José Saramago. Los miserables.
A los políticos, policías y jueces de Argentina yo les recomendaría una lectura urgente, la de un libro que se llama Los miserables y que ha sido escrito por un francés cuyo nombre, Víctor Hugo, quizá hayan oído alguna vez. Ahí se cuenta la historia de un hombre que pasó casi toda su vida en la cárcel por haber robado un pan. Me dirán los políticos, policías y jueces de Argentina que eso son cosas que sólo pasan en las novelas y que en el país de la pampa nunca semejante barbaridad podría ocurrir.
Puede que sí, quién soy yo para dudar de la palabra de personas tan respetables, unas que hacen las leyes, otras que se encargan de hacerlas cumplir. Pero, si no me equivoco demasiado, están pasando cosas en Buenos Aires que empiezan a parecerse peligrosamente a las desgracias de Jean Valjean. Estoy seguro de que si Víctor Hugo estuviera vivo se interesaría por los casos de Raúl Castells, liberado de la prisión hace un par de semanas tras una huelga de hambre de 61 días, por haber armado una manifestación frente a McDonalds exigiendo "hamburguesas para todos" (en un país con la mejor carne del mundo). Y de Margarita Meira, presa desde hace más de un año por haber protestado frente al edificio de la Legislatura contra la prohibición de las ventas ambulantes. Crímenes gravísimos como se ve. Yo sé que los políticos, los policías y los jueces en general, y los de Argentina no son la excepción, no tienen a los escritores en mucha consideración, pero tratándose de Víctor Hugo, no de mí que soy un pobre diablo, quizá sean capaces de preguntarse unos a otros qué es lo que están haciendo. Y quizá llegar a la conclusión que para Jean Valjean ya basta, no vaya a ser que un escritor argentino escriba la versión argentina de Los miserables. Protagonistas ya los tiene, se llaman Margarita Meira y Raúl Castells. Por favor, señores, por favor.
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