Contra el silencio de la 'Desmemoria'.

Agapito de Cruz Franco* / Artículos de opinión.- La recuperación de la memoria histórica silenciada ha sacado a la palestra un debate que define muy bien a sus intervinientes. Después de que municipios como el de La Orotava, decidieran acabar con los símbolos y la propaganda de la guerra civil y del franquismo, han aparecido fañosas voces airadas como de ultratumba. Resulta increíble, que los mismos que se olvidaron de derogar la Constitución de la II República, literalmente aún en vigor, vengan ahora con sus rabiosos comentarios en defensa post-morten de un régimen inexistente. Uno, casualmente el último de los hijos de Israel, y que sale habitualmente en la cadena local ATV de la Villa norteña escenificando una especie de programa basura, llegó a meterse con mi segundo apellido –que por otro lado tiene mucha más gente en la Villa-, en una construcción comparativa imposible, que tan solo denotaba la pobreza mental de esta especie de atí-picos coleópteros. Otro, que me cogió por banda en el paseo de los “presos encadenados”, como llaman algunos a la decoración de los bolardos de la calle La Carrera y aledañas, se empecinó una y otra vez en recordarme los bulos que lanza constantemente ese partido en bancarrota que es el PP: que si es abrir de nuevo los enfrentamientos en el pueblo, que también están en nuestras ciudades los recuerdos de otras épocas históricas, que si no hay cosas importantes a las que dedicarse en lugar de andar con estos asuntos, que ¡se va a emplear dinero público y trabajadores para esa función que hay que retraer de otras necesidades!, que si son símbolos con los que nos hemos educado y que les tenemos mucho cariño… Este último ya me sacó de quicio, porque si los otros no hay por donde cogerlos, la respuesta a éste es sencilla: “oiga, llévenselos usted consigo que el pueblo se lo regala gustoso”. Y no digamos de esa manía de rechazar, desvalorizando, aquello con lo que uno no está de acuerdo, herencia, por otro lado, de aquella pedagogía castrante del nacional-catolicismo. Porque primero, sí que es y muy importante escribir bien la historia, relegarla a donde debe estar y hacer justicia con tantas personas que yacen desaparecidas, pero no desconocidas, en las fosas comunes de la desvergüenza y de la desmemoria. Y segundo, que una cosa no quita la otra. Y el hecho de atender a estos temas no indica el desatender a otros.

El 9 de agosto comienza a caminar esa Comisión de Investigación en La Orotava. Una buena noticia. Desde aquí todo el apoyo y felicitaciones a la Comisión de Educación y Cultura del Ayuntamiento, que, he decirlo, me causó una gran impresión en la defensa de esta tarea. No entiendo los reparos de alguno respecto a quitar la placa de los caídos, existente en la Iglesia de San Juan Bautista del Farrobo, por razones de que “aún viven sus familiares”. No es razón. En la Iglesia de La Concepción ya se hizo y el Monumento está hoy día donde debe estar: el cementerio. No va con ellos como personas, que por otro lado tienen todo el respeto del mundo. También viven los familiares de los caídos cuyos nombres allí no están inscritos. Y de ellos no se acuerda nadie como razonamiento. Tampoco se ha quejado nadie cuando se lleva a los altares a los de una parte de la contienda y se trata a los de la otra como demonios, dentro de esa política romana dictada por el Opus Dei, organización que no casualmente fundara Escrivá de Balaguer al mismo tiempo y en el mismo hotel de Burgos en el que Francisco F. Bahamonde dictaba su Gobierno antidemocrático en 1936. El respeto, para todos. La Justicia, para todos. El silencio para ninguno. El silencio de la desmemoria es una injusticia que sigue sin reparar esa Ley del Gobierno del PSOE de Zapatero, bastante desmemoriada también y que debiera tomar ejemplo de Ayuntamientos como el de la Villa de La Orotava, aquí, en los confines del Estado…y en donde la práctica totalidad de la población ha decidido acabar con el silencio. De la desmemoria.

Agapito de Cruz Franco* Concejal de Iniciativa por La Orotava (IpO)