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Lazos Rotos

Oleada de inmigrantes hacia España. No "welcome", sino "abur".

Medios alternativos / Juventud Rebelde.- Luis Luque Álvarez. El gobierno autónomo de las Islas Canarias está «que trina»: una verdadera oleada de inmigrantes indocumentados africanos está llegando al archipiélago, y el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, aún no ha llamado a Adán Martín, el presidente canario. "Sé que están trabajando, pero las medidas no dan efecto, no son suficientes y hay que aumentarlas", arguye este.

Ciertamente, las cifras de arribos en embarcaciones procedentes del oeste de África -por regla general abordan en Mauritania y Senegal- van en galopante ascenso: en todo 2005, llegaron 4 571 personas, mientras que hasta este momento de 2006, ya son ¡6.900 individuos! Los centros de internamiento están desbordados, por lo que los africanos han sido ubicados incluso en garajes...

Está claro: ninguna de las 156.859 plazas hoteleras existentes en las islas podría alojar a estos "extraños". Tampoco los 17 campos de golf, ni los ocho centros de convenciones, ni los seis casinos de juego, son lugares que importen a los recién llegados. Para ellos, no hay espacio.

En cuanto al gobierno central, aunque «no llame» al presidente canario, no se puede decir que esté de brazos cruzados. Como se trata de un problema "de todos", la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega explicó que se ha pedido a la Unión Europea crear en Canarias una delegación para el control de los arribos, además de apoyo logístico para coordinar el despliegue marítimo y aéreo. Tres buques y tres aviones de patrullaje españoles están en la zona desde el lunes, y ha habido repatriaciones.

Pero esto no es todo: el Ejecutivo español presenta ahora el denominado Plan África 2006-2008, destinado a frenar la emigración por medio de una mayor presencia diplomática en algunos de los países emisores. Así, se crean tres nuevas embajadas -en Mali, Sudán y Cabo Verde- y se fundan oficinas comerciales en Angola, Kenia, Nigeria y otros. Para entenderlo sin muchas complicaciones: se pretende impulsar los nexos para que estos países controlen con mayor efectividad a los que salen, de modo que no sean los militares ibéricos quienes deban detenerlos a las puertas de Europa. Da mala imagen, y además, mientras más lejos, mejor.

No se dice nada, eso no, de que Bruselas alguna vez cambie su actitud de vecino rico, que dicta fórmulas económicas fracasadas a sus vecinos pobres, y que brinda sus mercados a los productos agrícolas del sur, razones estas -entre otras- por las que cunde la miseria, y algunos consideran pocos los riesgos de mudarse ilegalmente a Europa.

Por último, llaman la atención los pronunciamientos de dos funcionarios de Justicia en Canarias. Para Fernando Sánchez, "los inmigrantes presentan enfermedades que las autoridades no han querido difundir, como sarna, tuberculosis, sífilis y sida". Otra, Esmeralda Méndez, dijo que los bolígrafos con los que los africanos firman sus declaraciones se tiran a la basura: "Los cogemos con un papel para evitar tocarlos".

Por fortuna, la Cruz Roja española restó validez a ese «posible peligro de contagio», un disfraz de lo que solo es una rampante muestra de racismo. Ignoro si a los abundantes turistas procedentes de Alemania, donde hace meses aparecieron focos de gripe aviar, los fumigan o los ponen en cuarentena antes de darles entrada a algún hotel.

Para unos, ¡welcome!; para otros, ¡abur!.

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