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Lazos Rotos

Los niños del orfanato de Louga ya cuentan con ¡bancos para sentarse!

Foros ciudadanos / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Que Ben Magec es una coordinadora ecologista cuya labor en defensa del medio ambiente sólo la ponen en duda en el periódico El Día, es algo que todo el mundo sabe. Que entre sus múltiples acciones, como no puede ser de otra manera, habrá gente que comparta unas más que otras, menos El Día que está en contra de todas ellas, tampoco lo discute nadie. Pero que, desde nuestro punto de vista, una de sus acciones de mayor valor, desde todos los puntos de vista, tiene que ver con su campaña en favor del Orfanato de Louga, en Senegal, quizás sea algo que no tanta gente conoce.

Lamentablemente, esta campaña cobra hoy en día mayor actualidad que cuando se inició allá por febrero, con motivo de la cena que tan amablemente organizaron para entregarle el premio Ben Magec de Medio Ambiente 2005 al Foro contra la Incineración. Parte de los fondos que allí se recaudaron han formado parte de esa primera ayuda, de 1.000 modestos euros -la remesa de 'oro amarillo' que según El Día recibimos de Gran Canaria para destruir a Tenerife del 2006 no nos la han ingresado todavía- que han servido para dotar al Orfanato nada menos que de ¡bancos para que los niños no se sienten en el suelo! Para ellos soñar con sillas no deja de ser más que eso, un sueño.

Esta campaña, que pretende recaudar 6.000 euros durante este año, pretende que estos niños, además de donde sentarse, tengan ¡camas para dormir! Y, aunque parezca mentira, la prioridad no son ni los bancos ni las camas, sino mosquiteros que eviten la picada de mosquitos que les pueden transmitir diferentes enfermedades a estos menores que, entre sus múltiples infortunios, se encuentra el de carecer de unos padres que se ocupen de ellos.

Desde aquí nuestra felicitación más sincera hacia Ben Magec por esta iniciativa que, en sus inicios, no tuvo nada que ver con las dramáticas imágenes que estamos viviendo estos días en Tenerife, con el tema de los cayucos afortunados que tienen la suerte de alcanzar tierra, después de una travesía de 3.000 kilómetros en busca de un futuro que entre todos les hemos negado en su tierra. De los que no llegan no se acuerda nadie y el único que sabe algo es José Segura que dice que le mandan fotos aéreas a su ordenador. Otra cosa es que tenga la intención de contarlo.

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