¡Guárdeme un cachorro!
Gofiosfera / La otra Camy.- Estaba leyendo ayer una entrevista de hace unos días en Índice Siete en la que nuestro alcalde dice que para Icod el modelo turístico que pretendemos es un turismo medioambiental y durante unos segundos dentro de mi mente sonó la añorada voz de mi difunta abuela Carmen (que Dios la perdone, porque no he conocido persona más bondadosa pero a la vez más maldiciente, aunque no con esa maledicencia perniciosa y malintencionada, sino de buena fe, por gusto, como formando parte de una expresión y un carácter remotamente heredado sin duda de algún antepasado de la frontera luso-extremeña que trajo consigo a estas tierras el apellido Báez), diciendo con su típica ironía inconvencible ¡Mal haya la perra que lo embardó! Pos no dejará
Ese tono más que nada incrédulo de mi abuela, ya desde novios, le llegó a costar algún que otro disgusto a mi abuelo, pues ella, tan buena cristiana como era, tenía que ver para creer. Y de esa forma, cuando fueron a juramentarse ante aquel cacho de hombre legendario que fuera don José de Ossuna, a la pregunta un tanto capciosa de éste de cuántos dioses hay, mi abuela se precipitó con la imprudencia de una juventud que ya no le era propia a sus treinta y dos años y contestó que hay tres dioses, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El cura y mi abuelo la miraron y se miraron con la estupefacción comprensiva y misericordiosa del buen cristiano, cuya misión es la de enseñar al que no sabe. Y es que era normal que mi abuela, si no había visto, difícilmente pudiera entender lo que llaman el misterio de la Santísima Trinidad.
¿Qué a qué viene este rollo? Dicen que de raza le viene al galgo y yo, como digna nieta de mi abuela, también al leer esta entrevista me he considerado hombre de poca fe, bueno mujer (es que si no, no me vale la frase del evangelista Mateo).
Y me preguntaba el otro día un socialista icodense de renombre que qué hacía falta para tenerme con el pico cerrado, y no se por qué desconocidas astucias de la espontaneidad contesté que mis dedos se quedarían mudos y quietecitos cuando dejara de ver y oír tantas simplezas de parte de los que nos gobiernan. Porque ¿seríamos capaces de imaginar un turista sueco de vacaciones o haciendo eso que llaman algunos turismo medioambiental nada menos que en Icod? Y no me digan que aquí no vienen suecos, porque en los últimos años es de lo más común en esta isla, y la prueba de ello está en que por todas partes se solicitan hablantes de idiomas escandinavos para ocupar todo tipo de puestos de trabajo, sobre todo en zonas turísticas. Antes que nada, en Icod no existe ni una sola cama hotelera donde alojarlo. Bueno, yo estaría dispuesta a que se quedara en mi casa, pero no por muchos días, claro.
Sí, algo tan insólito como un turista sueco en busca de turismo medioambiental en Icod. Y digo Suecia por poner un ejemplo cualquiera. Suecia, país en el que el 70% de los modelos de coches que se vendieron el año pasado fueron con motor de etanol, un recurso renovable que sorprendentemente se obtiene de la caña de azúcar, el millo o las papas, y que, además, produce menos contaminación de esa que da lugar al efecto invernadero. Suecia, que cuenta con leyes específicas sobre reciclaje y un consorcio nacional exclusivamente dedicado a este tema y donde cada fabricante está obligado a responsabilizarse de recuperar los productos inservibles, tales como móviles y otros aparatos electrónicos. Suecia, cuyo Parlamento hace más de diez años decidió eliminar el uso del PVC (policloruro de vinilo) y donde el reciclaje no se sabe con certeza si se inició en el jurásico o es en realidad una capacidad innata del ser humano, hasta el punto de que se produce 60 % del reciclaje de papel a nivel mundial, el 86 % del aluminio o el 86% del vidrio.
Pero el turista sueco no sabrá, como es natural, que en España, según el artículo 20.3, capítulo III de la Ley 10/1998, de 21 de abril, de Residuos, se establece como obligatoria la recogida selectiva de residuos que posibiliten su reciclado y otras formas de valorización en todos los municipios mayores de 5.000 habitantes. Icod, que tiene unos 24.000 habitantes, casi cinco veces más esa cantidad, de momento seguimos como en la época de Chindasvinto, porque sólo tenemos unos pocos contenedores de papel y cartón y otros pocos de vidrio. Si el mismo Jesús Rolo, concejal de Medio Ambiente, dijo una vez en el pleno del 30 de noviembre de 2003 que para qué reciclábamos si al final el Cabildo no hace la selección en el vertedero de Arico y todo acababa junto en el mismo saco y que para eso lo dejamos como está. ¡Totalmente justificado!
La población de Icod está tan concienciada de lo que es el reciclaje que muchos, dentro de bolsas o sacos de basura seguramente llegamos a poner no sólo plásticos, vidrios y cartón, que a mí me produce una culpabilidad terrible, sino, de forma inconsciente del daño que se puede llegar a producir, animales muertos, baterías y aceites de coches, pilas de botón o mercurio y cadmio, pantallas de ordenadores, cartuchos de impresoras y vaya usted a saber cuántos desechos tóxicos impensables. Por eso, y afortunadamente no referidos a Icod, es raro que cada tanto no salgan a la luz noticias de bebés o miembros humanos descuartizados hallados en la basura, y sólo Dios sabe de los que pasarán desapercibidos. Pero si es que para que te recojan los enseres domésticos una vez mi madre tuvo que esperar un mes y medio, llamando casi a diario a quienes tienen las competencias en este servicio.
De hecho, hay zonas del municipio en las que no sabemos lo que es un contenedor de basura común y corriente, y algunos se atreven a discutirme si hay o no hay perros y gatitos que rompan las bolsas de basura. Tampoco se sabe dónde están las papeleras (bueno, yo sé de una que está en el casco, que la puso el Cabildo hace mucho tiempo, pero me guardo el secreto no sea que me la llenen cuando la descubran y luego no tenga yo donde tirar ni un envoltorio de chocolate. Lo siento pero no me queda más remedio que ser egoísta, tal como están las carencias de este preciado bien urbano que son las papeleras).
Sin ir más lejos, por navidad iba yo por la carretera de Santa Bárbara y en esto que veo el Papá Nöel de Aluminios Santa Bárbara con sus manos en alto en actitud de S.O.S. para que lo librasen de la montaña de basura que tenía al lado. Me dio pena el pobre, así que aparqué el coche, saqué la cámara de fotos y cuando ya iba a disparar se me acerca Rosi, una compañera del colegio, interesándose por lo que hacía y le pregunté cada cuánto pasa la basura por aquella zona y me dice que todos los días y que estaba harta porque habían subido las tasas de recogida y no veía ninguna mejora en el servicio y que los contenedores que estaban allí al lado estaban siempre apestando y que la gente no los quería tan cerca de las viviendas y menos de un comercio de comestibles, porque eso ni los limpian ni nada. Si al menos yo pudiera quejarme de eso, que pago lo mismo que ella. Donde yo vivo pasa los martes y viernes, con suerte y si no coincide con días de fiesta, y ni siquiera hay contenedores, con lo que las ratas y gatitos rompen las bolsas y desparraman el contenido. Y si encima los operarios fueran puntuales con el horario que se les presupone, pero tú, siendo más prudente que el resto de los vecinos, pones las bolsas después de mediodía en lugar de al amanecer, pensando que llegan puntualmente a las cuatro, y te encuentras que dan las ocho, las once de la noche o incluso a la mañana siguiente y no han venido a recoger la basura.
En cierta zona he visto imágenes tan jocosas como una montaña de basura junto a un letrero que pone Bienvenidos a la Cueva del Viento y, como alguna bolsa listilla tape una palabra clave, lo que lees en definitiva es tirar basura. Y si vas conduciendo por carreteras del monte te encuentras donde quiera en la orilla bolsas de escombros, electrodomésticos y basuras de todo tipo. Y no hace falta irse tan lejos al monte para ver en cualquier lugar en zonas poblados cómo se aglomeran las basuras. ¿Y quién es el encargado de la limpieza y gestión de residuos en Icod? Desde hace casi un año se le cedió el servicio de limpieza a ICODEMSA con el concejal don Bernardo al frente, quien, después de preguntarle en reiteradas ocasiones, la última vez en el pleno de junio de 2004, le mintió descaradamente a nuestra compañera la concejala Yurena (digo yo que para que la niña esa se callara la boca de una vez), diciéndole que los expedientes de contratación de la empresa no estaban ultimados porque Conchi Garrido estaba de baja por maternidad y los contenedores amarillos los tendríamos no más allá de finales de ese mismo mes. ¡Vaya mes de junio más largo y menuda baja por maternidad la de Conchi! Si el chiquillo debe tener más de dos años ya.
De Riquel y la playa no voy a hablar hasta que entienda todo lo que hay metido en ese caldo de mondongo, pero recojo las célebres palabras de aquella tan conocida como sonada entrevista de junio de 2004, cuando el periodista preguntó: Si fuera operador turístico, ¿cómo promocionaría Icod? a lo que nuestro alcalde, seguramente sin pensar en la trascendencia que sus palabras iban a tener en el futuro, le espetó: Ofrecemos algo diferente: costa, monte, patrimonio histórico, comercio y tradiciones. Somos el pueblo de la alegría. No se puede venir a Tenerife sin pasar por Icod.
Pues ya saben, señores turistas suecos, si quieren jartarse de reír (o de llorar de penita y desesperación), vénganse pal pueblo de la alegría.
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