'Manifiesto de San Juan de la Rambla': agricultores, ganaderos y colectivos sociales se unen por 'un respeto a lo canario'.
Foros ciudadanos / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Cada año desaparecen en Canarias 300 explotaciones agrícolas y las mayores 'fincas' de las que disponemos, para el abastecimiento de las necesidades alimentarias de la población residente y de los que nos visitan, son los puertos de Santa Cruz y de Las Palmas. Mientras, nuestros irresponsables políticos, nos llevan camino de una dependencia total y absoluta de los productos de importación.
En la plaza de San Juan de la Rambla se dieron cita, la tarde de este viernes, representantes de organizaciones agrarias, ganaderos, pescadores y numerosos colectivos sociales para respaldar el 'Manifiesto de San Juan de la Rambla: Por un respeto a lo canario' un documento que, fruto de un arduo proceso de debate, representa una esperanza en la que deberíamos comprometernos todos para luchar por salir de la cultura yonki, o del cemento en vena, en la que nos han metido los piratas del piche y los especuladores.
Y es que el año pasado, mientras la cesta de la compra subía un 4,3 %, la renta para nuestros agricultores descendió en un 10 %, lo que significa, entre otras cosas, que la vieja canción de Los Sabandeños, del 'intermediario', sigue más vigente que nunca y que lo que cobran los agricultores por sus productos se multiplica por cuatro cuando el consumidor acude a comprar estos productos en los comercios o grandes superficies. Y ese 'mago', a quien tan poco se valora hoy en día desde muchos sectores, no es más que 'el que practica la magia de producir la tierra, muchas veces en condiciones adversas'.
Hace unos años los ingleses les echaban las papas pequeñas que producían a los cochinos, pero desde que descubrieron que esta papa es valorada en Canarias, un gran negocio están haciendo los ingleses vendiéndonos esta papa pequeña que consumen los hoteles y demás como la tradicional papa arrugada 'canaria'. Israel es el único país del mundo, junto con USA, que envenena sus papas con Bromuro de Metilo, que después nos comemos nosotros mientras nos cargamos y hacemos inviables nuestras producciones locales que, además, representan un elemento fundamental de nuestra cultura y nuestro paisaje. Y ni esa política disparatada, ni la llegada masiva de grandes superficies comerciales, han representado un carajo para el camelo ese de abaratar la cesta de la compra. Todo lo contrario, los pocos agricultores que quedan cada vez cobran menos mientras los consumidores pagan cada vez más.
Tenemos que pelarles las brillantes manzanas que importamos a nuestros hijos porque las cáscaras, donde se encuentran las vitaminas, son tóxicas porque las manzanas no brillan más que cuando están en los manzaneros, por efectos de una cera natural. Mientras, el 90 % de la agricultura ecológica que se produce en Canarias, es exportada a los mercados europeos de Alemania y demás, donde la gente valora el consumo de productos saludables.
Si hay algo sostenible es el mantenimiento de una agricultura y una ganadería que nos aproxime al objetivo de la soberanía alimentaria. Los residuos no son, en este terreno, más que co-productos de alto valor que deben ser devueltos al suelo en forma de compost y no se pueden llamar tomates canarios a tomates producidos sobre suelos artificiales importados de Holanda que, además, se convierten en residuos altamente peligrosos. Quemar los residuos biodegradables es el mayor disparate en el que se puede embarcar una tierra como ésta, con suelos cada vez más degradados y en proceso de desertificación.
Sin tierra no hay soberanía alimenticia, ni agricultura ni nada. Por eso el suelo rústico debe ser considerado como un sector estratégico a proteger y que, bajo ningún concepto -y al igual que se protege una catedral- debe ser acosado, debiendo ser objeto de las mayores y más graves medidas para su preservación, no llenándolo de adosados, vías exteriores, parques peri urbanos o actuaciones criminales hacia nuestro futuro de esa naturaleza.
Para la siembra de viñedos en espaldera se están recibiendo ayudas de 250.000 pesetas por hectárea. El agricultor pone otras 100.000. Todo ese dinero, casi íntegramente, se va a manos de las multinacionales mediante la compra de productos fitosanitarios que envenenan nuestros suelos y a nosotros mismos. Mientras, una cultura ancestral que han desarrollado nuestros agricultores, donde primaba la biodiversidad, el uso sostenible de los recursos, la fertilización natural del suelo o la formación de un paisaje tradicional que tanto valor añadido ha dado a la industria turística, está desapareciendo por el sumidero de la irresponsabilidad.
El 'Manifiesto de San Juan de la Rambla' representa un compromiso con nuestra identidad como pueblo y con nuestra soberanía, en todos los sentidos. Pone en evidencia la necesidad de un plan estratégico para nuestro sector primario. Actualmente no sólo no existe una política agrícola, ganadera o pesquera sino que el altísimo precio de los productos en los mercados no está repercutiendo en la mejora de la renta agrícola sino que, más bien, está ocurriendo todo lo contrario. Es necesario unificar los intereses de los que cobran poco -productores- y los que pagan mucho -consumidores-.
Se trata del primer paso en una carrera que se presume larga y dura pero fundamental para el futuro de esta tierra, gravemente afectada por la dependencia al 'cemento en vena' y por la preponderancia del interés particular de unos pocos en detrimento de políticas que, efectivamente, tiendan a la defensa del interés común por encima de cualquier otra componenda.
De todo esto, y más, se habló en la plaza de San Juan de la Rambla. Allí, como esto al parecer no interesa a nadie, no había ni políticos con responsabilidad de gobierno -y sin responsabilidad casi que tampoco- ni prácticamente medios de comunicación. Triste pero real como la vida misma. Sin embargo, y como casi siempre, no nos queda más remedio a los ciudadanos que organizarnos y unirnos en la defensa del bien común porque nuestros políticos están ocupados en otras cosas. Entre otras, en una campaña electoral en la que todos se llenarán la boca hablando de 'lo nuestro' y de 'nuestra gente'. Cuando se refieren a lo primero deben querer decir 'lo de ellos' y, con respecto a lo segundo, se deben referir a los conocidos 'piratas del cemento', a los que sí van todos como corderitos a escucharlos cada vez que los llaman para darles instrucciones, como vergonzosamente ocurrió a finales de junio del 2004.
Esperemos que Radio San Borondón, que retrasmitió el acto en directo, lo repita al menos una vez al día durante mucho tiempo para que todo el mundo se entere de las cosas importantes que están pasando a nuestro alrededor -no hay muchos más medios de comunicación, lamentablemente, dispuestos a contárnoslo- y que no sólo comprometen gravemente nuestro futuro, sino que amenazan, además, lo más valiosos que tenemos que es nuestra identidad como pueblo. Esa que no ponen en peligro -como dice 'El Día'- los negros que llegan en cayucos jugándose la vida camino de Europa, sino la 'cultura' del piche y el cemento en la que nos han embarcado media docena de sinvergüenzas.
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