La sociedad de la opulencia. El verano y la prostitución infantil .

Los meses de verano, en Europa, son de vacaciones. En julio, agosto, septiembre, millones de personas viajan por el mundo. Punto de destino son los países exóticos, del Caribe a Oceanía.

Algunos buscan sol, playas, selvas exuberantes, paisajes distintos. Otros buscan niños y niñas que forman parte de la oferta turística. Decenas de miles de pederastas viajan para aprovecharse del hambre. En República Dominicana, Costa Rica, Indonesia, Laos, los menores son vendidos, con precios que determinan la calidad de la mercancía. De 10 a 60 euros, una bicoca para los opulentos.

Poco suelen hacer las autoridades nativas, si acaso no fomentar las redes de prostíbulos. La prostitución infantil es un negocio que aumenta con los años, incrementando aún más el desamparo de los más desamparados.

Nadie hay más indefenso que un niño. Nadie tan frágil, incapaz de defenderse. Ahí el fondo atroz de la pederastia. Degenerados ensañándose con seres inermes. Destruyendo su vida.

No debemos olvidar que millones de menores son víctimas del crimen abominable de la pederastia. Expresión atroz de una división más atroz del mundo. Explotadores y explotados, por más que se quiera negar lo evidente.

Costa Rica es joya del turismo regional. En Internet la llaman la "Tailandia del Caribe". Tailandia es el paraíso mundial de los pederastas. Los gobiernos callan. Las conciencias se compran. Peligran las arcas.

Autor: Artículo de opinión de Lazos Rotos