La semana más triste de la historia de Garachico.
Foros ciudadanos / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Hace ahora trescientos años, desde la erupción en los primeros días de mayo de 1706, que el Volcán de Garachico sembró la desgracia en el que es uno de los municipios más hermosos del Archipiélago Canario. Desde entonces, y pese a los muchos avatares a los que se ha visto sometido este municipio, que padeció de enfermedades, miseria y emigración, como todos los pueblos de esta tierra nuestra, no se había dado un hecho tan lamentable, y de tanta repercusión mediática a nivel internacional, como el desgraciado incidente de un grupo de vecinos increpando a unos menores inmigrantes que se disponía a ocupar un albergue de la Cruz Roja en La Montañeta.
Las televisiones estaban allí y, a las pocas horas, millones de personas en todo el mundo tuvieron oportunidad de ver en los informativos una imagen de la que con mucha dificultad podremos librarnos por largo tiempo, por mucho que el alcalde, uno de los instigadores de esta situación, haya ido unos días después a fotografiarse, con la boca de oreja a oreja, junto a los menores inmigrantes que se jugaron la vida en unos cayucos, enfrentándose a olas de ocho metros, para recorrer 3.000 kilómetros hacia la 'tierra prometida' que ven por la televisión desde la más absoluta de las miserias.
Este problema no comienza, ni muchísimo menos, en La Montañeta. Acaso sea lo más sencillo dirigir nuestras críticas hacia este pequeño barrio de de los montes de Garachico. Nada más lejos de la realidad. En plena crisis de las pateras en Lanzarote y Fuerteventura, allá por el año 2002, Santa Cruz de Tenerife se 'levantó en armas' ante la posibilidad de que la antigua prisión, 'Tenerife I', se convirtiera en un centro de retención de inmigrantes para aliviar la situación de estas islas hermanas que, según todos los mapas, forma parte de este Archipiélago al que decimos pertenecer, cuando nos interesa. El primero en amenazar con ponerse al frente de las manifestaciones populares, creando una alarma social totalmente irresponsable, fue Ricardo Patrik Melchior, de familia de inmigrantes también, que ofreció grandes titulares del tipo: Melchior teme que Interior pretenda derivar mil inmigrantes a "Tenerife I" (Jueves, 13 junio 2002). Pero eso no es nada comparado con la amenaza que, un mes después, era cabecera en el periódico El Día, por parte del 'señor' Bermúdez: "Si ocurre algo por meter inmigrantes en Tenerife I, nadie podrá culparnos" (Domingo, 14 de julio de 2002).
¿Qué buscaban nuestros representantes políticos con este alarmismo? Dos cosas, por un lado -a menos de un año de las elecciones del 2003-, asegurarse veinte o treinta mil votos de la zona de Los Gladiolos y alrededores haciendo gala del populismo más ramplón a costa de lo que sea. En este caso de la miseria humana, recurso bastante facilón y eficaz cuando de agenciarse un puñado de votos se trata. El segundo objetivo, acaso más 'solidario' si cabe, era que se limitara la llegada de 'sin papeles' a Tenerife por la vía de construir un centro que tuviese una capacidad muy reducida, menos de la cuarta parte de las posibilidades que ofrecía la vieja prisión de 'Tenerife I'. De este modo, con dinero del Cabildo al que le sobran recursos para asuntos sociales -según parece porque esto es competencia estatal-, se construyó por cuatro perras el centro de Hoya Fría, donde es imposible meter a más de 250 personas a no ser que previamente se las someta a un proceso de enlatado.
Por eso, menos de cuatro años después, uno no entiende cómo los vecinos de Lanzarote, de Fuerteventura o de Gran Canaria no se echan a la calle, una vez que se han vuelto las tornas, al ver llegar a miles de inmigrantes desviados desde Tenerife donde, en su momento, mostramos tal grado de solidaridad hacia ellos cuando se vieron con la soga al cuello. Y es que los inmigrantes han decidido salir más al Sur y hay quien dice que utilizan El Teide como referencia en su ruta para no terminar perdidos en el Atlántico, donde sólo Dios sabe los miles que han acabado muertos de sed o quemados por el Sol, como las momias que casualmente aparecieron en Barbados no hace mucho tiempo. Acaso la 'solución', en el caso de Tenerife, sería encargar a Antonio Plasencia y a Ambrosio Jiménez que cambien El Teide de sitio, por una temporada, para ver si conseguimos hacer cargar a otros el mochuelo, que ellos ya se han hecho especialistas en cambiar conos volcánicos de sitio. Valga la guasa en un tema tan dramático y serio.
Pero esto no es un asunto de los vecinos de Los Gladiolos ni de La Montañeta, o de unos líderes vecinales o unos cuantos vecinos, para hablar con más propiedad. Uno de los alcaldes más 'prestigiosos' de esta Isla, el sociolisto que gobierna en El Rosario desde que uno alcanza a recordar, encabezó unas 250 manifestaciones contra la instalación de un centro para menores bajo medidas judiciales -hijos nuestros en su totalidad- en la Escuela Hogar de La Esperanza. Y es por eso que esto es una enfermedad que padecemos todos, que apreciamos lo bueno de este 'modelo de desarrollo' en el que nos hemos metido, pero que no queremos ni colas en las autopistas, ni listas de espera sanitarias, ni refinerías, ni centrales térmicas, ni aerogeneradores, ni vertederos, ni depuradoras, ni granjas de cochinos -aunque para comer chuletas somos fieras- o vacas que no sea paseándose en las romerías, ni cárceles, ni centros para los desfavorecidos o marginados... Por no querer no queremos ni gasolineras, pese a que todo el que puede -y los que no podemos también- tenemos dos o tres coches en nuestras casas. Los hay más fenómenos todavía, como algunos vecinos en Santa Cruz -entre ellos su alcalde- que no quieren la principal fuente de riqueza de la Capital, como es su puerto, que se lo quieren llevar a Granadilla para llenarlo todo de terrazas de verano, marinas deportivas, discotecas y recintos carnavaleros. Como si esto fuera una especie de 'Barrio Sésamo', con los 'Mundos de Yupi' incluidos.
Los africanos que nos visitan en sus cayucos no vienen para quedarse -si pueden-, ni acuden a llamadas como las que hace Adán Martín, pidiendo trabajadores foráneos para llenarlo todo de piche y de cemento, van buscando fundamentalmente algo de futuro en las potencias coloniales que los expoliaron y los expolian aún hoy en día. El problema de Canarias es otro que no tiene que ver sino con una vorágine de crecimiento desordenado que atrae a un gran número de inmigrantes sin los que, por otra parte, serían inviables los planes desarrollistas propuesto por políticos y piratas del cemento. Y puede que ese modelo, con unos índices de crecimiento poblacional desconocidos en el mundo entero, tenga su ventajas -sobre todo para los que están haciendo fabulosas fortunas que no soñaron nunca, ni cuando algunos de ellos se encontraban haciendo las 'Américas' en la época más gloriosa del bolívar venezolano-. Pero algún inconveniente debe tener puesto que en el mundo entero los pueblos hacen esfuerzos importantes para conseguir modelos de desarrollo más equilibrados y más respetuosos con el entorno.
Cuando tuvimos que aguantar, a lo largo de todo el año pasado, a José Segura y a Domingo Medina haciendo declaraciones cada quince días presumiendo de que habían acabado con la inmigración irregular -tremenda gilipollada porque lo que está pasando en los aeropuertos es de escándalo- debimos suponer que algo muy gordo nos estaba aguardando a la vuelta de la esquina con este tema. Porque es que los tipos éstos, además de unos chulos y soberbios, son unos tremendos cafres. Ahora el problema se nos ha venido encima y ninguno hemos sabido reaccionar, los políticos han aprovechado para lanzarse de inmediato los trapos sucios a la cara y los ciudadanos, con la ayuda de las editoriales xenófobas de El Día, entre otras cosas, nos hemos dejado arrastrar, habiendo quedado todos retratados en la actitud de un pequeño grupo de vecinos de La Montañeta. Entre esos vecinos, que recibieron con insultos a unos niños, no estaba el alcalde de Garachico que fue el día anterior a procurar caldear un poquito el ambiente por si se podía arañar algún cochino voto por allí.
Para señores como Peytaví, para quien la culpa de todo es de los 'falsos ecologistas' -este domingo vuelve con la misma cantaleta dando cabezasos hacia todos lados-, todo esto se solucionaría si a los que él llama 'pogres' metieran unos cuantos inmigrantes en sus casas. Ya lo decía su periódico, El Día, este sábado:
Los "progres" y los menores inmigrantes.
Se alzan estos días las voces de ciertos "progres" reclamando una acogida calurosa para los inmigrantes africanos menores de edad que van al centro de La Montañeta, en Garachico. Dado que esos benefactores suelen ser gente de chalet o de segundas residencias, podrían dar ellos ejemplo y poner su vivienda a disposición del Gobierno canario, para que las utilice y solucione el problema del desbordamiento de los centros de acogida.
Que den ejemplo y lo digan públicamente.
En esta "progresía" que debería predicar con el ejemplo, hay diputados como los que atacaron al Diputado del Común por utilizar el término "invasión" al hablar de la inmigración ilegal (por ejemplo, la herreña Belén Allende) y algún plumilla que no le teme a las enfermedades contagiosas. Pues bien, que éstos se los lleven a sus casas y que lo hagan públicamente; sería la solución ideal: ellos y sus acogidos, juntos. Mientras, que dejen tranquilos a los profesionales honrados y limpios.
Como se ve los de El Día, que por insultar insultan todos los días a todo el mundo, menos a Unelco, a Ambrosio Jiménez, a Antonio Plasencia, Ignacio González y a ATI, pero más que nada insultan desde cada editorial -o artículos de Peytaví, que es lo mismo- a la inteligencia de las personas-, como que no les gusta mucho que después los critiquen a ellos. Que eso ya no tiene que ver nada con la xenofobia y el racismo que predican, eso procede de la desvergüenza y del sentimiento de impunidad más inverosímil en una sociedad democrática.
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