La oscuridad de Gaza.
Medios alternativo / Mujeres de Negro.- Gideon Levy. Gaza ha sido ocupada de nuevo. El mundo debe saberlo, los israelíes deben saberlo también. Gaza está en su peor momento. Desde el rapto de Gilad Shalit y más desde el brote de la guerra de Líbano, las Fuerzas de Defensa de Israel han estado haciendo el salvaje en Gaza -no hay ninguna otra palabra para describirlo- matando, demoliendo y bombardeando indiscriminadamente.
Nadie se formula la pregunta; la cuestión no está a la orden del día. Nadie pregunta por qué está sucediendo y quién decidió hacerlo. Pero bajo la tapadera de la guerra de Líbano, las IDF volvieron a sus viejas prácticas en Gaza como si no hubiera habido ninguna retirada. Esto debe ser dicho directamente, la retirada está muerta. Aparte de los asentamientos que permanecen como montones de escombros, nada queda de ella y de sus promesas. Aquellas conversación sublimes sobre "el final de la ocupación" "y la división de la tierra" ahora aparecen como absurdas. Gaza está ocupada, y con mayor brutalidad que antes. El hecho de que es más conveniente para el inquilino controlarla desde fuera no tiene nada que ver con las condiciones de vida intolerables del ocupado.
En grandes zonas de Gaza hoy día no hay nada de electricidad. Israel bombardeó la única central eléctrica de Gaza, y más de la mitad del suministro de electricidad permanecerá cortado durante al menos otro año. Apenas hay agua. Ya que no hay electricidad, el suministro de agua a las casas es casi imposible. Gaza está más sucia y apestosa que nunca: a causa del embargo que Israel y el mundo han impuesto a las autoridades electas, los sueldos no están siendo pagados y los trabajadores de la limpieza de las calles han estado en lucha las semanas pasadas. Los montones de basura y las nubes desagradables de mal olor estrangulan la franja costera, convirtiéndolo en una Calcuta.
Más que nunca, Gaza también parece una prisión. El cruce de Erez está cerrado, el cruce de Karni ha estado abierto sólo unos días durante los dos meses pasados, y lo mismo sucede con el cruce de Rafah. Aproximadamente 15.000 personas esperaron durante dos meses para entrar en Egipto, algunos todavía esperan, incluso muchas personas enfermas y heridas. Otros 5.000 esperaron al otro lado para volver a sus casas. Algunos murieron durante la espera. Hay que ver las escenas de Rafah para entender lo profundo de la tragedia humana que está sucediendo allí. Un paso en el que no estaba previsto que hubiera presencia israelí sigue siendo el medio de Israel de presionar a 1.5 millones de habitantes. Este es el castigo colectivo vergonzoso y espantoso. Los Estados Unidos y Europa, cuya policía está en el cruce de Rafah, también cargan con la responsabilidad de la situación.
Gaza es también más pobre y está más hambrienta que nunca. No circula casi ninguna mercancía, la pesca está prohibida, las decenas de miles de trabajadores de la Autoridad Nacional Palestina no reciben sus sueldos y la posibilidad de trabajo en Israel es impensable.
Y todavía no hemos mencionado la muerte, la destrucción y el horror. En los dos meses pasados, Israel mató a 224 palestinos, 62 de ellos niños y 25 de ellos mujeres. Se bombardeó y asesinó, se destruyó y demolió, y nadie lo paró. Ningún túnel de contrabando o célula de al Qassam justifica esta matanza de amplia escala. No hay un día sin muertes, la mayor parte de ellos civiles inocentes.
¿Dónde están aquellos días cuando había todavía debate dentro de Israel sobre los asesinatos? Hoy, Israel deja caer innumerables misiles y proyectiles, bombardea casas y mata familias enteras en su camino a otro nuevo asesinato. Los hospitales sufren un colapso con las más de 900 personas heridas que se someten a tratamiento. En el Hospital Shifa, la única instalación en Gaza que podría ser digna de ser llamada así, vi escenas angustiosas la semana pasada. Niños que perdieron miembros, en respiradores, discapacitados, mutilados para el resto de sus vidas.
Las familias han sido asesinadas mientras dormían, montando en burros o trabajando en los campos. Los niños asustados, traumatizados por lo que han visto, apiñados en sus casas con un horror en sus ojos que es difícil de describir con palabras. Un periodista de España que pasó el tiempo en Gaza recientemente, un veterano de zonas de desastre y guerra alrededor del mundo, dijo que él nunca había sido expuesto a escenas tan horrorosas como las que él ha visto y documentado durante los dos meses pasados.
Es difícil determinar quién decidió todo esto. Es dudoso que los ministros sean conscientes de la realidad de Gaza. Ellos son los responsables, comenzando con la decisión errónea del embargo, por el bombardeo de los puentes de Gaza, la central eléctrica y los asesinatos de masas. Israel es responsable ahora otra vez de todo que pasa en Gaza.
Los acontecimientos en Gaza exponen el gran fraude del Kadima: subió al poder apoyado en el éxito virtual de la retirada, que ahora muere entre llamas. Prometió la convergencia, una promesa que el primer ministro ya ha rescindido. Aquellos que piensan Kadima era un partido centrista deberían saber ahora que no es nada más que otro partido de ocupación derechista más. Lo mismo es válido para los laboristas. El Ministro de Defensa Amir Peretz no es menos responsable de lo que pasa en Gaza que el primer ministro, y las manos de Peretz están tan empapadas de sangre como las de Olmert. Él nunca podrá presentarse a sí mismo más como 'un hombre de paz'. Las invasiones de cada semana, la matanza y destrucción provocadas por mar, aire y tierra son todas denominadas con apodos para blanquear la realidad, como 'Lluvias de Verano' o 'Jardín de infancia Cerrado'. Ninguna excusa de seguridad puede explicar este ciclo de locura, y ningún argumento cívico puede perdonar el silencio escandaloso de todos nosotros. Gilad Shalit no será liberado y los Qassams no cesarán. Al contrario, hay horror en Gaza, y mientras podrían prevenirse los ataques de terror a corto plazo, la situación está abocada a dar a luz mucho más terror. Israel dirá entonces con su fariseísmo: 'pero les devolvimos Gaza.'
Traducido por Juanlu González
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