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Lazos Rotos

Haizpea.

Medios alternativos / Juventud Rebelde.- Guillermo Cabrera. Descubrí el País Vasco de pequeño, impresionado por la lámina que reproducía el cuadro Guernica, pintado por Picasso en 1937. Busqué en el mapa y lo hallé, con su territorio repartido entre Francia y España.

El fascismo quiso escarmentar a los republicanos y tomó como símbolo a la ciudad santa de los vascos. Sobre ella un Heinkel III descargó seis bombas, y luego un montón de Junkers arrojaron toneladas de explosivos. Cuando cesó el bombardeo y los sobrevivientes salían de sus refugios volvieron los aviones para ametrallarlos.

Nuevos Guernicas sufren hoy en Afganistán e Iraq, sin Picasso que denuncie en murales la moderna barbarie.

En eso pensaba cuando el venezolano Fernando Báez, presentaba su libro —que no pude conseguir por el tumulto—, La destrucción cultural de Irak. Su denuncia revive en mí el toro, el caballo, la mujer caída con el niño en brazos. Genocida fue el fascismo; genocida es el bushismo.

Por misterios ocurrentes, pienso en Haizpea, mi rebelde amiga vasca, y en estos tiempos de calor odioso, los invito a la nieve, en brazos de sus frescas palabras:

«… el día amaneció blanco y sin ruido. Lo bueno de la nieve es que tapa todos los ruidos parásitos y se siente calma en las calles. A la gente le cambia el ánimo. Esa capa como de algodón que cubre todo el espacio urbano, es como si posaran una sábana blanca... y el cielo se cae también del peso que tiene la nieve. Los copos bailan en el aire con la fuerza del viento y uno puede seguirlos como seguimos una pluma. La nieve crea una sensación de calma comparable a la del mar después de la tormenta; de repente sientes paz a tu alrededor. Las distancias se difuminan producto de la blancura posada en los edificios, los bancos y árboles de los parques, los carros, los peatones, al caminar el asfalto se transforma en moqueta, los olores de las calles se purifican. Los ruidos se apagan como si usáramos auriculares, es maravilloso, tan inusual...».

Su lectura da ganas de abrigarse en pleno julio.

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