Otro plato de lentejas.
Medios alternativos / Juventud Rebelde.- Luis Luque Alvarez. El programa nuclear iraní ha obligado a Bush a implicarse con Francia, Alemania y el Reino Unido en las conversaciones con Irán. Finalmente, obligado por las circunstancias, el gobierno del presidente George W. Bush ha accedido a hacer lo que tanto evitó: implicarse directamente -junto con Francia, Alemania y el Reino Unido- en las conversaciones con Irán sobre su programa nuclear. El lenguaje de las amenazas, de las sanciones, vendía poco, y la nación islámica ha seguido imperturbable en su designio de dotarse de energía nuclear para fines pacíficos.
Había que cambiar. Pero la propuesta de la Casa Blanca no es solo zanahoria, sino bastante garrote: Washington se sentaría a conversar, si Teherán suspendiera inmediatamente el enriquecimiento de uranio, proceso necesario para la producción de energía eléctrica.
"Hablaremos, pero si haces lo que yo digo". Es la típica forma de comunicación entre un superior y su subordinado. No parece una propuesta respetable a un Estado soberano.
Pero hay más: la suspensión del enriquecimiento de uranio que exige EE.UU. sería, precisamente, uno de los objetivos que la administración Bush pretende conseguir a modo de resultado de una eventual negociación. ¿Cómo entonces presentarlo como condición para negociar? ¿La carreta antes que los bueyes?
La respuesta de Teherán ha sido la esperada. El vocero de la cancillería persa, Hamid Reza Asefi, declaró: "Creemos que unas negociaciones sin condicionamientos previos y en la actual coyuntura, serían la mejor fórmula para una salida a la crisis de este expediente atómico".
A simple vista, algún distraído pudiera cuestionarse la «tozudez» de Irán, su renuencia a un acto tan «simple» como el de abandonar el enriquecimiento de uranio. Solo que las experiencias de otros deben servir para algo, y ahí está el programa nuclear de la República Popular Democrática de Corea, quien debió seguir por su cuenta en su objetivo de hacerse de energía atómica para uso civil, luego que la Casa Blanca incumpliera un acuerdo -logrado durante la administración Clinton- para brindar asistencia técnica a Pyongyang en este campo.
Todo fue papel mojado. Hoy, a la nación persa se le pide enriquecer su uranio en otro país, tentativamente Rusia, pero ¿existen garantías eternas? ¿Acaso las naciones que emplean la energía nuclear en este mundo dejan alguna parte del proceso en manos de otras? ¿Por qué unos países pueden, y no así Irán, que desde el triunfo de la Revolución Islámica, en 1979, jamás agredió a ninguna nación? Según se ve, los expedientes de buen vecino" en Medio Oriente los expiden únicamente en Washington.
Casi al terminar la jornada de este jueves, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad -más Alemania- alcanzaron en Viena un acuerdo sobre otro paquete de incentivos y sanciones. No han trascendido detalles, pero la BBC se aventura a hablar de «suministros garantizados de combustible», «ventajas comerciales», «garantías de seguridad», etcétera, etcétera... En caso negativo, garrote puro y duro.
Queda esperar que China y Rusia, hasta ahora opuestas a las sanciones, pongan freno a los impulsos de EE.UU. y sus aliados; y observar, después de tanto esfuerzo e ingenio tecnológico para hacer efectivo su derecho, qué hace Irán con ese plato de lentejas.
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