Codicia.

Enseña el budismo que los tres enemigos del ser humano son la ira, la codicia y la estupidez. Ya no se trata de ganar lo suficiente, ni siquiera de ganar mucho: se quiere todo. Pelotazo tras pelotazo, y tiro porque me toca.

Un metro cuadrado sin azulejar es un desperdicio. El monstruoso edificio Woermann ya no basta. ¿Qué beneficio hay en tener una biblioteca en él? En cambio, hay unos terrenitos en el Monte que ya, ya...

¿Doce millones de turistas al año? Metamos diecisiete millones, y el que venga atrás que arree. Llenemos el Archipiélago de hoolligans borrachos traídos en aviones de "bajo coste" (es decir, de baja seguridad). Aunque sea en aviones de papel. Ya de paso, montamos unos prostíbulos, unos casinos y unos campos de golf.

Ya, ya sé que sacaron muchas subvenciones con lo del turismo "de calidad", pero eso era ayer por la tarde. Hoy el montón de dinero está en otra casilla. Y si cuela lo del aeropuerto privado, miel sobre hojuelas. No vean la cantidad de ayudas y la pasta gansa pública que se va a sacar. Prefinanciado con impuestos no pagados de la RIC, faltaría más, que los quince mil millones de euros que están en la buchaca no son nada.

"Prefinanciación" es la palabra: se hace obra pública que no es necesaria. Se financia con esos impuestos no pagados. Quienes hacen la obra (que suelen ser los mismos) saca su beneficio. Tampoco van a haber demasiados controles de calidad. Después se les devuelve el dinero. Se les pagan los intereses. Por el "favor" se les otorga una concesión sobre la obra de treinta o cincuenta años. Y, claro, para usarla hay que pagarles un cuantioso alquiler durante todo ese tiempo. ¿No es genial?

Más, más, más. Hagamos un tren que haga "pu-puuuu". O dos, aunque maldita la falta que hacen. Más, más, más. Y puertos, y muelles deportivos, y carreteras. Más, más, más. ¿Canarias? Bueno, qué más da: esto no es un país, sino un "banana wharehouse". Un almacén de plátanos, o sea.

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