás, pero si vas sentido Santa Cruz te das de narices con él. Sólo nos encontramos una zona, debido al pasillo orográfico de La Laguna, donde efectivamente es frecuente este viento de costado, que es la zona de Santa María del Mar. Pero don Lorenzo Dorta no tiene instalado ningún cataviento ni nada justamente ahí, donde realmente podría tener interés. Sí instaló, en cambio, unos diez o doce en el tramo que va de Güímar a Granadilla, donde el hombre mantiene a los operarios en una encarnizada batalla por mantenerlos.

Y es que, más que catavientos, lo que ha puesto don Lorenzo parecen unos trapos en forma de tubo que no resisten un asalto. Seguramente ni dos o tres semanas, habitualmente, aguantan estos aparatos hasta que se rajan por la fuerza del viento y, en muchos casos, salen volando a trozos con el consiguiente susto para los conductores.

Seis marines intentaban levantar la bandera de barras y estrellas en lo alto del monte Suribachi en 1945. Sesenta años después es frecuente ver a seis empleados de Villar, los que le hacen el mantenimiento de las carreteras a Lorenzo Dorta, repitiendo una imagen parecida en la autopista TF-1, en su particular batalla por reponer unos catavientos que parecen comprados en un rastro de los malos. De los 365 días que tiene el año es probable que estos aparatos estén rotos más de 250 y parecería lógico que, si son necesarios, se gasten las perras y pongan una cosa resistente en lugar de esos trapos colgando de una cadena. De lo contrario lo más barato, racional y sensato quizás sería evitar a esos trabajadores que tengan que estar imitando a los marines americanos, en la medida de lo posible. Entre otras cosas porque aquí, de momento, no tenemos ninguna guerra declarada, más que la que nos han planteado a todos los piratas del cemento que quieren hormigonarlo y asfaltarlo todo. Y a esos estamos por pararles los pies sin disparar un solo tiro. O eso esperamos.

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