La sonrisa del Che. El espíritu de Tupac Amaru y la reconstrucción del Tahuantinsuyo.
Medios alternativos / inSurGente.- Desde este domingo pasado, el futuro del país teóricamente más pobre de Sudamérica está en manos del sindicalista aymara Evo Morales y del grupo al que pertenece, el Movimiento al Socialismo (MAS), un movimiento indígena con mucha base sindical, de izquierdas y anti-norteamericano, próximo a Cuba y a Venezuela. Ya son tres los procesos revolucionarios con categoría de Estado en la región. Otros lo serán pronto, porque avanzan por el mismo sendero con paso firme y decidido como las FARC y el ELN en Colombia o el FMLN en El Salvador. Muchos están en vías de transición con gobiernos progresistas que avanzan hacia la izquierda y hacia la democracia como en Argentina, Uruguay, Brasil y probablemente Chile, sin olvidar México. Y en todos los demás países de Centro y Sudamérica, la lucha continúa.
Evo Morales es un indígena aymara que organizó, entre otros, los cocaleros bolivianos en una fuerza política, el MAS, cuyo ideario político mezcla la cosmovisión andina con el guevarismo, la teología de la liberación y el marxismo, y cuyo componente principal esta constituido de trabajadores indios del campo y de la ciudad. "Hemos batido un récord histórico de votos. Quiero decirles a los aymaras, quechuas, guaraníes y chiriguanos que por primera vez vamos a ser presidente", dijo Morales en la víspera.
El dirigente indígena estuvo a punto de ganar las elecciones hace poco más de dos años y su movimiento, el MAS, fue uno de los principales actores en el derrocamiento del Presidente Sánchez de Lozada en el año 2003. Su sucesor, el presidente Carlos Mesa, también tuvo que abandonar el poder en junio del 2005 por la presión popular ejercida, entre otros, por el MAS. Todo ello, enfrentándose a la derecha y a muchos sectores del ejercito apoyado por los EEUU interesados en la destrucción de Evo Morales como líder de una alternativa anti-neoliberal, anti-imperialista y, además, indígena.
La pretensión del capital en ese país, teóricamente definido como el más pobre de Sudamérica, reside en su subsuelo. Según algunas fuentes, Bolivia dispone de una de los mayores reservas de gas natural del mundo, hoy por hoy, casi sin explotar, lo que, unido al petróleo venezolano, hace que una parte importantísima de la reserva energética mundial este en manos de revolucionarios. Todos consideran que ello puede alterar sustancialmente la correlación de fuerzas en el continente a favor de la izquierda, y con ello la correlación de fuerzas a escala planetaria. Tienen razón, el capital y la derecha están entrando en periodo especial, ya lo dijo Fidel Castro hace unos años.
En Bolivia, a la victoria política del MAS, hay que sumarle la victoria del planteamiento socialista al neoliberal por la vía de la lucha de masas y la acumulación de fuerzas, incluso en ámbito electoral. Evo Morales ha prometido la nacionalización de los hidrocarburos, la solución al problema del reparto de la tierra para quienes la trabajan, la dignidad en el trabajo, la eliminación de la corrupción y la normalización del proyecto cultural indígena a través de la educación.
Y, para ello, a propuesto la refundación de la República de Bolivia a través de una Asamblea Constituyente que abra las puertas a los indios y a los marginados. El MAS se fija el objetivo de fundar un nuevo Estado, compuesto por naciones milenarias y por la diversidad de culturas.
Como bien decía la última declaración del Secretariado Político del Congreso Bolivariano de los Pueblos, en Buenos Aires el 12 y 13 de diciembre último, Otra América está en marcha; y esta victoria del MAS y Evo Morales ratifican lo allí afirmado [...]
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