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Lazos Rotos

¿Misión de paz o de sexo?

Medios alternativos / Juventud Rebelde.- Yailé Balloqui Bonzón. Desde los ocho años los varones, y las niñas a partir de los doce, son sometidos sexualmente en los campos de refugiados de Liberia a cambio de alimentos o dinero, por parte de miembros de organizaciones humanitarias, encargados de "cuidarlos".

Titulares como este inundan por estos días el ciberespacio. La organización humanitaria Save the Children hace la denuncia, preocupada por la falta de protección de los infantes en estos sitios, donde quienes debían encargarse de su seguridad se convierten en sus propios explotadores.

El estudio, que lleva como título «Del campo a la comunidad», se realizó a través de grupos de discusión y entrevistas con 315 personas, de las que 158 eran pequeños, que viven en cuatro campos de desplazados internos y en cuatro comunidades de retornados.

Entre las principales conclusiones, está el alto número de niñas que accede o busca mantener relaciones sexuales con hombres a cambio de dinero para sus familias o de comida.

Según Save the Children, hasta la mitad de las muchachas puede haberse visto implicada en este tipo de explotación, y aunque la mayor parte de ellas tiene entre 12 y 18 años, se dan algunos casos en edades incluso menores.

Catorce años de guerra civil han dejado huellas muy profundas en Liberia. Han pasado cerca de tres desde el fin del conflicto, y el país no logra levantar cabeza. No hay electricidad ni agua corriente para la inmensa mayoría; la seguridad depende de 15 000 soldados de la ONU desplegados en el país, y apenas se cuentan 55 médicos para tres millones de habitantes.

Luego de salir a la luz el informe del grupo humanitario, el gobierno liberiano y la ONU prometieron investigar, aunque ya es un poco tarde para ello. El mal está hecho.

"El informe será revisado minuciosamente y el Ministerio de Justicia encabezará el proceso contra aquellos involucrados en estos actos de abusos", señaló el viceministro de Sanidad de Liberia, Mohammed Sheriff. Sin embargo, el ministro de Salud, Walter T. Gwenigale, señaló al diario The Inquirer, de Monrovia, que el universo y el periodo cubierto por el estudio de Save the Children era muy limitado para poder apoyar sus conclusiones.

Liberianos que cooperaron con la investigación denunciaron que algunos "cascos azules" violaron a mujeres y niños, y que habían contribuido al estímulo de la prostitución entre las hembras. "Si sales por la noche, verás a muchas pequeñas que supuestamente deberían estar en casa estudiando o con sus padres, montadas en coches que las llevan a discotecas. El comportamiento de esos hombres es muy malo", dijo uno de los encuestados.

El Comité de Acción de las Mujeres Liberianas, uno de los grupos locales en contra del abuso sexual y la explotación, denunció que también en los colegios las niñas sufren abusos por parte sus profesores.

Si los propios colaboradores de organizaciones humanitarias y los "cascos azules", que en teoría deberían proteger a los refugiados, cometen tales desatinos a cambio de la promesa de un perfume, un vestido o un paseo en automóvil, ¿qué podemos esperar? Tenemos derecho a preguntar: ¿Misión de paz o de sexo?

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