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Lazos Rotos

El final del ciclo PP-CC (1995-2005).

Ruptura del pacto entre CC y PP

No es casualidad que cuando se cumplen los 10 años del inicio del ciclo (1995-2005) de relaciones políticas entre el Partido Popular (PP) y Coalición Canaria (CC) estemos en las puertas de una crisis de envergadura en la derecha canaria tras su expulsión del Gobierno bipartito por fomentar la tensión verbal y gratuita en contra de su socio nacionalista.

En 1995, el entonces líder del PP José Miguel Bravo de Laguna inició ese ciclo en situación difícil, logrando mantener a su partido en el Gobierno a lo largo de los cuatro años de legislatura autonómica. En ese tiempo emprendió una operación encaminada a ampliar el espacio del centro-derecha canario, representado por la coalición CC-PP. Diez años después, el actual presidente del PP de Canarias, José Manuel Soria, ha dinamitado la imagen de cohesión y de bloque de gobierno de la coalición de centro-derecha, incitando la cabalgada de su partido hacia posicio­nes que nada tienen que ver con el centrismo, hacia el radicalismo.

Ahora que se cierra el ciclo, vemos a la derecha deslizándo­se vertiginosamente hacia aquellos años en los que sus resultados electorales no alcanzaban el veinte por ciento del electorado en Gran Canaria y el quince por ciento en el resto de las islas del Archipiélago canario.

La astucia que se le suponía a José Manuel Soria ha sido la mayoría de las veces fruto de la casualidad o de la improvisación y todo ello le ha conducido a la expulsión del Gobierno arras­trando a su partido a una dura travesía del desierto.

Soria no hace política, sino que sólo hace marketing, rodeado de criados de librea y de largas manos puestas en los medios de comunicación. Toda la actividad del PP de Canarias está al servicio de su imagen. Y todo ello bien embadurnado con una trama gigantesca de familiares, amigotes y socios encubiertos (algunos ahora muy enriquecidos).

El PP debería interrogarse sobre las causas de la crisis, extraer consecuencias, bajar de las regiones míticas a donde le ha llevado Soria y renunciar a su fanatismo sacerdotal para someterse a la realidad. Sería. sin duda, un acertado modo de abordar su presente y prepararse para su aciago porvenir.

Debería preguntarse el por qué un partido que ascendió electoralmente como la espuma, que disponía del apoyo empresa­rial y de una buena parte de las clases medias, ha perdido su crédito con tanta rapidez.

La respuesta no es complicada. Han perdido el centro por causa de la megalomanía de su líder, además de por la subordina­ción de las ideas y los valores a las normas de la publicidad política. Pero en este caso ni la publicidad, que sustituye el sentido de la dirección por simples maniobras de relaciones públicas, le ha servido al PP para frenar su caída ya que Soria ni siquiera ha sabido tejer una red de buenas relaciones en su entorno.

Soria empieza a quedarse solo (de su entorno comienzan a conocerse las críticas a su estrategia y empecinamiento) en su empeño de mantener la estrategia de una tensión permanen­te contra todos los partidos en Canarias. Una tensión que no tiene sentido en el momento actual. En este canto del cisne de Soria ya no le siguen ni siquiera los suyos en tropel, como en épocas pasadas.

Fuente: Canarias Ahora
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