Más sobre la bestialidad de José Segura el pasado jueves.
Foros ciudadanos / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Ustedes supónganse que un país, imaginario, esté dirigido por una serie de señores entre los cuales hay uno que en su día engañó a un anciano para comprarle un terreno rústico por cuatro perras para, al poco tiempo, dispararse un Chalet ilegal. Que otro, ostentando un cargó público y en el despacho oficial, rompió una pesada máquina de escribir lanzádosela a los pies de su secretaria en un momento de cabreo. El otro dijo públicamente que 'por los cojones' le pagaría a determinado organismo oficial más de sesenta millones de pesetas que le debía de unas concesiones en espacio público.
Con esos tres ejemplos, en ese supuesto país imaginario, pongámonos en la circunstancia de que a esos individuos alguien los pone a dirigir a la policía y, a los parientes de esos individuos, se les ocurre pasear un trapo por las calles que representa algo con lo que muchos ciudadanos no están conformes o, al menos, consideran inapropiado que se haga ostentación de un trapo que representa el genocidio de todo un pueblo. ¿Alguien podría imaginarse que personajes de esa calaña va a mover un sólo dedo o a hacer el más mínimo esfuerzo por garantizar el sagrado derecho de las personas a disentir? Y una mierda.
Acaso por eso el pasado jueves ocurrieron las cosas que ocurrieron en La Laguna, al más viejo estilo 'Aznar', cuando dijo aquello de 'teníamos un problema y lo hemos arreglado', José Segura ha hecho gala de su carácter de antidemócrata -que algunos siempre hemos tenido meridianamente claro simplemente porque es un individuo que no admite crítica ni voz discrepante alguna en su entorno- y ha ordenado una apabullante operación de acoso, cerco, provocación y agresión hacia un grupo de jóvenes pacíficos y de lo más civilizado y más valioso que tenemos en esta tierra, que deberíamos mimarlos en relación a otro tipo de culturas juveniles que proliferan por ahí, en lugar de molerlos a palos, detener a menores de edad y encerrar a personas sin justificación alguna y sin respetar sus derechos fundamentales.
Es por eso que la actitud violenta, amenazadora, chulesca y provocadora de la policía este jueves algunos nos resistimos a creer que se derive de que una gran parte de la policía esté compuesta por auténticos belillos peligrosos. Más bien, por resistirnos a creer que aquella policía sea un reflejo de la sociedad que tenemos, queremos pensar que los verdaderos responsables son los políticos que los dirigen y que reparten las instrucciones concretas para cada intervención que, en este caso, estaban claras: Evitar a sangre y fuego que cualquier persona hostil a la pendejada esa del pendón -independientemente de su carácter pacífico o no- se acercase por las inmediaciones del recorrido, para que el compañero de partido, Javier Abreu, pudiese pasear su palmito por la calle del Agua sin el más mínimo incomodo.
Claro que el pendón salió, nadie se interpuso en su camino pacíficamente como en alguna ocasión había ocurrido, pero también es cierto que al regreso, cuando toda esa panda de belillos -a los políticos nos referimos- llegaron a las inmediaciones del Ayuntamiento jamás Azarug había conseguido un griterío tan grande contra aquella vergüenza. Y lo consiguieron sin que ninguno de ellos -o muy pocos- hubiesen podido conseguir pisar la plaza de Abajo. Jamás tanta gente se había visto por allí en ese acto y nunca se había gritando tanto porque un par de centenares de personas, algunos que nunca habían visto el puto pendón, se acercaron a solidarizarse con los jóvenes agredidos y detenidos en aplicación de una guerra preventiva contra la libertad de expresión que no encuentra encaje alguno en el ordenamiento jurídico de cualquier democracia homologable en el mundo entero.
El periódico 'El Día', que el viernes se equivocó e hizo un artículo más o menos imparcial de lo que había pasado, ha rectificado este sábado no sólo para lanzar un titular cuando menos tendencioso hacia el colectivo Azarug (completamente falso y ridículo a nuestro modo de ver porque ellos saben perfectamente que si sin hacer nada los muelen a palos, si tiran petardos no salen vivos de allí), dice que ellos no se enteraron muy bien de lo que pasó porque encerraron y no dejaron salir de la plaza de Abajo a los periodistas. Cosa que es completamente falsa, porque a la plaza lo que no se podía era entrar, pero los que estaban dentro podía salir sin problemas de ningún tipo. De hecho muchos cámaras y fotógrafos recogieron algunos de los incidentes, como los de 'Antena 3' que fueron avasallados por la policía para que no tomaran imágenes. Pero las direcciones de los medios no sólo no han respetado, otra vez más, el derecho de los ciudadanos a enterarse de las cosas que pasan, sino que esta vez no han apoyado el trabajo de sus empleado. De lo más patético.
Y eso es mérito de individuos como José Segura que -con la ayuda de Javier Abreu y de sus asesores-, esta vez sí, ha conseguido cargarse para siempre la procesión del Pendón. Si no al tiempo.
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