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Lazos Rotos

25 de Mayo, Día de África: solidaridad, lucha, descolonización.

Unidad del Pueblo

Partidos políticos / Unidad del Pueblo.- Como cada 25 de mayo, hoy se celebra el Día de África, que conmemora la fundación de la Organización para la Unidad Africana (desde 2002, Unión Africana) en 1963. Esta fundación se debió al impulso de dos importantes líderes del Tercer Mundo, Kwame Nkrumah y Gamal Abdel Nasser, así como a las ideas de hombres como Patricio Lumumba (Congo), Samora Machel (Mozambique), Leopoldo Sedar Senghor (Senegal), Agostinho Neto (Angola), Amilcar Cabral (Guinea Bissau-Cabo Verde) o Julius Nyerere (Tanzania), por nombrar solo algunos de los pensadores y protagonistas de la independencia de los países africanos.

Sus fines fueron promover la unidad y solidaridad de los estados africanos y servir como vocería colectiva del continente. También estaba dedicada a erradicar el colonialismo y promover la cooperación internacional. Su sede está en Adis Abeba, Etiopía.

Contaba al 2002 con 53 estados miembros más la República Árabe Saharaui Democrática (Sahara Occidental). Con motivo de esta última incorporación Marruecos se retiro en 1985 de la OUA.

La OUA fue una de las principales promotoras del boicot y protestas diplomáticas y políticas contra Sudáfrica debido a la aplicaicon del apartheid como política oficial de su gobierno. Siendo recien admitida a la OUA en junio de 1994 debido al fin del sistema del apartheid.

Ante la terrible situación del neocolonialismo que sufre nuestro continente, quizá haya llegado el momento de hablar menos de ayuda humanitaria y denunciar las corrupciones y abusos por parte de los países ricos del norte, en connivencia con dirigentes corrompidos de esos pueblos empobrecidos del sur.

En nombre de los derechos humanos se abusa del concepto de humanitario alzándose los Estados, los ejércitos y los grupos de presión económica y financiera con el monopolio de un nuevo despotismo humanitario.

En otros tiempos se prostituyeron los nobles ideales de la Ilustración con la prepotencia de los soberanos europeos que, afirmando su absolutismo monárquico, pretendieron disfrazarlo bajo la pátina de ilustrado, que no dejaba de ser un despotismo nacido de su arbitraria voluntad. Todo para el pueblo, pero sin el pueblo; porque el pueblo no sabe lo que le conviene.

Parece reproducirse esa actitud y la sociedad condenó la arrogancia de aquellas potencias europeas que impusieron su etnocentrismo en nombre de una superioridad cultural, científica y hasta religiosa. Hoy son todopoderosos grupos de poder económico transnacionales que han sometido a los gobiernos y a las demás instituciones democráticas al dictado de sus intereses.

Volviendo a nuestro continente, con más de 800 millones de habitantes, no se necesita tanto la ayuda humanitaria como la justicia en las transacciones comerciales y sociales con Europa y EEUU.

Si se pagara el precio justo por las materias primas que se les expolia obligándolos a monocultivos intensivos que desertizan las tierras; si se impusiera un embargo absoluto en la venta de armas de manera que ningún país miembro de la ONU pudiera vender armas a los Estados africanos; si se detuviera la proliferación de fábricas sucursales del norte que se instalan en esos países para explotar la mano de obra barata y sin garantías de seguridad social alguna; si se reconociera que la deuda externa ya está pagada con creces y que muchos países necesitan el 60% de su renta nacional para pagar los intereses de la misma; si no se invadieran sus mercados con los excedentes de producción de las industrias del norte creándoles nuevas necesidades y dependencias por medio de la imposición del modelo de desarrollo neoliberal, y que se ha revelado como eficaz sólo donde ha habido posibilidad de explotar las materias primas y la mano de obra barata de otros pueblos; si se llevara a los tribunales penales internacionales a las multinacionales y potencias corruptoras, así como a los dirigentes corruptos de esos países; y si se cooperara en situación de igualdad con esos pueblos para ayudar en un desarrollo endógeno, sostenible, equilibrado y global –de acuerdo con sus idiosincrasias, culturas y características propias-, se estaría contribuyendo a una verdadera actitud humana y justa que va más allá de una ayuda económica esporádica y siempre de acuerdo con los intereses de los países donantes.

Ya está bien de prepotencias, de mentiras y de falsos problemas. África es un continente rico en pueblos, culturas y civilizaciones, rico en materias primas, en tierras regadas y en bosques. Es la mayor reserva del mundo en toda clase de minerales.

Quizá por eso no pidan ayuda humanitaria, sino que prefieran más justicia y solidaridad. El ex presidente de Tanzania, Julius Nyerere, dijo a una comisión de donantes de países del Norte: "Por favor, no nos echen una mano, quítennos el pie de encima".

Para que no le sucediera como a Jomo Kenyatta, primer presidente de Kenia, que decía de los ingleses "Cuando vinieron, ellos tenían la Biblia y nosotros las tierras; ahora, ellos poseen las tierras y a nosotros nos dejaron la Biblia".

Cada día se alzan más voces reclamando la reparación debida - en estricta equidad y justicia - por la expoliación que las potencias europeas realizaron en África durante quinientos años.

Nosotros, como pueblo, estamos aún pendientes de sacudirnos el sopor colonial y los prejuicios que nos trajeron los conquistadores contra las mujeres y los hombres de nuestro propio continente. Y avanzar con todos a una África próspera, dueña de sus riquezas y de su futuro. Una África libre y socialista.

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