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Comunicado del Sindicato de Trabajadores Canarios y de sus Administraciones Públicas (STAP-Canarias) en el Ayuntamiento de Icod de los Vinos.

Sindicatos / Sindicato de Trabajadores Canarios y de sus Administraciones Públicas (STAP-Canarias).- STAP-Canarias denuncia que durante años el Consistorio ha dividido al personal adscrito al Ayuntamiento dando un trato desigual a los trabajadores, dependiendo de quien sea este. Mientras que por un lado el Alcalde abre Expedientes Disciplinarios, con claros visos de persecución sindical. Por otro se arbitran “extraños pagos” como pueden ser los ascenso “a dedo” y sin explicación por parte del Alcalde a cargos superiores, con los beneficios inherentes que esto conlleva, tanto económicos como de otra índole. Así nos encontramos, un Ayuntamiento donde los puestos de trabajo de cierta responsabilidad, están ocupados por personal NO cualificado, sin que esta esté acorde con el puesto a desempeñar, además de incumplir con los requisitos establecidos legalmente. En la mayoría de los casos las personas que ocupan esos puestos no están capacitados para desempeñarlos. Como ejemplo claro el de la Policía Local cuyo cuadro de mando al completo está puesto y designado a dedo por el Sr. Alcalde.

STAP-Canarias ha denunciado estas situaciones ante los tribunales de Justicia. El Alcalde aprovecha la lentitud en la resolución judicial –causada por el volumen de trabajo que impera en los juzgados-, para dar una falsa impresión de normalidad en el seno de la plantilla laboral del Consistorio icodense.

Otra forma de actuación, como minímo irregular, es la de los sobre-sueldos encubiertos en concepto de productividad, los sindicatos impotentes ante este tipo de actuaciones poco o nada pueden hacer, salvo informar negativamente en la Comisión de Productividad, lo que se ha venido haciendo de forma reiterada desde hace años, pero tanto la propuesta única como la decisión final es del Sr. Alcalde.

Los jefes de secciones que son quienes pueden elevar otras propuestas a la referida Comisión, hace años que no lo hacen o no se atreven, ante la precariedad de su situación laboral ya que en la mayoría de los casos su contratación se debe a una decisión política. Hechos como este obligan a estas personas, a bailar al “son” que se les marque. Eso sí, procurando que nos lo cojan con el paso cambiado.

En el último expediente aprobado el pasado día 27 de julio de 2206 en concepto de Productividad, se reparten casi nueve millones de pesetas sólo a 19 funcionarios del Ayuntamiento, sin ningún tipo de explicación, de lo que se podría deducir que el resto de funcionarios no trabajan. Configuran este “elitista” grupo no más de 20 personas, que siempre son los mismos.

STAP-Canarias considera este tipo de actuaciones arbitrarias como un agravio comparativo hacia el resto de trabajadores municipales, ya que por lo visto nunca ha habido en doce años (siempre a criterio del Sr. Alcalde) ningún trabajador que haya rendido ni siquiera durante seis meses (tiempo que se aplica dicho concepto), para merecer entrar en ese elitista grupo al que se “incentiva”. Los nombres que figuran en la “celebérrima lista” siempre están produciendo al máximo nivel, sin haber tenido nunca en todos estos años un bajón en su rendimiento. Deben ser el ‘Dream Team’ del funcionariado del Ayuntamiento icodense, a lo mejor este es uno de los motivos por lo que el Ayuntamiento mal funciona en numerosos servicios, cosa que los ciudadanos cada día perciben con mayor nitidez.

Algunas de las cantidades abonadas en concepto de “productividad” están en torno a los 900 euros -150.000 pesetas mensuales netas-, sobre el sueldo ya establecido.

Estas productividades se utilizan desde el grupo de gobierno, como herramienta de presión a los trabajadores que las tienen consignadas, siendo estos conscientes que el cobro de estas cantidades es una decisión personal del Alcalde.

Hechos como este producen tensiones en el seno de la plantilla, al sentirse los trabajadores municipales minusvalorados en su implicación en el desempeño de sus tareas, en lugar de sentirse motivados. Situaciones como las descritas aquí posibilitan “culturas” como minímo, eticamente reprobables y condenables, que potencian lo que coloquialmente se conoce como “política de los trepas”.

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