Reflexionando, que es gerundio.
Para Mariano Rajoy la manifestación del domingo contra Zapatero fue la mayor desde la Transición. No niego que fuera importante, pero creo que exagera el presidente popular. Aunque lo comprendo porque tanto hicieron, en su momento, el Gobierno del PP y los medios informativos públicos por ocultar y desprestigiar las manifestaciones contra la guerra de Irak, que al establecer su comparación olvidó Rajoy a los millones de españoles que se manifestaron simultáneamente, durante la misma jornada y en todo el país, contra la guerra de Irak. No estaban en su agenda de recuerdos.
No pretendo discutir qué manifestación fue mayor. La alusión es retórica, un recurso para inducir a preguntar qué legitimidad para tirar de pancarta y exigirle al Gobierno de Zapatero que atienda a la calle tiene un partido que desde el poder descalificó severamente a los pancarteros e ignoró con las palabras más insultantes a quienes dijeron no masivamente a la guerra de Irak.
Como observo que algunos suelen coger el rábano por las hojas y descontextualizan lo que se escribe, haré una aclaración. Ésta es que también el PP, faltaría más, tiene derecho a la pancarta y a exigirle al Gobierno lo que estime justo; sólo que tal reconocimiento es estrictamente jurídico, constitucional y derivado del hecho democrático mismo, no resultado del crédito moral que merezca el PP, vista su actuación cuando la referida protesta contra la guerra de Irak en que hizo justo lo contrario de lo que ahora exige.
Así llego a lo que iba porque, en realidad, quería hablarles de la crispación política en España que subyace en cuanto llevo dicho. Se trata, aquí, de una primera aproximación a partir de la reflexión de un amigo, la otra tarde, al comparar la UCD de la Transición con el PP matón de hoy. El partido de Adolfo Suárez se definía de centro y comprendía a sectores representativos de la derecha civilizada que mantuvieron desde el poder una actitud dialogante y abierta. Los franquistas estaban bien localizados en Alianza Popular, que luego daría lugar al PP en el que han procurado difuminar los orígenes sin dejar de responder a ellos. Me explico.
UCD desapareció y sus miembros se dispersaron. Vino el largo felipato y sus escándalos especialmente irritantes por producirse el fenómeno en ámbitos progresistas o de izquierda. Aquello tenía que acabarse, desde luego, pero no creo que el país mereciera el castigo de Aznar que logró el grado de crispación en el que continuamos con su política de identificar nacionalistas e independentistas=terroristas y la vuelta de calcetín a la política exterior para servir a Bush; lo que no le impide al PP, en un nuevo alarde de poca vergüenza, acusar a Zapatero de estar a lo que dispongan Francia y Alemania; actitud ésta que tiene su comentario pero que, sin duda, es menos notoria y servil que la sumisión de Aznar a los USA, de los que se le pegó hasta el acento chicano, que ya es para un muchacho de Valladolid, nada menos.
Aznar desaparece (en apariencia, porque sigue mandando en el PP) y muchos esperábamos que emergiera quien pudiera representar a la derecha civilizada y con ello reducir las tensiones. Creímos que Rajoy era el hombre cuando se librara de los lastres aznáricos. Sin embargo, por ahí no hay nada que rascar. El alcalde Madrid, Ruiz Gallardón, es un buen exponente de esa derecha democrática y hay que ver cómo lo castigan sus propios compañeros.
Es evidente que una vez repuestos de la desaparición del dictador, los cachorros del franquismo controlan al PP y aplican métodos fascistas de propaganda cayendo en contradicciones como maldecir las pancartas sin dejar de utilizarlas cuando conviene o exigir que la calle sea escuchada a pesar de ignorarla cuando están en el machito. Para ellos lo importante no es la coherencia y la honestidad política e ideológica sino la agitación por la agitación como estrategia de asalto al poder y su toma. Una forma atenuada de momento de la dialéctica joseantoniana de los puños y las pistolas. De manual, pudiera decirse.
Conste que al decir franquismo no hablo de seguidores puros y duros del dictador sino a la corriente de pensamiento reaccionario, vinculado a la jerarquía de la Iglesia y a alguna de sus organizaciones, como el Opus, que ha existido desde siempre y a la que Franco sólo encarnó durante un tiempo y que desde su muerte ha buscado el modo de adaptarse a la democracia, degradándola en lo posible. Creyeron tocar la gloria con Aznar y de ahí la decepción que les produjo el 14-M y el comportamiento despechado posterior.
Valgan estas notas aún sin perfilar para tratar de entender lo que pasa y por dónde van los tiros. Nos conviene discernirlo cuanto antes y no llamarnos a engaño.
Fuente: aleman@canariasahora.com Leer el artículo en su fuente original
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