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Lazos Rotos

El monumento de Chillida podría dañar grabados excepcionales en Tindaya.

Tindaya

El científico del IAC Juan Antonio Belmonte cree que la construcción del monumento ideado por Chillida podría enviar "al garete" el patrimonio arqueológico de la montaña de Tindaya, en Fuerteventura, posiblemente el mayor yacimiento del mundo de grabados podomorfos y excepcional por su cantidad y belleza.

Juan Antonio Belmonte, que comenzó a investigar los grabados de Tindaya en 1994, afirma que la montaña tiene suficientes valores como monumento natural, protegido por la Ley de Espacios Naturales, pues es el pitón traquítico más importante de Canarias, resto de una cámara magmática erosionada, pero también constituye un yacimiento arqueológico excepcional, por lo que está catalogado como Bien de Interés Cultural y protegido por la Ley de Patrimonio.

Belmonte explica, en una entrevista a Efe, que no sólo hay más de 200 huellas de pies o podomorfos, que califica de "espectaculares", pues opina que se desconoce el hecho de que en el llano que rodea a Tindaya hay varios círculos de piedras o "esequenes", antiguos santuarios aborígenes, uno de ellos con piedras planas a modo de asientos orientados hacia la montaña.

Además, este yacimiento "no es uno cualquiera" sino posiblemente el mayor del mundo de grabados podomorfos, pues en ningún otro sitio hay tantas huellas de pies esculpidas en el mismo lugar y con tanta belleza.

"La gente debería subir a Tindaya y ver la realidad en su lugar, porque los políticos han vendido la idea de que si se hace la obra de Eduardo Chillida aquello va a ser poco más o menos de la envergadura de la torre Eiffel, con grandes cantidades de turistas que vendrán a la isla a ver la obra", afirma.

A su juicio, se debería explotar lo que "ya hay" en Tindaya y hacer un buen centro interpretación de la cultura aborigen, con excursiones con guía para ver los podomorfos, incluso nocturnas porque con luz lateral de una linterna es cuando mejor se perciben las huellas.

El investigador se muestra absolutamente seguro de que estos grabados llamarían más la atención a los turistas que la obra de Chillida, y añade también que "nadie puede creerse que no se va a tocar la montaña" en los trabajos de construcción del monumento.

En su opinión, es imposible que las máquinas no destrocen los restos arqueológicos, a lo que se añade el hecho de que los geólogos sostienen que la montaña no aguantará la excavación, pues la piedra de la que está formada, la traquita, forma prismas inmensos que se podrían desprender con facilidad de un techo plano y para que resista el hueco proyectado por Chillida habría que forrar toda la estructura interior de hormigón armado.

Este patrimonio se va a ir "al garete", advierte Belmonte, quien se pregunta qué se habría dicho en Cantabria si a Chillida se le hubiese ocurrido hacer una escultura dentro de las cuevas de Altamira.

El científico del Instituto de Astrofísica de Canarias descubrió en sus investigaciones que la mayoría de los podomorfos de Tindaya no están distribuidos aleatoriamente sino que siguen un patrón, pues están orientados fundamentalmente hacia el sudoeste.

Además, el centro del lugar donde hay mayor concentración de grabados se corresponde exactamente con la puesta del Sol en el solsticio de invierno, lo que parece indicar que la orientación tiene una motivación astronómica, aunque en esa dirección también se puede ver la isla de Gran Canaria y el pico del Teide, en Tenerife.

Asimismo parece haber una conexión probable entre la orientación de los grabados, la posición de los crecientes lunares, el planeta Venus como Estrella de la Tarde y la llegada de las lluvias invernales.

Quizás la visión que interesaba a quienes esculpieron los podomorfos era la de que se orientasen de tal manera que se pudieran combinar la visión de una montaña lejana en el horizonte, el creciente lunar y las estrellas como símbolo de alguna divinidad.

Probablemente la montaña de Tindaya fuera sagrada por estar dedicada a esa cierta divinidad y los aborígenes subieran a ella en fiestas especiales, posiblemente para hacer rituales para atraer la lluvia, a los que estaría asociada la orientación de los podomorfos.

Las huellas de pies son símbolos atávicos de los que se desconoce exactamente su significado y que se encuentran en varias zonas del mundo, pero en ningún sitio "con tanto predicamento" como en la montaña de Tindaya, en Fuerteventura.

También hay podomorfos en la peña del Majo, en Lanzarote, y en el Valle de San Lorenzo, en Tenerife, pero en mucha menor cuantía. Para encontrar estaciones de podomorfos tan impresionantes como la de Tindaya hay que dirigirse al norte de Africa, explica Juan Antonio Belmonte.

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