La Guerra Civil Española fue el espejo de la situación venezolana.
Medios alternativos / Agencia Bolivariana de Noticias (ABN).- Eloi Yagüe Jarque*. La mañana del sábado 18 de julio de 1936, los caraqueños se lanzaron con avidez a las calles para enterarse de los últimos acontecimientos acaecidos en España.
Las ediciones de los principales diarios, El Universal, La Esfera, El Heraldo y Ahora se agotaron temprano. En las plazas, en las esquinas, en los frentes de las casas, grupos de vecinos se pasaban presurosamente las páginas de información internacional y comentaban con aspecto de preocupación después de leerlas. Quienes no pudieron conseguir los periódicos se fueron hasta las redacciones de los diarios para conversar con los periodistas y enterarse de las novedades recién llegadas por el cable de la United Press.
Los más pudientes sintonizaron sus radioreceptores en la frecuencia de onda corta para captar alguna información emitida desde el extranjero. En la Avenida Este 11, un nutrido grupo de caraqueños se agolpaba para escudriñar la famosa pizarra luminosa de La Esfera, puesta en servicio en 1931, con la información sobre el misterioso crimen de El Valle.
Desde la muerte del general Gómez, en diciembre de 1935, ninguna otra noticia había causado tanto impacto en los caraqueños como la que ahora estaban leyendo en los grandes caracteres de la pizarra colocada en la fachada de La Esfera: «Últimas noticias de España. El teniente coronel Elitella, de la Guarnición de Melilla, se ha insurreccionado con las tropas a su mando».
Los caraqueños se enteraron del alzamiento militar en España por ocho cables dispersos en las páginas interiores de los diarios, en los que se daba una información en ocasiones inexacta, en ocasiones ambigua, pero puntual. Debajo de los confusos datos de última hora, la única conclusión que podía sacarse era que había motivos para preocuparse por la suerte de la joven Segunda República.
Al día siguiente, las noticias sobre España saltaron a las primeras planas de los diarios. La Esfera, que había sido gomecista, calificó acertadamente el hecho como «insurrección militar contra el gobierno español», asomando el verdadero carácter de sublevación generalizada en toda la península. Ahora, el vocero de los intelectuales de izquierda y los noveles líderes democráticos, dirigido por Luis Barrios Cruz, prefirió guardar un silencio cauteloso, a la espera de confirmar la veracidad de las informaciones. Sólo El Universal se atrevió a preguntarse en primera plana: ¿Está España ante una guerra civil?.
España en el corazón. La influencia del conflicto en la vida venezolana fue considerable. Los venezolanos no sólo siguieron con pasión los acontecimientos, sino que aplicaron a la política del momento experiencias que se desarrollaban en la Península. Tanto la burguesía y los oligarcas como los trabajadores y miembros de la clase media, se vieron reflejados en una España-espejo. Las organizaciones populares y democráticas, especialmente, suplieron en gran medida la inexperiencia política y organizativa mediante conclusiones que constituían síntesis de los sucesos españoles.
«Pero el interés por éstos no se limitó a Venezuela, sino a todos los países latinoamericanos: Chile, México, Argentina, Uruguay, Paraguay y Cuba, habían recibido recientemente muchos emigrantes de España y todos los países latinoamericanos se sintieron afectados por los acontecimientos.
«Había surgido un fuerte sentimiento a favor de los nacionalistas (franquistas) en Brasil y en la provincia canadiense de Quebec donde, al igual que en España, existían organizaciones fascistas en los ambientes católicos. El gobierno de Chile era intensamente pro-nacionalista. El gobierno mexicano apoyó a la República desde el principio ( ) En Venezuela, el partido reformista ilegal de Rómulo Betancourt, Acción Democrática, dio cuerpo a la idea de apoyar a la República española, mientras que la izquierda cubana se sintió tan conmovida por el drama de España como por cualquier otro acontecimiento ocurrido después de su revolución de 1933». (Hugh Thomas, La guerra civil española, Ediciones Grijalbo, Barcelona, 1976, pp. 393-4).
Ciertamente, como señala el historiador Thomas en su obra, Betancourt estuvo muy interesado en el desenvolvimiento de la guerra, aunque en esa época aún no existía, como afirma erróneamente, el partido Acción Democrática.
En una oportunidad Betancourt pronunció un discurso, reproducido por el diario Panorama de Maracaibo el 5 de marzo de 1936, en el que alertaba sobre la situación de diversos países en donde las libertades democráticas se hallaban en peligro, tanto en América como en Europa. En el primer caso se refirió a Perú y a Cuba. En el segundo a España, pues consideraba que los monárquicos pretendían restablecer en el trono a Alfonso XIII.
La izquierda se pone en movimiento. También Olga Luzardo, la dirigente comunista zuliana, tomó en cuenta la situación española cuando aún no se había producido el alzamiento. En una intervención reseñada por Panorama el 18 de marzo de 1936, planteó como una reivindicación de la mujer venezolana la necesidad de la preparación en todos los terrenos, ya que por falta de conciencia podría cometer el mismo error de las mujeres españolas en 1933 y votar por la derecha.
Pero tal vez el pronunciamiento más importante, por la procedencia y por la celeridad con que se produjo, fue el del Bloque Nacional Democrático (BND), el dinámico partido zuliano dirigido por los marxistas independientes Valmore Rodríguez e Isidro Vallés. Apenas cinco días después del alzamiento de Franco, esta agrupación, que tendría un papel fundamental cuatro meses después en la organización de la huelga petrolera, adopta el siguiente acuerdo:
«Considerando que la actual situación caótica que atraviesa la república Española es la obra exclusiva y criminal de las fuerzas reaccionarias de derecha, alentadas por el fascismo internacional ( ) Considerando que el proletariado español libra en estos momentos, contra estas fuerzas y contra el fascismo, un combate desesperado por afirmar su derecho a la vida y al logro de sus justas reivindicaciones ( ) Considerando que es un deber de solidaridad obrera prestar todo el apoyo material y moral a la obra de emancipación económica, social y política del proletariado, sin distinción de razas ni nacionalidades, acuerda solidarizarse con el pueblo español en su lucha contra las fuerzas coaligadas de monárquicos, fascistas y clericales confabulados para derrocar el gobierno legalmente constituido e implantar un régimen de terror dirigido exclusivamente contra las masas trabajadoras de España».
Es notable, en la anterior declaración, aparte de la pasión solidaria, la caracterización correcta que hace el BND de las fuerzas que intervinieron en el alzamiento, distinguiendo la unión de monárquicos, clericales y fascistas. Este sólo hecho demuestra que los dirigentes del BND poseían información de primera mano sobre los sucesos españoles y no sólo las confusas y parciales informaciones llegadas a través de las agencias noticiosas.
La derecha entra en acción. Pero no fue sólo en la izquierda venezolana donde se produjo la incidencia de la Guerra Civil Española. Las más dinámica derecha nacional, la representada por Rafael Caldera y la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), escindida de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV), de Betancourt y Jóvito Villalba en mayo de 1936, hizo igualmente la guerra española en tierrras venezolanas.
Si en nuestro país lo más parecido a Manuel Azaña era Rómulo Betancourt justo es afirmar que lo más similar a Gil Robles era Rafael Caldera: «En marzo de 1936 Isidro VallÉs viene desde Maracaibo como emisario del BND a proponer la constitución de un partido único de la izquierda. El 30 del mismo mes, Rafael Caldera escribía al presidente López Contreras: 'El Frente Popular se constituye pronto, si no se ha constituido ya', y propone a López que funde un partido con capacidad para reunir 'a las fuerzas estabilizadoras que forman el frente nacional, el frente contrarrevolucionario». (Autor Anónimo; Libro Rojo, Catalá Centauro Editores, Caracas, 1975, p.9).
Apenas un mes antes, Gil Robles, el líder católico monárquico, creador y máximo dirigente de la Confederación Española de Derechas Autónomas (Ceda), había opuesto al Frente Popular el llamado Frente Nacional Contrarrevolucionario, es decir, exactamente lo que proponía Caldera.
En España, el Frente organizado por Gil Robles reunía a los sectores más conservadores, monárquicos, católicos extremistas y algunos fascistas. El Frente Popular, en cambio, era una suerte de Partido Democrático Nacional Español donde cabían desde partidos demócratas burgueses, como Izquierda Republicana, hasta el aguerrido Partido Obrero de Unificación Marxista (Poum), de inspiración trostskista.
El interés de los medios políticos nacionales por la Guerra Civil Española se concretó muchas veces en actos, pronunciamientos, declaraciones, formación de comités de apoyo a uno u otro bando, y otras actividades. Al país llegaron, en diversas oportunidades, representantes republicanos o franquistas, con el objeto de recabar ayuda material o moral y de propagandizar sus respectivas causas. Resulta notorio que el gobierno de López, una vez comenzada la guerra, mostró una actitud hostil hacia los enviados republicanos.
Durante la Guerra Civil Española, las posiciones de los diarios caraqueños se fueron radicalizando: La Esfera a favor de los franquistas, El Universal tratando de mantener una posición neutral y Ahora que fue lealmente republicano. Ni las páginas litrerarias se salvaron. Mientras Pascual Venegas Filardo publicaba en El Universal poemas de Federico García Lorca, Miguel Hernández y Rafael Alberti; en la sección literaria que fundó en 1937 La Esfera, se publicaban poemas de Pemán, de Dionisio Ridruejo y la letra de Cara al sol, el himno falangista escrito por José Antonio Primo de Rivera.
*Eloi Yagüe Jarque. Escritor, periodista y profesor de la UCV.
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