El "Son Latinos" dice adiós con rencor
Los promotores del concierto Son Latinos y Cochinos, consistente en que doscientas o trescientas mil personas bailaban y bebían y demás durante doce horas seguidas sobre la principal playa turística de la isla de Tenerife, han anunciado estos días que este año no se va a celebrar a causa de la prohibición de la Dirección General de Costas, debido a que el evento iba en contra de la legislación vigente en materia de protección de los espacios costeros.
Rencor, odio y tiros hacia todas partes, caracterizaron la rueda de prensa de los dos empresarios que venían promoviendo este evento con el dinero de todos nosotros, que muy amablemente ponían a su disposición el ayuntamiento de Arona, el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias.
Los últimos cartuchos que se quemaron para salvar el concierto fueron de lo más asombrosos. Desde convencer a un afamado cantante que visitó recientemente Tenerife, Alejandro Sanz, de que la playa de Las Vistas era una cosa artificial sin el más mínimo valor natural -cosa que el chico repitió sin rubor alguno públicamente- hasta la mediación anunciada en algunos medios del Superdelegado del Gobierno o "conseguidor" con el que Zapatero nos ha premiado a los canarios para los próximos cuatro años.
El año pasado una intervención en el último momento de nuestro consejero de medio ambiente, Wladimiro Rodríguez Brito, desautorizando los informes de sus técnicos, salvó el ilegal concierto. Aunque poco después ya parecía arrepentido de haber cometido aquella actuación contra la legalidad vigente y contra cualquier planteamiento de sensatez, sobre todo viniendo de la primera autoridad de la Isla en lo que tiene que ver con la protección del entorno. Pero ya sabemos que el fuerte de nuestro consejero no es el rollo ese de las normas y las leyes, sino que él confía mucho más en su "sentido común". Y es que él es el depositario, o así lo cree, de esa cualidad humana.
Los promotores del Son Latinos y Cochinos, pese a que se ha demostrado la ilegalidad del evento dado que nadie ha recurrido la resolución de Costas, siguen adelante con sus querellas hacia el colectivo ecologista que recurrió ante la Demarcación de Costas las autorizaciones de ese desatino. Han atacado también, aunque con la boca pequeña, a todos esos políticos que les aflojaban tan alegremente nuestro dinero y que ahora han escurrido el bulto discretamente. Han cargado contra los periodistas -sus compañeros- que alguna vez les han criticado. Han cargado contra Tenerife y amenazan con llevarse su "marca" a alguna playa en Estados Unidos o, como no, a Gran Canaria. Acudiendo -como acuden aquí casi todas nuestras lumbreras- al socorrido "pleito insular" cuando los argumentos no dan más de si.
Ellos esperaban una especie de "levantamiento ciudadano" en defensa de lo indefendible. Pero pese a disponer del poder mediático y la complicidad de todos los partidos políticos presentes en las instituciones, donde no se distinguen los grupos del gobierno de los de la oposición -cuando se trata de defender los intereses de media docena de empresarios- no han podido superar el listón marcado por el cumplimiento de unos principios democráticos elementales, como es que nadie puede actuar indefinidamente al margen de la Ley. Y es que las democracias, o las cosas parecidas a las democracias, se caracterizan porque todos los ciudadanos y las instituciones se deben al imperio de la Ley, que nadie puede saltarse por muchas alcachofas de las que disponga para insultar, denigrar y machacar al que exija su cumplimiento.
Algunos pensamos, sin embargo, que el Son Latinos se lo ha cargado la prepotencia, la arrogancia y el empeño de los que se creen muy poderosos por negar continuamente la evidencia. Con la prohibición que ya se cernía sobre el evento el año pasado, los responsables no fueron capaces de tomar la más mínima medida correctora de cara a evitar o mitigar los efectos devastadores de la marea humana sobre una playa pública durante doce horas. Se volvieron a instalar las gigantescas cantinas sobre la playa, se permitió el acceso de la gente a la arena con carros de la compra llenos de envases de cristal y de alcohol en cantidades industriales. No se intentó, previamente, establecer campaña alguna de mentalización, ni se advirtió a la gente del riesgo de desaparición del evento. Muy al contrario, la prepotencia y la soberbia de los promotores les llevó a denunciar, a insultar y mofarse públicamente de los que habían advertido de las irregularidades.
Y, además de todo eso, los hechos han vuelto a poner en evidencia una triste, lamentable y vergonzosa realidad. Las autoridades que deberían velar por el cumplimiento de las leyes miran para otro lado cuando los infractores representan a determinados poderes mediáticos o económicos. Multan con relativa facilidad a un cazador, a un campista o a un agricultor (dependiendo de quién sea el campista, el cazador o el agricultor, claro está) pero no son capaces de mover un dedo cuando los infractores representa a aquellos poderes que les han puesto en sus cargos, bien sea pagándoles las millonarias campañas electorales o haciendo uso de la apisonadora mediática. Esos son intocables.
Claro que gobernar así es muy sencillo, se buscan algún problemilla con algún desgraciado sin capacidad de influencia para cubrir la papeleta, pero los grandes asuntos, o los asuntos conflictivos, quedan en manos de cualquier ciudadano que esté dispuesto a presentar la correspondiente denuncia y cargar, él solito, con el peso de soportar las incalificables presiones y ataques. Cosa a la que nadie, o muy poca gente, está dispuesto como es lógico.
El trabajo que debieron hacer las autoridades para defender la legalidad con respecto al Son Latinos y Cochinos lo ha hecho un grupo ecologista, como tantas veces. Los que cobran por hacer cumplir las leyes cobrarán lo mismo -o más- por mirar para otro lado o hacerse los locos. Los palos han de llevárselos los que ni cobran ni tienen el deber de velar por el cumplimiento de las leyes. Una degradación insoportable de lo que debería ser, pero no es, en un estado de derecho.
Desde Lazos Rotos, nos congratulamos por esta decisión y recordamos lo dicho por La Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN) que presentó en su momento un escrito de denuncia que concluía con estas palabras: "El concierto es una iniciativa privada innecesaria, y un profundo error que sea admitido por organismos públicos. Y después del Amanecer ¿Qué?..."
Fuente: El Guanche :: 19/07/2004
Rencor, odio y tiros hacia todas partes, caracterizaron la rueda de prensa de los dos empresarios que venían promoviendo este evento con el dinero de todos nosotros, que muy amablemente ponían a su disposición el ayuntamiento de Arona, el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias.
Los últimos cartuchos que se quemaron para salvar el concierto fueron de lo más asombrosos. Desde convencer a un afamado cantante que visitó recientemente Tenerife, Alejandro Sanz, de que la playa de Las Vistas era una cosa artificial sin el más mínimo valor natural -cosa que el chico repitió sin rubor alguno públicamente- hasta la mediación anunciada en algunos medios del Superdelegado del Gobierno o "conseguidor" con el que Zapatero nos ha premiado a los canarios para los próximos cuatro años.
El año pasado una intervención en el último momento de nuestro consejero de medio ambiente, Wladimiro Rodríguez Brito, desautorizando los informes de sus técnicos, salvó el ilegal concierto. Aunque poco después ya parecía arrepentido de haber cometido aquella actuación contra la legalidad vigente y contra cualquier planteamiento de sensatez, sobre todo viniendo de la primera autoridad de la Isla en lo que tiene que ver con la protección del entorno. Pero ya sabemos que el fuerte de nuestro consejero no es el rollo ese de las normas y las leyes, sino que él confía mucho más en su "sentido común". Y es que él es el depositario, o así lo cree, de esa cualidad humana.
Los promotores del Son Latinos y Cochinos, pese a que se ha demostrado la ilegalidad del evento dado que nadie ha recurrido la resolución de Costas, siguen adelante con sus querellas hacia el colectivo ecologista que recurrió ante la Demarcación de Costas las autorizaciones de ese desatino. Han atacado también, aunque con la boca pequeña, a todos esos políticos que les aflojaban tan alegremente nuestro dinero y que ahora han escurrido el bulto discretamente. Han cargado contra los periodistas -sus compañeros- que alguna vez les han criticado. Han cargado contra Tenerife y amenazan con llevarse su "marca" a alguna playa en Estados Unidos o, como no, a Gran Canaria. Acudiendo -como acuden aquí casi todas nuestras lumbreras- al socorrido "pleito insular" cuando los argumentos no dan más de si.
Ellos esperaban una especie de "levantamiento ciudadano" en defensa de lo indefendible. Pero pese a disponer del poder mediático y la complicidad de todos los partidos políticos presentes en las instituciones, donde no se distinguen los grupos del gobierno de los de la oposición -cuando se trata de defender los intereses de media docena de empresarios- no han podido superar el listón marcado por el cumplimiento de unos principios democráticos elementales, como es que nadie puede actuar indefinidamente al margen de la Ley. Y es que las democracias, o las cosas parecidas a las democracias, se caracterizan porque todos los ciudadanos y las instituciones se deben al imperio de la Ley, que nadie puede saltarse por muchas alcachofas de las que disponga para insultar, denigrar y machacar al que exija su cumplimiento.
Algunos pensamos, sin embargo, que el Son Latinos se lo ha cargado la prepotencia, la arrogancia y el empeño de los que se creen muy poderosos por negar continuamente la evidencia. Con la prohibición que ya se cernía sobre el evento el año pasado, los responsables no fueron capaces de tomar la más mínima medida correctora de cara a evitar o mitigar los efectos devastadores de la marea humana sobre una playa pública durante doce horas. Se volvieron a instalar las gigantescas cantinas sobre la playa, se permitió el acceso de la gente a la arena con carros de la compra llenos de envases de cristal y de alcohol en cantidades industriales. No se intentó, previamente, establecer campaña alguna de mentalización, ni se advirtió a la gente del riesgo de desaparición del evento. Muy al contrario, la prepotencia y la soberbia de los promotores les llevó a denunciar, a insultar y mofarse públicamente de los que habían advertido de las irregularidades.
Y, además de todo eso, los hechos han vuelto a poner en evidencia una triste, lamentable y vergonzosa realidad. Las autoridades que deberían velar por el cumplimiento de las leyes miran para otro lado cuando los infractores representan a determinados poderes mediáticos o económicos. Multan con relativa facilidad a un cazador, a un campista o a un agricultor (dependiendo de quién sea el campista, el cazador o el agricultor, claro está) pero no son capaces de mover un dedo cuando los infractores representa a aquellos poderes que les han puesto en sus cargos, bien sea pagándoles las millonarias campañas electorales o haciendo uso de la apisonadora mediática. Esos son intocables.
Claro que gobernar así es muy sencillo, se buscan algún problemilla con algún desgraciado sin capacidad de influencia para cubrir la papeleta, pero los grandes asuntos, o los asuntos conflictivos, quedan en manos de cualquier ciudadano que esté dispuesto a presentar la correspondiente denuncia y cargar, él solito, con el peso de soportar las incalificables presiones y ataques. Cosa a la que nadie, o muy poca gente, está dispuesto como es lógico.
El trabajo que debieron hacer las autoridades para defender la legalidad con respecto al Son Latinos y Cochinos lo ha hecho un grupo ecologista, como tantas veces. Los que cobran por hacer cumplir las leyes cobrarán lo mismo -o más- por mirar para otro lado o hacerse los locos. Los palos han de llevárselos los que ni cobran ni tienen el deber de velar por el cumplimiento de las leyes. Una degradación insoportable de lo que debería ser, pero no es, en un estado de derecho.
Desde Lazos Rotos, nos congratulamos por esta decisión y recordamos lo dicho por La Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN) que presentó en su momento un escrito de denuncia que concluía con estas palabras: "El concierto es una iniciativa privada innecesaria, y un profundo error que sea admitido por organismos públicos. Y después del Amanecer ¿Qué?..."
Fuente: El Guanche :: 19/07/2004
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