¿Y la erupción? El temor a octubre nació en verdad de una previsión científica muy mal entendida .
Al final no hubo erupción en Tenerife el pasado octubre. ¿Qué pasó? En verdad no era una previsión. Una cadena de malas interpretaciones, falta de conocimiento volcánico y cierta tendencia colectiva a la histeria y la exageración provocaron que un estudio de expertos, expresado en el ámbito científico y con multitud de condicionantes, terminara en bulo de calle.
Pasó el mes de octubre y no hubo erupción en Tenerife. ¿Qué sucedió? La cadena anómala de más de un millar de seísmos de baja magnitud iniciada el pasado 22 de abril y la constatación en el más alto nivel científico, ya incluso un año antes de esa fecha, de que se estaban produciendo perturbaciones volcánicas en el subsuelo de Tenerife han generado una suerte de psicosis colectiva que terminó de desatarse cuando en verano corrió el rumor de que la erupción iba a ser en octubre. La gente había empezado a mirar al volcán de reojo, como si se acabara de enterar de algo que se sabía desde hacía mucho tiempo: podía haber una erupción en cualquier momento. Un desconocimiento general de la sociedad sobre nuestra realidad volcánica que se ve reflejado en la falta de planes de prevención y la escasez de medios de detección, que las administraciones resuelven a toda prisa tras la primera prealerta de abril.
En realidad, nadie dijo que la erupción fuera a ser en octubre. Fue una información mal manejada. Nemesio Pérez, director de la división de Medio Ambiente del ITER, experto en vulcanología y miembro del comité de vigilancia volcánica de la Isla, pronunciaba el miércoles 2 de junio una conferencia circunscrita al ámbito científico en la sede del ITER, en Granadilla, durante el Congreso sobre Reducción de Riesgo Volcánico de Tenerife. Ante destacados colegas de todo el mundo, Nemesio Pérez explicaba, según los parámetros sísmicos y de emisión de gases de mayo recogidos en la Isla, que si seguía la actividad en alza -lo que no sucedió- habría opciones de que se produjera una erupción en la dorsal noroeste de Tenerife o el sistema Teide en la segunda quincena de octubre. Pérez se basó en un cálculo matemático conocido por los científicos asistentes, que sabían de antemano que no hay método de previsión infalible sobre erupciones a medio y largo plazo, aunque sí fórmulas como ésta para valorar señales tempranas.
El técnico del ITER nunca aireó este estudio, pero llegó a la opinión pública a través de un artículo de una periodista que asistió a la conferencia. El dato fue volando de mano en mano hasta llegar exagerado y malinterpretado a la calle, mientras otro experto en vulcanología, Juan Carlos Carracedo, que había renunciado a su puesto en el comité por desacuerdos con todos sus miembros, dirigía una serie de charlas y apariciones en los medios informativos criticando al comité por alarmismo y falsa información. Defiende que la situación en Tenerife es totalmente normal y que no hay riesgos.
Tirando de la hemeroteca, es curioso que Juan Carlos Carracedo se presentase como el adalid de la discreción. Y muy curioso es ver cómo Carracedo era el primer experto que decía a la agencia Efe, en una nota difundida el 9 de mayo, cuando se empezaban a dar las primeras señales y los expertos acordaron mantener sus impresiones en la intimidad: "Los últimos seísmos detectados en el interior de Tenerife son poco corrientes. Es potencialmente posible que se produzca una erupción tranquila, de tipo fisural. Podría provocar incendios y una serie de coladas que podrían fluir por las pendientes, cortar carreteras e, incluso, acabar con alguna casa".
No era la primera vez que Carracedo, cuya red sísmica nunca dio resultados, enturbiaba el debate. En 2000 lanzó una campaña contra los prestigiosos geólogos británicos que mostraron, en una revista científica y la BBC, la posibilidad de que se produjera un desplome de Cumbre Vieja, La Palma, que provocara olas gigantes y una catástrofe en las Islas, el Caribe y la costa atlántica de EE UU. Uno de ellos, Simon Day, respondía después: "Me siento muy sorprendido y decepcionado con Carracedo. Y es que mi trabajo relacionado (...) con el posible colapso en La Palma fue en realidad materializado en colaboración con el mismo Carracedo".
Hay muchas más contradicciones de Carracedo, pero lo vital es que Canarias no está preparada para una erupción, que gran parte de la sociedad ignoraba esta realidad, que la actual crisis ha servido para que se mejoren los medios de prevención, que la seguridad de la población está por encima de filias personales, que en el futuro se mantendrá el riesgo de una erupción en Tenerife, aunque sólo se intuiría a pocas semanas o días, y que hay que afrontarlo con responsabilidad y calma.
Fuente: La Opinión de Tenerife
Pasó el mes de octubre y no hubo erupción en Tenerife. ¿Qué sucedió? La cadena anómala de más de un millar de seísmos de baja magnitud iniciada el pasado 22 de abril y la constatación en el más alto nivel científico, ya incluso un año antes de esa fecha, de que se estaban produciendo perturbaciones volcánicas en el subsuelo de Tenerife han generado una suerte de psicosis colectiva que terminó de desatarse cuando en verano corrió el rumor de que la erupción iba a ser en octubre. La gente había empezado a mirar al volcán de reojo, como si se acabara de enterar de algo que se sabía desde hacía mucho tiempo: podía haber una erupción en cualquier momento. Un desconocimiento general de la sociedad sobre nuestra realidad volcánica que se ve reflejado en la falta de planes de prevención y la escasez de medios de detección, que las administraciones resuelven a toda prisa tras la primera prealerta de abril.
En realidad, nadie dijo que la erupción fuera a ser en octubre. Fue una información mal manejada. Nemesio Pérez, director de la división de Medio Ambiente del ITER, experto en vulcanología y miembro del comité de vigilancia volcánica de la Isla, pronunciaba el miércoles 2 de junio una conferencia circunscrita al ámbito científico en la sede del ITER, en Granadilla, durante el Congreso sobre Reducción de Riesgo Volcánico de Tenerife. Ante destacados colegas de todo el mundo, Nemesio Pérez explicaba, según los parámetros sísmicos y de emisión de gases de mayo recogidos en la Isla, que si seguía la actividad en alza -lo que no sucedió- habría opciones de que se produjera una erupción en la dorsal noroeste de Tenerife o el sistema Teide en la segunda quincena de octubre. Pérez se basó en un cálculo matemático conocido por los científicos asistentes, que sabían de antemano que no hay método de previsión infalible sobre erupciones a medio y largo plazo, aunque sí fórmulas como ésta para valorar señales tempranas.
El técnico del ITER nunca aireó este estudio, pero llegó a la opinión pública a través de un artículo de una periodista que asistió a la conferencia. El dato fue volando de mano en mano hasta llegar exagerado y malinterpretado a la calle, mientras otro experto en vulcanología, Juan Carlos Carracedo, que había renunciado a su puesto en el comité por desacuerdos con todos sus miembros, dirigía una serie de charlas y apariciones en los medios informativos criticando al comité por alarmismo y falsa información. Defiende que la situación en Tenerife es totalmente normal y que no hay riesgos.
Tirando de la hemeroteca, es curioso que Juan Carlos Carracedo se presentase como el adalid de la discreción. Y muy curioso es ver cómo Carracedo era el primer experto que decía a la agencia Efe, en una nota difundida el 9 de mayo, cuando se empezaban a dar las primeras señales y los expertos acordaron mantener sus impresiones en la intimidad: "Los últimos seísmos detectados en el interior de Tenerife son poco corrientes. Es potencialmente posible que se produzca una erupción tranquila, de tipo fisural. Podría provocar incendios y una serie de coladas que podrían fluir por las pendientes, cortar carreteras e, incluso, acabar con alguna casa".
No era la primera vez que Carracedo, cuya red sísmica nunca dio resultados, enturbiaba el debate. En 2000 lanzó una campaña contra los prestigiosos geólogos británicos que mostraron, en una revista científica y la BBC, la posibilidad de que se produjera un desplome de Cumbre Vieja, La Palma, que provocara olas gigantes y una catástrofe en las Islas, el Caribe y la costa atlántica de EE UU. Uno de ellos, Simon Day, respondía después: "Me siento muy sorprendido y decepcionado con Carracedo. Y es que mi trabajo relacionado (...) con el posible colapso en La Palma fue en realidad materializado en colaboración con el mismo Carracedo".
Hay muchas más contradicciones de Carracedo, pero lo vital es que Canarias no está preparada para una erupción, que gran parte de la sociedad ignoraba esta realidad, que la actual crisis ha servido para que se mejoren los medios de prevención, que la seguridad de la población está por encima de filias personales, que en el futuro se mantendrá el riesgo de una erupción en Tenerife, aunque sólo se intuiría a pocas semanas o días, y que hay que afrontarlo con responsabilidad y calma.
Fuente: La Opinión de Tenerife
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