Los recientes movimientos sísmicos recuerdan a los canarios el carácter volcánico de las Islas
Con los seísmos que se observan en el noroeste de Tenerife desde hace unos meses, la condición volcánica de la Isla vuelve a estar en boca no sólo de expertos en esta materia, sino también de los ciudadanos en general. Tan sólo el pasado jueves, al sureste de Güímar se registró un seísmo de 1,9 grados en la escala de Richter y otros se dieron a lo largo de la semana pasada cerca de Icod de los Vinos y Santiago del Teide. Aunque no se trate de temblores de gran magnitud, lo cierto es que desde hace poco se anotan movimientos constantemente. Para comprobarlo, tan sólo hay que echar un vistazo a la página web del
Instituto Geográfico NacionalSegún los científicos, los movimientos no significan necesariamente que habrá una erupción volcánica en los próximos meses. Por lo menos, así lo han manifestado una y otra vez expertos como el director de la Estación Vulcanológica de Canarias, Juan Carlos Carracedo, y el director de la División de Medio Ambiente del Instituto Tecnológico y Energías Renovables (ITER), Nemesio Pérez.
Por otra parte, el profesor de investigación del Departamento de Volcanología del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Ramón Ortiz, aseguró en un reportaje del National Geographic de mayo pasado sobre las erupciones volcánicas en el Archipiélago, que estaba
"seguro" de que
"tarde o temprano" presenciaría una erupción en Canarias. Este enunciado de Ortiz lo corrobora un colega suyo de departamento, el grancanario Vicente Araña, con su afirmación de que una erupción
"podría darse en cualquier momento". Ortiz, sin embargo, añade que
"no sabemos en qué isla en concreto podría producirse una erupción". Aún así, sus palabras reflejan que las Islas que más se perfilan como posibles escenarios de una manifestación volcánica son aquellas donde se han dado erupciones históricas:
"Yo apostaría por Tenerife, Lanzarote y El Hierro, según la información sísmica actual", dice.
Se deduce de los enunciados de todos los científicos mencionados que no se puede decir con exactitud ni dónde, ni cuándo habrá una erupción. Sin embargo, lo que señalan y lo que no se puede obviar es que vivir en Canarias es convivir con volcanes. Además, escritos del pasado así lo recogen. En el caso de Tenerife, según la profesora titular de Geografía Física de la Universidad de La Laguna, Carmen Romero Ruiz,
"poseemos datos fidedignos de cuatro paroxismos volcánicos". En su obra Estudio geomorfológico de los volcanes históricos de Tenerife enumera como tales la triple erupción de Siete Fuentes, Fasnia y Arafo (1704-1705), la erupción del volcán de Garachico (1706), la de las Narices del Teide o Chamorra (1798) y la más reciente y última: la del Chinyero (1909).
Triple erupción. La primera de estas cuatro erupciones constatadas, la triple erupción de Siete Fuentes, Fasnia y Arafo, se produjo según Romero en la banda este de la Isla. "Presentó tres fases individualizadas, pero estrechamente ligadas entre sí, tanto temporal como espacialmente", explica.
La primera erupción de este conjunto de tres se dio en el dorso exterior de las Cañadas en Nochevieja de 1704, después de unos movimientos premonitorios considerables. La segunda fase se inició el 5 de enero del año siguiente a poca distancia de la primera erupción. Como afirma la profesora de Geografía, siguió
"la misma dirección de la fractura en la cual se inscribe el aparato volcánico anterior". Dos siglos más tarde, el matemático español Juan López Soler resume las dos primeras manifestaciones de este trío de erupciones de la siguiente manera:
"Parece ser que en la Pascua de Navidad del año 1704, cuando los pacíficos moradores de estos lugares nada preveían que pudiera turbarles su reposo, notaron unos violentos temblores de tierra que conmovieron todas las viviendas
y al terminar el año
un denso vapor se elevó hacia el extremo Oriental del Llano de los Infantes, y abriéndose, al parecer, posteriormente el terreno por encima del caserío de Icor, cayeron a tierra las negrísimas nubes que cubrían las elevaciones de la isla".
Por último, la tercera de estas tres erupciones encadenadas se dio el 2 de febrero de 1705, esta vez en el interior de la Caldera de Pedro Gil, pero fuera del dorso de las Cañadas. Según Romero, esta tercera erupción conservó una clara alineación con las otras dos.
Desde el punto de vista humano, la autora explica que
"este último episodio eruptivo es el de mayor importancia, puesto que la localización de sus coladas, muy próximas a centros urbanos, produjo el temor natural de sus habitantes". Así lo refleja también el conocido relato de Viera y Clavijo, que en 1776 describió la última erupción de esta forma:
"La tercera erupción fue el 2 de Febrero al anochecer, a dos leguas de las anteriores, por entre los dos roques. Esta corriente se dividió en dos brazos: el uno corrió más de una legua por el barranco de Arafo hasta cerca del mar; el otro se extendió por el Melosar, de donde arrancó un tercer brazo que amenazaba echarse sobre el lugar de Güimar a no haber encontrado estorbo que le obligó a retroceder".
Garachico. Tras estas tres erupciones ligadas entre sí, no tarda en llegar una más. En mayo de 1706, los ciudadanos de Garachico son testigos de una explosión que los marca profundamente. Como asegura Romero en su estudio, esta manifestación de un volcán en la Isla es la más conocida de todas, pero no por su magnitud o importancia para los científicos, sino porque
"destruyó uno de los puertos naturales y una de las poblaciones de mayor interés económico de la época, provocando las pérdidas económicas más cuantiosas dentro del volcanismo histórico de la Isla", como explica.
La última erupción volcánica del siglo XVIII, la de Chamorra, no ocurre hasta más de noventa años después, el 9 de junio de 1798. Dado este hecho, ya se cuenta con datos históricos más detallados sobre ella. Informa Romero que se localizó en la falda occidental de Pico Viejo, en el interior de la depresión de las Cañadas. El investigador alemán Leopold von Buch, en su obra de 1798, describe el fenómeno de la siguiente manera:
"Al pie de la montaña de Chahorra, en el lado oeste, se elevan cuatro conos volcánicos, que el 17 de junio de 1798 recordaron a los habitantes de Tenerife que vivían al pie de un volcán". El autor, según Romero, se equivoca en la fecha, pero en cualquier caso, se trata de un diferencia de ocho días solamente.
Como no es de sorprender, la erupción sobre la cual se cuenta con más datos históricos es la de prinicipios del siglo XX, la del Chinyero. La profesora de Geografía señala la existencia de pequeños terromotos de carácter local y la reactivación de las fumarolas del Teide como fenómenos precursores a la erupción.
Según Fuencisla Monge Montuno, otra científica a la que se remite Romero, los seísmos que se dieron antes de la erupción se caracterizaron por manifestarse en serie. El inicio de la propia erupción, Ponte y Cólogan lo describieron de la siguiente manera:
"A eso de la una nos pusimos a comer en la propia montaña del Chinyero, cuando empezamos a sentir ruidos subterráneos y movimientos del terreno, con mucho calor... [...] Después de recorrer media legua, dejábamos ya atrás la montaña de la Cruz, cuando sentimos una fuerte detonación acompañada de violenta sacudida de la tierra, que nos dejó suspensos".
Más de una de las descripciones históricas hacen referencia a terremotos que anunciaron la erupción volcánica posterior. Así, es lógico el interés de la población canaria por los movimientos anómalos registrados en Tenerife. No obstante, es importante recordar que no se pueden tomar los seísmos como anunciadores seguros de un fenómeno de este tipo.
Fuente: Monika Borer ::
Diario de Avisos :: 04/07/2004