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Lazos Rotos

Federico García Lorca poeta de la vida y para la libertad.

Los revolucionarios del mundo estuvimos en el mes de agosto rindiendo homenaje al gran poeta comprometido con las luchas y con los sueños libertarios de los pueblos.

En la oscura y triste madrugada del 20 de agosto de 1936 en el barranco de Vizmar, cerca de Granada, el sencillo y revolucionario poeta Federico García Lorca sembró su vida y su obra en la tierra que lo vio nacer.

Pero él, al igual que todos los que han batallado y entregan incondicionalmente su ejemplo y su vida por la libertad de los desposeídos, no murió ni lo hará nunca.

Alguno de sus bellos versos así lo testamentaba cuando escribió "… Pero que todos sepan que no he muerto, que hay un establo de oro en mis labios…" ¿Qué es este verso sino la sentencia viva de un hombre enamorado del amor y de una liberación capaz de ofrecer justicia y dignidad?

Por eso su vida, su obra y su posición política mantienen su vigencia en un mundo como el de hoy que aún mantiene la explotación del hombre por el hombre.

Su abnegación y amor por el pueblo lo convirtió en otro paradigma digno de ser imitado. Su sencillez, característica tan necesaria en los revolucionarios de hoy, la aprendió desde su infancia y en su convivencia estrecha con su pueblo.

En unas de sus tantas reflexiones manifestaba: "A veces, cuando veo lo que pasa en el mundo me pregunto ¿Para qué escribo? Pero hay que trabajar, trabajar. Trabajar y ayudar al que lo merece. Trabajar como una forma de protesta. Porque el impulso de uno sería gritar todos los días al despertar en un mundo lleno de injusticias y miserias de todo orden ¡Protesto ¡ ¡Protesto!"

Lorca enfatizó que la misión del artista está en colocar su creatividad al servicio de las necesidades más sentidas por la humanidad y en especial las de los pobres, las de los trabajadores: "En este momento dramático del mundo, el artista debe reír y llorar con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas…"

Y prosigue Federico afirmando: "El mundo está detenido ante el hambre que azota a los pueblos. El día que el hambre desaparezca va a producirse en el mundo la explosión espiritual más grande que jamás conoció la humanidad. Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que estallará el día de la Gran Revolución".

Su prosa y su verso nos siguen invitando a continuar la obra que los revolucionarios venimos construyendo en América Latina y en el mundo.

Nuestra América lo vio recorrer sus tierras y ellas también le dijeron su realidad. Al despedirse de nuestro continente nos regaló una última mirada para profetizar la caída del imperialismo. Sus frases recorren nuestra tierra y se escuchan más alto que de costumbre: "Una danza de muros agita las praderas y América se anega de máquinas y llanto. Quiero que el aire fuerte de la noche más honda quite flores y letras del arco donde duermes y un niño negro anuncie a los blancos del oro la llegada del reino de la espiga".

Lorca es, verdaderamente, un poeta de la vida y de la libertad. Un hombre auténtico al que Granada le dio vida para que su obra se llenara de pueblo y le brindara esperanza y alimento espiritual al mundo.

Llegará el día en que saldremos del fango con las azucenas en nuestras manos para que el reino de la espiga, anunciado por el niño negro, le ofrezca a Federico la mejor poesía: La Libertad.

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