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Lazos Rotos

Respondiendo a "aficionado a la lexicografía"

Respondiendo a aficionado a la lexicografía sobre su comentario al artículo "Hablemos claro. El engaño del nacionalismo canario", donde unicamente analiza la parte lingüística, pero no hace un análisis político del tema en cuestión.

Una última aclaración, lo que se puede leer a continuación ya ha sido publicado anteriormente en otro foro de opinión, concretamente en agosto de 2003 a raíz de los 10 años de Coalición Canaria, con el nick de Socialista Icodense (por supuesto, nada que ver con los socialistas ¿...? icodenses, que utilizan y se apropian del término socialista sin conocer su verdadero significado).

    Aprovechando el lema de esta sección sobre CC y el nacionalismo. Decir que este último es un tema complejo, dependiendo de quien y como se analice se llegan a diferentes concepciones de cómo los canarios deben regir sus propio destino. Existen diferentes vías, mayor autogobierno, ejercer el derecho a la autodeterminación, formar parte de un estado centralista, o por qué no, desde una visión internacionalista, formar parte de un mundo sin fronteras, donde se respeten las diferencias y se potencien las coincidencias, donde la solidaridad sea una constante...

    Intentaré, desde la mesura y desde mi visión socialista, exponer honestamente lo que pienso del actual panorama político en Canarias, en el caso concreto del llamado nacionalismo canario.

    La existencia de intereses corporativos en los nacionalistas canarios es el reflejo del diseño de la representación política en las diversas instancias de poder en nuestro territorio. Los grupos de interés con perspectivas de negocio no sólo gestionan con maña para ganar voluntades ante los políticos nacionalistas en activo y con capacidad de decisión en los diferentes órganos de gobierno, ya sean estos de la Comunidad Autónoma, insulares o locales, sino que participan directamente en Coalición Canaria para garantizar la conservación o ampliación de sus privilegios.

    Evidentemente, la cúpula nacionalista ha sabido rodearse de cierto folclorismo (peyorativo) que hace vibrar las sensibilidades del militante o simpatizante de a pie, creando una falsa conciencia nacionalista, que en algunos casos se desarrolla en ciertos sectores marginales, potenciando la xenofobia, el miedo a lo “diferente”, obviando la solidaridad internacionalista.

    La falta de visión de largo plazo de los nacionalistas es un problema de conciencia social. Los nacionalistas se constituyen en maquinaria electoral, infiltrados por diferentes “sectas” con importantes intereses económicos a la caza de cuotas de poder en función de un evento específico: las elecciones cada cuatro años. Su objetivo principal no es el desarrollo de Canarias, sino el triunfo electoral y el mantenimiento de sus particulares privilegios. Entre los años electorales, los nacionalistas entran en letargo y sus miembros se movilizan sólo para tomar su parte del botín (guerras internas), si es que le apostaron al caballo ganador, y si esto no fuese así cambian de caballo con pasmosa celeridad.

    Sin incurrir en pecar de anacronismo y sin caer en exageraciones, para usos polémicos, podemos decir que este tipo de nacionalismo siempre será insuficiente, porque se olvida de las necesidades básicas de la población, de sus necesidades sociales (pensiones míseras para nuestros mayores), de ofrecer una sanidad de calidad, no masificada y cutre (cinco minutos por paciente en los ambulatorios, listas de espera interminables, consultas a los 10 días de pedidas al servicio de cita previa...), de potenciar la cultura en todas sus vertientes ( y no folclórica y anacrónica), se olvida de una justicia universal e igual para todos, justicia rápida y gratuíta... El nacionalismo en Canarias ha sometido al sistema democrático al mecanicismo, quedando reducido a una rutina electoral cada vez más vacía y cuyo cumplimiento ritual parece agotarse.

    Ahora bien, ¿qué postulan los nacionalistas en Canarias? Teóricamente, un mayor autogobierno. Pero partiendo de esta premisa existen dos opciones que deberían ser excluyentes. Desde una visión socialista, autogobierno desde el pueblo, es decir ejercido por la mayoría de la población de Canarias, respetando a las minorías, nombrando a sus representantes y revocándolos cuando pierdan su confianza, es decir ejerciendo un control continuo y constante, o como antítesis, la visión nacionalista, es decir un autogobierno anquilosado ejercido por los diferentes clanes con intereses particulares ya sean estos económicos o políticos, en definitiva de acumulación de poder y enriquecimiento, que se perpetúan en el poder al controlar los resortes electorales.

    La autonomía canaria debe ser el instrumento que sirva para satisfacer no tanto los derechos “históricos” como las necesidades concretas en el ámbito social. Canarias debe tener mayor control de los asuntos sociales, económicos y culturales. La autonomía debe permitir el establecimiento de instituciones locales; que adopten medidas sobre la justicia social, la administración de las finanzas y el uso de los recursos para atender prioridades económicas y sociales; el derecho a tomar medidas necesarias para desarrollar la cultura, la educación, el arte y los servicios de salud; lanzar campañas sociales y políticas y reformas relacionadas a condiciones y necesidades específicas, pero esto desde la transparencia y no desde la corrupción institucionalizada. Canarias se ha articulado organizando a los diferentes grupos de poder político y económico inmersos en las filas nacionalistas, para defender intereses particulares, y no los de la mayoría de la población. Solo necesitamos leer la prensa diaria para corroborar esta última aseveracíón.

    El nacionalismo canario es una copia pirateada de la máquina de poder de los regionalismos vasco y catalán, pero sin su tradición ideológica, ni sus nutrientes lingüísticos y culturales, toda esa mitología etnocéntrica que les da un barniz de legitimidad.


Artículo de opinión de socialistaicodense

1 comentario

aficionado a la lexicografía -

No es de política ni de nacionalismo ni de socialismo de lo que yo hablaba, puesto que es un tema que no domino ni me interesa. Simplemente me ha llamado la atención que se haya puesto el diccionario de la Real Academia como el summum de donde parte toda su teoría política, cuando es uno de los diccionarios más imperfectos de nuestro idioma y que como mínimo merece un "revolcón", y no que se le rinda pleitesía. Gracias de todos modos por contestar a mi comentario. Saludos.