Bitácoras canarias / La otra Camy.- Icod está con el corazón en vilo todo el rato. Después de más de tres años de legislatura en el más puro ESTANCAMIENTO (con letras mayúsculas) que se pueda imaginar, ahora de repente la cercanía de las elecciones en 2007 les ha dado a algunos por ponerse las pilas y hacer disparates. (Clic en la imagen para ampliarla- Fotografía de la bitácora 'La otra Camy')
Es que, compadre, cinco millones de euros bien dan para hacer disparates a diestro y siniestro.
Imagínese qué haría usted con cinco millones de euros, o mejor aún
¿Qué haría usted con unos 832 millones de pesetas, que es el equivalente aproximado de esa cifra? ¿Se las imagina billete sobre billete? Yo no puedo y de verdad que lo intento, como cuando uno se pone a contar ovejitas para dormirse y se queda frito sin saber cuántas saltaron la verja.
Y como últimamente me ha entrado la manía de las cifras, y no es para menos, voy a seguir con ello. Pongamos por ejemplo una pensión normalita de viudedad de 450 euros aproximadamente, porque creo que no suele ser mucho más
Y no me digan que no hay en Icod viudas que subsisten con 450 euros al mes porque ya lo creo que las hay y muchísimas. Y con menos que eso también. ¿Cuántos años tardaría una viuda, sola, en ahorrar cinco millones de euros, sin pagar luz, agua, basura, contribución, teléfono, gas, comida, vestido, calzado, etc., sino la pensión íntegra sólo para ahorrarla? Nada menos que 11.111 pagas mensuales, o lo que es lo mismo, 926 años sólo ahorrando, sin permitirse comer ni una aceituna para sobrevivir. ¿Quién, después de quedarse viuda, puede aspirar a vivir 926 años? Todas o la mayoría de las viudas, supongo. Pero ya que lo consigan es caso aparte.
En cierta ocasión en que mi situación económica era bastante apurada, un pariente cercano me pidió prestadas 15.000 pesetas para pagar no sé qué asunto de costes de un juicio. Puesto que tenía sus niños pequeños y su situación era también extrema, me entró la compasión lógica, como a cualquiera, fuimos a un cajero y se las dejé, sin plantearme si era para mí económicamente posible o no. Unos minutos más tarde, paseando por el pueblo, entramos en una de tantas tiendas y esta persona vio unas pegatinas de dibujos animados y, ni corta ni perezosa, sacó parte del dinero que acababa de prestarle y compró un buen manojo de aquellas pegatinas de vivos colores, porque su niña no las tenía entre las de su colección. Un capricho que la niña ni siquiera había imaginado. Yo me quedé totalmente estupefacta y más aún cuando han pasado muchos años y de ese dinero que presté no he vuelto a saber ni siquiera si esta persona recuerda que me lo debe. En cualquier caso, hoy por hoy no es tanto para mí el valor de ese dinero como el de la anécdota que ahora mismo me viene al caso para explicar la situación que ocurre en Icod.
El grupo de gobierno de Icod, como sabemos, por más que muchos quieran continuar soñando que no es verdad, a la deuda que tenía contraída con bancos y cajas de ahorro hasta ahora, recientemente ha añadido el préstamo de esos cinco millones de euros para ponerse pilas de las alcalinas, ya que se acerca la campaña y hay que endeudar hasta el infinito las arcas municipales a como dé lugar. Ni bien han tenido tiempo de planear con vistas al futuro qué hacer con ese dinero que salga algo de provecho para el pueblo, sino emplearlo simplemente en ganar las próximas elecciones y, como aquel pariente de mi anécdota, se están gastando el dinero en las chorradas más inverosímiles que se pueda imaginar y que nadie ha pedido. Por ejemplo, lo de entregar rosas rojas en la inauguración de la piscina ya fue el colmo de la imaginación. Allí alguien me dejó las suyas porque no quería pasear entre la gente con símbolos socialistas en la mano, cosa que a mí ni me enfría ni me calienta. Total que antes de llegar al coche las tres rosas que ya tenía en la mano estaban marchitas y no me quedó más que lamentarme de cuánto dinero se empleó en ese gasto.
Por aquí y por allá, casi por generación espontánea, sale a relucir un día sí y otro también esa imaginación apresurada, y yo diría que hasta atormentada porque el tiempo se viene encima, de quienes rigen nuestros destinos para crear obras que deslumbren a la ciudadanía y gastar dinero a manos llenas, asemejándose casi a las avionetas y los zeppelines del CCN que surcan los cielos canarios en las fiestas locales de los pueblos. ¡Qué bonito! ¡Menuda payasada! Vamos a ver. Si usted fuera un político serio, ¿haría eso?
Al bulevar más pendiente y estrecho del mundo, que todavía sin concluir ya figura en el Guinness Book of World Records, y a la campaña de limpieza (que no ha servido para nada, porque en ninguna parte se ve la basura campando a sus anchas como aquí), se suman las atrocidades más lamentables.
Ahora les ha dado por las banderas en aquel muro de las lamentaciones que oculta el Drago
Es que, como somos europeos, ya no me acordaba yo de que había que hacer una feria para demostrarlo. ¡Qué memoria la mía!
Para unas cosas somos europeos y para otras somos tercermundistas. Me pregunto de qué mente calenturienta habrá salido la idea de que el turismo se va a dejar atraer por unas infortunadas banderitas de feria, que mejor se las pusieran allí donde la espalda pierde su decorosa nomenclatura. Y no me río porque me van a salir patas de gallo por motivos que son más bien para que se me manifiesten las arrugas del entrecejo y la frente.
Ya he oído de todo: Gente que se queja porque quitaron aquellos maravillosos rosales para poner yerbajos de monte alrededor del Drago que pasan más tiempo secos que otra cosa, porque todo el mundo menos quien tuvo la genial idea sabe que no pertenecen a esas altitudes y es como poner un pingüino en la Playa de Las Américas. Otros alegan que el muro es ideal para camuflarse con el entorno y quien quiera ver el Drago que pague por ello.
Y puede parecer mentira pero yo no he visitado el parque del Drago
No sé cómo es por dentro, ni si hay que pagar o no, como muchos de los vecinos de Icod. Les invito a que pregunten por ahí a todos los icodenses cuántos han visto el parque del Drago por dentro. Yo en mi pueblo soy turismo barato y mucha gente que viene a Icod lo es. Reconozco sin sonrojarme que cuando he ido a Sevilla no he entrado a ver la Giralda porque soy turismo barato que quiere sacarle el mayor partido al dinero que empleo en viajar y, como hay que pagar, me conformo con verla por fuera que impresiona bastante. Y así hemos hecho muchos icodenses y visitantes con nuestro Drago. Lo vemos desde fuera, aunque sea flanqueado por ese terrible muro de las lamentaciones. Pero algún perro del hortelano de los que hay en todas partes y al que debió salirle el humo por las orejas de tanta creatividad que despilfarró ya estaba viendo que no le sacaba rentabilidad suficiente a lo que se gastaron en destrozar los rosales para poner yerbajos (como decía aquella señora de La Playa) y se inventó que era una buena idea poner unas horrendas banderolas y en el único hueco del muro donde podía hacerse una foto bonita, meter el fantástico cartel del Día Mundial del Turismo, para que la gente pague y así evitar que se viera nuestro esplendoroso Drago, que es nuestro, de los icodenses, y no de quienes se han olvidado de para qué están ahí, para qué los ha puesto la ciudadanía a gobernar Icod.
Y si además pretenden que el Drago sea patrimonio de la Humanidad, con lo viejecito que está ya, lo más lógico es quererlo, mimarlo y acompañarlo como a un abuelito que necesita de nuestro cariño, y no aislarlo metiéndolo en una jaula cubierta de guirnaldas y convertirlo cada día más en un ridículo mono de feria o en un payaso triste por falta de público.
¿Qué nos quedará todavía por ver mientras dure ese desenfreno derrochador de dinero y creatividad? ¡Líbrenos Dios!