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Lazos Rotos

Bolivia, gobernar desde abajo.

Bolivia gonernar desde abajo

Bolivia y los hidrocarburos. Si alguien quisiera comprobar qué significa “gobernar desde abajo”, solo tiene que mirar hacia Bolivia

Eso es lo que hace su pueblo en las calles, presionando para acabar el saqueo que —argumentan— ha personificado el poder transnacional sobre los hidrocarburos, principal recurso natural de la nación boliviana.

Movilización tras movilización, con el tino que se observa cuando esas mismas masas evidencian saber que tampoco se trata de descabezar al Estado, el movimiento popular boliviano perfecciona desde las calles la nueva Ley de Hidrocarburos. Así ponen en práctica una máxima que ellos no han denominado tal, pero que se ha escuchado ya, alguna vez, en América Latina...

Se trata de una praxis que confirma lo que según muchos teóricos es condición primera para lograr esa estabilidad tan precaria hoy en la región: no basta con asumir el gobierno para ejercer, realmente, el poder. El poder se construye también desde abajo, no solamente arriba.

Es lo que comienza a verse en Ecuador cuando los denominados “forajidos”, luego de ajustar cuentas al traidor, entreguista y corrupto ejecutivo de Lucio Gutiérrez, intentan señalar, con sus demandas, los pasos de Antonio Palacio, reemplazante del depuesto...

La exigencia de una nueva Ley de Hidrocarburos fue exigencia primera cuando el pueblo boliviano dio una de las más recientes lecciones de cansancio y rebeldía a los gobiernos de la región, y acabó a fines de 2003 con el mandato neoliberal de Gonzalo Sánchez de Lozada. Por eso, resultó también aquella la primera promesa del gobierno sustituto, que preside Carlos Mesa.

Con las transnacionales presionando de un lado y el pueblo, indoblegable pero no intolerante del otro, a Mesa le ha tocado un difícil ejercicio.

En los últimos meses, cada manifestación ha sido muro de contención para que ni el ejecutivo ni los legisladores cedan ante la presión de las transnacionales.

La más reciente versión de la Ley, redactada sobre la base de una consulta popular —aunque tampoco aquel referendo satisfizo a las expectativas más radicales— resulta, empero, un documento digno de admirar en un contexto regional marcado por el dogma neoliberal, donde el término soberanía sigue teniendo cortapisas.

Se habla allí, por ejemplo, de recuperar la propiedad de todos los hidrocarburos en boca de pozo para el Estado boliviano que ejercerá, a través de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), “su derecho propietario sobre la totalidad” de ellos.

Entre otros postulados, el texto también estipula la refundación de la empresa YPFB de modo que se recupere “la propiedad estatal de las acciones de los bolivianos en las empresas petroleras capitalizadas” y, en general, denomina a los hidrocarburos “de dominio directo, inalienable e imprescriptible del Estado”.

Sin duda, el pueblo ha logrado mucho ya. Pero persisten inconformidades en relación con el porcentaje de las ganancias que las empresas extranjeras deben abonar al país, y la forma en que serán entregados esos tributos. Los cambios realizados a la Ley original durante su discusión en el Senado, ha sido considerada por amplios sectores sociales y políticos como inadmisibles.

Según explican, esas correcciones a la versión original transformaron lo aprobado antes por la Cámara de Diputados, y ponen en peligro esa recuperación total de los hidrocarburos por parte del Estado estipulada antes en la Ley, así como el demandado tributo de un 50 por ciento que se pide a los consorcios extranjeros.

Son esas las quejas que ponen nuevamente en punto de ebullición a Bolivia, mientras las masas engrosan aquellas con otras demandas como la inmediata realización de una asamblea constituyente. El pueblo se levanta y otra vez Mesa queda entre dos fuegos, aguijoneado desde abajo por quienes condicionan y determinan su quehacer...sin ocupar la silla de gobierno.

Fuente: Juventud Rebelde :: Marina Menéndez Quintero

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