Incineración de residuos, se soltaron las cabras.
Foros ciudadanos / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Juan Jesús González Afonso. En el verano del año 2002 el Cabildo de Tenerife puso sobre la mesa, en pleno mes de agosto y por sorpresa, un plan de residuos que pretendía la quema indiscriminada de prácticamente el 90% de los residuos en una incineradora, que se instalaría en el vertedero de Arico.
Ese plan, que por otra parte no aportaba absolutamente objetivo alguno en materia de reducción, reciclaje o en políticas de concienciación ciudadana o compostaje, fue apoyado por el pleno del Cabildo de Tenerife por unanimidad y representaba un riesgo sanitario cierto y directo para varios núcleos habitados de la costa de Arico y Granadilla que, sobre todo durante la noche, se verían afectados por las emisiones de ese incineradora -una de las más grandes de Europa- de la misma manera que hoy en día se ven afectados por los olores del vertedero.
Por lo que quiera que sea, porque hasta el ayuntamiento de Arico apoyaba en un principio a tope ese disparate, aquel plan se paralizó y la responsabilidad en materia de gestión de residuos en Tenerife pasó de un área que se llamaba Desarrollo Económico a la de Medio Ambiente, que fue lo primero que el Foro contra la Incineración le pidió a Ricardo Melchior en la primera y última reunión que mantuvimos con él en octubre de 2002. Los responsables técnicos también cambiaron y se comenzó a trabajar en un nuevo plan que debía estar terminado a principios del año pasado y del que, desde hace unos meses, hemos comenzado a tener conocimiento en un proceso de participación que efectivamente esta vez sí ha abierto el Cabildo de forma transparente, cosa que jamás se había visto por aquí en plan ni proyecto alguno.
Desde el Foro contra la Incineración se planteó, en un principio, la necesidad de establecer una moratoria a la incineración hasta no poner en marcha -y ver resultados- las políticas de reducción, reciclaje o descentralización del tratamiento de la materia orgánica recogida selectivamente que se establecen en el plan. Sencillamente porque nosotros estamos en contra de la incineración, pero también estamos en contra del vertido masivo de residuos. No fuimos originales en eso, para nada, fue lo que se hizo en el área metropolitana de Barcelona hace unos años y hoy en día, no sin problemas, están recuperando casi el 50% de los residuos.
Resulta curioso, hay que decirlo, que el Cabildo lleve explicando su plan desde hace un mes por los ayuntamientos, a los colectivos, a la universidad... y no haya pasado nada hasta que se lo ha explicado a los periodistas que titularon ayer sobre la posibilidad de instalar una incineradora para biomasa en la central térmica de Granadilla. Y el lío se ha formado.
Nosotros conocíamos de esta posiblidad, evidentemente, como todo el mundo interesado en el tema. El Cabildo nos ha explicado el asunto y, lógicamente, no lo compartimos. Y es que estamos contra la incineración en Arico, en Granadilla y en cualquier sitio mientras exista la posiblidad de avanzar hacia otras alternativas. Conocemos de los argumentos que llevan a los responsables del plan a avanzar esta posible alternativa, sabemos que el Ministerio de Industria pretende considerar la incineración de biomasa como una fuente de energía renovable, pero dudamos mucho de que ese argumento se pueda defender en regiones donde la desertificación es una amenaza palpable y creemos que es en ese punto donde debería centrarse el debate en este momento. Eso sí, quemar la biomasa pude ser más caro y acaso un poco más peligroso que enterrarla, pero en absoluto enterrarla es una alternativa. Entre otras cosas porque está prohibido. Eso está claro, o la devolvemos a la tierra en forma de compost, la inertizamos para enviarla al vertedero o la quemamos. Más alternativas no existen.
El objetivo del Cabildo, para el 2016, de compostar 67.000 toneladas de residuos orgánicos es, sin lugar a dudas, insuficiente. Pero no nos llevemos a engaño, conseguir eso, con una materia orgánica separada en origen en menos de 10 años no es algo que se pueda conseguir por arte de birlibirloque y, en la práctica, se trata de un objetivo que se acerca mucho a un plan de residuos cero, como esos en lo que se ha embarcado gran parte de Nueva Zelanda o ciudades como Canberra, donde se pretente recuperar, sin incineración ni vertedero, más del 90% de los residuos en unos plazos establecidos de 20 o treinta años. Por eso descalificar el conjunto del plan del Cabildo, sin analizarlo con detenimiento, parecería un craso error.
Estamos en la situación que estamos, en materia de gestión de residuos, por múltiples circunstancias. Se trata de un tema que a nadie ha importado en absoluto desde hace 20 años, cuando el PIRS hizo creer a todo el mundo que la basura desaparecía como por arte de magia. Ningún paso se ha dado, desde entonces, para caminar en esta isla hacia un modelo más sostenible de gestión de residuos. Ha llegado el momento, para bien o para mal, de que se tomen decisiones en esta materia y, sobre todo, de que se establezcan compromisos de futuro. Necesitamos un plan ya, mejor hoy que mañana, y necesitamos el mejor plan posible y lo más consensuado posible y, en este sentido, el Cabildo esta vez sí que nos ha puesto a todos en un compromiso porque nos ha ofrecido participación. Por eso ya no vale decir no porque no, postura también legítima, sino ofrecer argumentos sólidos y realistas para intentar parar la incineración con la absoluta certeza de que la alternativa no puede ser seguir cepillándonos centenares de miles de metros cuadrados en vertederos que suponen un riesgo permanente.
La postura del PSOE de apoyar otra vez la incineración no es nada nueva, ellos apoyan todo, les ha dado siempre lo mismo el problema de la basura y votaron a favor del plan anterior, de éste o del que venga, mientras no le pongan la incineradora en Adeje les importa todo esto un carajo. De todas formas me parece despreciable que nos compraran camisetas antes de las pasadas elecciones y ahora salgan con éstas. Coalición Canaria en Granadilla se le ha lanzado al cuello al Cabildo, lo que es respetable, pero llama la atención que no dijeran nada de la macro incineradora que se planteó en el 2002 que sí que suponía un riesgo ambiental gravísimo para Arico, para Granadilla y para toda la isla. Del PePe no hay nada que decir, para ellos hasta tres meses antes de las elecciones todo lo que haga Melchior está bien, para eso les ha puesto un sueldo a todos con nuestro dinero. Pero es que ahora mismo el debate no es exactamente ese. El Cabildo ha puesto sobre la mesa varias alternativas, con incineración o sin incineración, y hay que optar ya de una vez. Y para bien o para mal ha llegado el momento de decidir, de poner en marcha un plan que ponga un poco de orden y de racionalidad en todo esto. Los papeles están sobre la mesa y están hasta colgados en internet, cosa que no se había visto nunca antes por aquí.
La basura está ahí, el retraso que llevamos es el que es, lamentablemente, y frente a aspectos muy positivos que plantea el plan, como los objetivos de reducción, la descentralización en el tratamiento de varias fracciones de la basura o los importantes objetivos -aunque insuficientes- en materia de reciclaje o compostaje, nos encontramos con que tenemos que optar por quemar o por enterrar una parte importante de la basura. Si en Tenerife, como ocurre en gran parte de Europa, estuviésemos recuperando el 50 o el 60% de los residuos podríamos hablar de hacer desaparecer prácticamente los vertederos o las incineradoras, pero lamentablemente esa no es nuestra realidad, por culpa del gobierno, de la oposición, de los medios de comunicación y de todos nosotros, que hemos sido unos auténticos irresponsables e insensatos en esta materia.
Por eso es que, con incineradora o sin incineradora de biomasa, estamos metidos en un problema que necesita del compromiso de todos para poderse superar o mitigar. La incineración es cara, contamina, destruye empleo, nadie la quiere cerca de sus casas -aunque a muchos no les importa, en su ignorancia, que esté en la casa del vecino- y, sobre todo, supone un handicap que limita en extremo las posibilidades de implementar otro tipo de políticas. Y es que cualquier buena idea para reducir, reciclar o reutilizar un residuo deja de tener sentido cuando la carísima incineradora para quemar ese residuo ha sido construida. Ese es el principal problema y es lo que ha pasado en Mallorca, donde están en una situación parecida a la nuestra y donde el aumento en la generación de residuos se "soluciona" aumentando los hornos de la incineradora, habiendo fracasado estrepitosamente todas las políticas tendentes a la gestión sostenible de los residuos.
El Cabildo, a mi modo de ver, ha hecho lo que tenía que hacer por una vez. Ha puesto las cartas boca arriba y nos ha pedido opinión abriendo un debate social. Lo que hemos pedido siempre. Ha establecido unos objetivos de recuperación y de reducción, ambiciosos en muchas aspectos y, para el resto, ha puesto sobre la mesa dos alternativas que no son una mejor que otra en términos ambientales. La única ventaja que tiene el vertedero con respecto a la incineración es que en el vertedero conviene llevar cada vez menos cantidad de basura, y es factible y deseable hacerlo. La incineradora, en cambio, necesita contar para siempre con una determinada cantidad de residuos porque sin basura no funciona. Y el problema está en que hacia lo que deberíamos encaminar todos nuestros esfuerzos es a convertir los residuos en recursos y, sobre todo, a generar cada día menos basura, políticas incompatible con la inversión en incineradoras.
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