El infierno según Adán.
Prensa digital / La Opinión de Tenerife.- Agustín Díaz Pacheco. Es un principio elemental no pedirle peras a una serpiente, su mordida puede resultar letal, o bien contorsionarse por nuestro cuerpo y reventarnos interiormente. Mucho sabemos de lo que ha supuesto para España, para sus ciudadanos, abrirse paso por la reforma y no por la ruptura. No obstante, muchas eran las amenazas involucionistas y se optó por una solución pactada que fue el comienzo -del todo notable el papel jugado por Adolfo Suárez y el PCE, hay que admitir lo que supuso la paulatina semiconquista de bastantes derechos fundamentales, y cómo en política hay que comenzar el día ingiriendo un sapo, como nos recordó Winston Churchill- de lo que es hoy una pésima oligarquía de partidos, o sea, una robusta partitocracia que no plena democracia. Esa misma oligarquía fue la que acordó pactar una Constitución hecha a la medida de determinados intereses, Constitución del todo susceptible en cuanto a ciertas redefiniciones, algunas de ellas más que esenciales.
La literatura bíblica advierte respecto a lo que para Adán supuso la presencia de la serpiente y la manzana. De la discordia del presunto mobbing sabe bastante José Manuel Castellano Gil, Doctor en Historia, director de canariasdigitalorg, coautor del libro El paraíso según Adán. (Veinticinco años de caciquismo autonómico) ,junto al destacado periodista Ramón Pérez Almodóvar. Lo cierto es que a Castellano Gil se le ha incoado un expediente que podría suponerle la suspensión de empleo y sueldo, el apartamiento de sus funciones laborales, hasta la pérdida de su puesto de trabajo. Todo ha comenzado pon un hecho específico, el mismo que a la opinión pública le puede resultar pretextual, pero del todo antidemocrático por cuanto atenta contra la libertad de expresión.
No voy a entrar en lo que pueda deparar futuras actuaciones de presumible carácter judicial, pero que se pone en quiebra el más que consagrado derecho a la libertad de expresión, está fuera de toda duda. La libre opinión no es otra que la constatación de una medular parcela en cuanto a primordiales derechos democráticos. Innegable del todo, el vínculo entre libertad de expresión y democracia. Si la libre opinión es deteriorada, si la libertad de expresión es mínimamente vulnerada, se pone en fuera de juego la existencia de un Estado democrático de Derecho, cuyas leyes fundamentales se inspiran en el reconocimiento implícito y explícito del principio de legalidad.
Esta contienda, por denominarla de alguna manera, viene de muy lejos, y consta de abundantes ecos. Pero ahora adquiere otros caracteres, si tenemos en cuenta que el oficio de escribir, y bien claro en este caso, se ve seriamente amenazado. Del mismo se puede sacar conclusiones, tesinas, tesis doctorales, para que muchos constitucionalistas, y haylos, puedan disponer de una mangosta que dé buena cuenta de la serpiente.
Fuente: La Opinión de Tenerife, 29-07-06
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