Toda la vida esperando por un hospital y que pronto nos impusieron las turbinas.
Asociaciones / Tagororachinech.- Desde el año 1978 y, a través de del Ministerio de Sanidad y consumo del Gobierno de Adolfo Suárez se planteó la creación de un hospital comarcal para el sur de Tenerife, e incluso se destinó una partida económica para tal fin.
Fue en la década de los ochenta cuando se implantó un centro hospitalario privado en el sur y, luego comenzó con las concertaciones, desde esa época la ciudadanía del sur ha reivindicada la instalación y puesta en funcionamiento de esta infraestructura, pero la decidía de las distintas administraciones públicas ha hecho que estas instalaciones hospitalarias nunca hayan llegado al territorio, donde lo único válido es la especulación del suelo y el crecimiento desmesurado e insostenible.
Esta necesidad fue llevada al parlamento de Canarias, mediante una Ley de Iniciativa Popular, ya que ninguna fuerza política, allí representada, ha sido capaz de emprender las acciones necesarias para que los residentes del Sur tengamos una atención hospitalaria digna y de calidad. No contentos con no hacer que esto sea una realidad, se encargaron de presentar enmiendas al articulado que la ciudadanía había refrendado con el aval de sus firmas, quedando enmierdada una ley que otorga al Sur de Tenerife un Chiringuito en lugar de un Hospital. Donde los ciudadanos pedimos agua, la administración da vinagre.
Sin que los vecinos las necesiten ni la hayan solicitados, van y nos implantas dos turbinas en Los Pajales (Chío), uniéndolas a las ya instaladas en Oroteando (Arona) y, pretendiendo colocar otras dos en El Vallito (Adeje)
Las turbinas en Chío y en El Vallito, es un insulto a la demanda de una hospital público para el sur suroeste de Tenerife, pues fue en Chío donde nació la Plataforma ciudadana que llevó al parlamento de Canarias la ILP, y la ubicación del Vallito, esta a menos de 1000 metros de donde pretenden instalar el mal llamado Hospital del Sur, o sea el chiringuito, que salió después de enmierdar lo propuesto por los ciudadanos.
La lucha por un hospital público para el sur de Tenerife y, el rechazo a las turbinas de Unelco, se basan en el rechazo que mantiene la población hacia la privatización de todos los servicios esenciales. Por un lado vemos como se incrementa el gasto en la sanidad privada (concertada), en detrimento de lo público y, la empresa monopolista Unelco-Endesa, implanta estas turbinas con el fin de continuar con el régimen especulador y crecimiento insostenible, ambos casos con una finalidad puramente económica, para un solo sector de la población.
Las intenciones de los ayuntamientos del sur han quedado al descubierto, que por un lado, apoyaban la creación de un hospital público para el sur con la boca chica, sin que ninguno tuviese la dignidad y, el atrevimiento de emprender una acción propia en defensa de este centro sanitario tan vital para la población del sur, eso sí, poniéndose en la primera fila de las manifestaciones para obtener las mejores fotos, dejando que el poder empresarial de la sanidad saliese con la suya. Y ahora con la instalación de las turbinas, guardan silencio a excepción del de Guía de Isora, que dice que autorizarlas por que se las imponen otras administraciones y, el de Arona que argumenta que su municipio ya ha cumplido con la solidaridad, permitiendo implantar las de Orotenada.
El divorcio existente entre administradores y administrados es tangible y creciente, y para solucionarlo los administradores han impuesto la ley del silencio y el sometimiento de las asociaciones de vecinos a sus intereses, pero los administrados no vamos a tolerar que se siga vulnerando nuestros derechos, no lo vamos a permitir con nuestro silencio, no nos vamos a quedar con los brazos cruzados. Permitirlo sería claudicar ante unos gobiernos neo liberales, que para nada los queremos. Permitirlo sería confirmar que la democracia es sólo una bonita palabra, que para los administradores está vacía de contenido.
La instalación de turbinas de generación eléctrica, sólo viene a potenciar el poder económico que ya posen los que realmente mandan en las administraciones, a cambio de incrementar el sufrimiento y crear un drama humano en los pueblos, obligando a sus vecinos abandonar sus hogares, abandonar sus terrenos agrícolas, abandonar sus actividades rurales. En definitiva ver como le imponen el cambio de un estilo de vida que han heredado desde generación en generación.
Los ciudadanos seguiremos esperando por el tan ansiado y necesitado Hospital Público del Sur de Tenerife, mientras comenzamos a sufrir las consecuencias de las turbinas, sabedores de que las enfermedades que generan las centrales eléctricas será, incrementar el número de clientes de la sanidad privada y su volumen de negocio, así que: ¡CAMBIO LAS TURBINAS POR UN HOSPITAL!
Toño Linares
Chío a, 25 mayo de 2006
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