Siempre nos quedará la cabra. El almendrero de Nicolás.

Prensa Alternativa / Artículos de opinión.- Cuando apareció la primera vaca loca a todos se nos quebró el bistec empanado. Hubo quien se tiró una mano al cuello y la otra al estómago. Las autoridades dijeron que no pasaba nada. Luego, cuando se evidenció la composición del pienso, las autoridades tuvieron que intervenir. ¡Dios mío, qué le echamos de comer a los animales! se preguntó la gente. Estaba claro, el abaratamiento de costes y una legislación absolutamente permisiva con la espeluznante fabricación de piensos había logrado alterar la cadena alimenticia. Algunas multinacionales habían logrado que todos los bichos fueran onnívoros. Como nosotros. Alimentan con el mismo pienso a vacas, cochinos, pollos, gatos, perros y pescado, y con pesticidas a las hortalizas. El estiércol les huele mal.

Las vacas están locas, las gallinas agripadas, el mejor amigo del hombre resultó un asesino, los pescados aparecen barnizados y las barquillas decoran las rotondas de la autopista, las hierbas descoloridas, las papas bichadas y, gracias al REA, aumenta la importación de porquerías. Me pregunto qué fue lo que entendieron los gobernantes de las islas cuando la FAO recomendó deseable que cada pueblo garantizara al menos un 50% de autoabastecimiento. Probablemente se lo tomaron como una declaración independentista porque hicieron todo lo contrario. Aumentar nuestra dependencia del exterior fomentando la instalación de empresillas que se benefician de las ayudas del REA para que nuestra bolsa de la compra sea la más cara de todo el Estado. Acosar a los ganaderos porque molestan a los chalet, permitir la importación de papas de Israel, privatizar la Central Lechera, prohibir el cuajo de baifo y utilizar el químico para producir queso, etc. La única preocupación de los gobernantes es el plátano, pero las papas y las hortalizas no importa que sean congeladas. ¿De quién serán los plátanos?

Hace algunas semanas saltó la noticia de que Canarias tiene el índice más alto de pesticidas en la hierba que nos comemos, incluso, hay quien investiga el grado de veneno que tenemos en la sangre y su posible relación con patologías crónicas de nuestra gente. Salvo los tunos y los plátanos nunca pelé la fruta, mi madre me enseñó que la vitamina estaba en la cáscara, … una enseñanza del pasado. Por si fuera poco, todo el mundo ha visto cómo se mata la hierba de las cunetas de las carreteras; con pesticidas. Justo donde los pajaritos van a beber el hilito de agua que se escurre de los riscos. Justo ahí es donde se fumiga, por lo visto cuesta mucho trabajo arrancarlas. En fin, que los gobiernos no protegen la alimentación de la población porque, si fuera así, nuestro país canario con sus fronteras bien definidas y con una política aduanera correcta junto al fomento de la agricultura de toda la vida, podría ser un paraíso alimenticio. En cambio tenemos la mayor cantidad de gordos y de enfermedades derivadas por metro cuadrado. Gordura asociada a la pobreza, y no al contrario como antaño. Las pequeñas huertitas de las periferias metropolitanas que abastecen de productos frescos nuestros platos, desaparecen bajo la especulación, habiendo 54.000 viviendas desocupadas sólo en la isla de Tenerife.

Así pues, con este panorama, estoy empezando a considerar digna la actitud de los macrobióticos. De los macrobióticos y de los comedores de cabra. Y digo de los comedores de cabra porque, al final, es ese modesto animal que siempre nos ha acompañado en los riscos, en la costa, en la emigración, en los tableros y en nuestras azoteas, el que nos puede volver a salvar de tanta calamidad alimenticia. Leche, queso y carne garantizada. Y antes de que el capitalismo invente la cabra inolora y sin zalea deberíamos proponernos seriamente su protección, librándola del capitalismo ramplón y sus piensos. Por eso, propongo que la cabra sea declarada símbolo nacional canario y que se la proteja con todas las de la ley. Como si fuera un ser humano. Puede que el mejor amigo del hombre sea el perro, pero la mejor amiga de un canario es la cabra.

Paco Déniz